Comentario Pastoral
SUBIR ES TRANSFIGURARSE

Tan importante corno vivir en la llanura de¡ trabajo cotidiano y de la lucha por la justicia y el desarrollo, es saber subir a lo alto de la oración y adquirir así visión y sentido de transcendencia. Quien se queda siempre en el valle de lágrimas del mundo y no asciende a la cercanía de Dios, pierde la perspectiva del cielo y no ve la gloria blanca de la transfiguración.

Dice el Evangelio de este segundo domingo de Cuaresma que Cristo subió a lo alto de una montaña para orar y que allí el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de blancos. El blanco es el color de las manifestaciones divinas, el color de Dios. El blanco demuestra alegría y gloria, es signo de fiesta y de comienzo. Los cristianos deberíamos cambiar un poco el color de nuestra vida, de nuestra fe, esperanza y caridad. Es demasiado indefinido, poco brillante. Nos vestimos de tiniebla, nos cubrimos con apariencias, nos autodefendemos con nuestros tonos oscuros para no tener que mostrar a la luz nuestras manchas. Es urgente recobrar el blanco resplandeciente de la oración y de la cercanía de Dios.

Pero no hay que engañarse, no siempre se vive en éxtasis, en transfiguración, en luz. Hay que superar la tentación de quedarse en lo alto estáticos diciendo. ¡qué hermoso es estar aquí! y refugiándonos en falsas tiendas de campaña. Hay que bajar al valle de lo concreto y del trabajo en el mundo. El ritmo de subidas y bajadas, de transfiguraciones breves en espera de la definitiva, de alegrías y tristezas, de cansancios y descansos es la verdad de la vida.

La verdadera transfiguración es una subida hacia la escucha de la Palabra del Hijo de Dios, palabra que viene de lo alto y no es fruto del pensamiento terreno, palabra que es luz y visión de eternidad.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
Cristo,
después de anunciar su muerte a los discípulos,
les mostró en el monte santo
el esplendor de su gloria,
para testimoniar, de acuerdo con la ley y los profetas,
que la pasión es el camino de la resurrección.


Prefacio II domingo de Cuaresma


Palabra de Dios:

Génesis 15, 5-12. 17-18

Sal 26, 1. 7-8a. 8b-9abc. 13-14

Filipenses 3, 17-4, 1

san Lucas 9, 28b-36

Comprender la Palabra

El Domingo 2º de Cuaresma, en los tres cielos A, B y C, en la Lectura del Evangelio, escuchamos el Relato de la Transfiguración del Señor,

Hay correspondencia entre el Relato de la Estancia de Jesús en el Desierto (Evangelio del Domingo 1º de Cuaresma) y el Relato de la Transfiguración. ¿A dónde conduce la travesía del Señor por «el Desierto» de este mundo, durante su ministerio mesiánico, en su incesante combate (Tentaciones) contra las fuerzas del Mal, que aparentemente vencer. (Pasión y Muerte de Cruz)? Y la respuesta no es otra sino ‘7a Resurrección Gloriosa del Señor, anticipada momentáneamente en la Teofanía de la Transfiguración, Jesucristo transfigurado (los tres Apóstoles «ven su gloria») es declarado por el Padre «Hijo suyo «, su Palabra, a quien «hemos de escuchar», con la fuerza del Espíritu Santo, simbolizado por «la nube».

«Moisés y Elías» (que simbolizan la Ley y los Profetas, es decir, toda la Sagrada Escritura – El Antiguo Testamento-), observa San Locas, «hablaban con Jesús de su Éxodo (salida, Pascua, Paso), es decir, de «su muerte, que iba a consumar en Jerusalén » (entiéndase su Resurrección de la muerte).

Hay semejanza entre la Teofanía de la Transfiguración del Señor y la que escuchamos en la l’ Lectura, El Señor, Dios, simbolizado en «la Humareda de horno» (¡la Nube de la Transfiguración!) y «la Antorcha ardiendo » (¡la Luz de la Transfiguración!), le promete a Abraham darle la Tierra a el y a sus descendientes, con el rito de un juramento, que, según la costumbre, consistía en pasar entre los miembros descuartizados de animales, como diciendo «así me vea yo, si no cumplo lo prometido».

En la Transfiguración del Señor Dios nos anuncia su promesa -¡Alianza Nueva Eterna de Dios con nosotros de nuestra resurrección en Cristo, como el Apóstol nos dice. «Nosotros somos ciudadanos del cielo (de la Tierra prometida a Abraham, es decir, de «los ciclos nuevos y la tierra nueva»), de donde aguardamos un Salvador, el Señor Jesucristo, El transformará nuestra condición humilde (Transfiguración = Resurrección de la muerte), según el modelo de su condición gloriosa (Cristo Transfigurado = Resucitado Glorificado) con esa energía que posee para sometérselo todo». (2ª Lectura).

En la Solemne Vigilia Pascual, en los dos grandes Sacramentos Pascuales, el Bautismo y la Eucaristía, se nos anticipa ya nuestra transfiguración, transformación, resurrección, en Cristo.



Avelino Cayón


el Sínodo Diocesano

¿Cómo celebramos nuestra fe? (I)


Bautismo, confirmación y eucaristía son los sacramentos de la iniciación cristiana. A través de ellos la Santa Madre Iglesia nos hace nacer para una vida nueva: nacemos, crecemos y nos alimentamos como discípulos de Cristo,

De la celebración de estos sacramentos depende nuestra unión con Cristo, nuestra pertenencia a la Iglesia y nuestra participación en su misión evangelizadora en medio del mundo, Por eso es fundamental que estos sacramentos se celebren de un modo consciente y provechoso.

Todos pasamos por un intenso proceso educativo para poder participar en la vida de nuestra familia, de la sociedad y del ambiente que nos rodea. Es un aprendizaje para la vida.

También la Iglesia ofrece un «itinerario de iniciación» para hacerse cristiano. Sus etapas están marcadas por los sacramentos del bautismo, de la confirmación y de la eucaristía. La catequesis, estrechamente vincularla a los sacramentos, es elemento fundamental de la iniciación cristiana, porque nos ayuda a recoger con fe, consciente y gozosamente, la acción que Dios realiza en nosotros, incorporándonos plenamente a la Iglesia.


Cuadernillo, nº 3, pág. 30-32

celebrar mejor


Los tres sentidos de la Cuaresma

La Cuaresma es como un trenzado de tres hilos conductores. Los tres hilos son tres sentidos principales. Estos tres sentidos – que se manifiestan sobre todo en los domingos 3º, 4º y 5º de Cuaresma- son estos- el sentido pascual, el sentido penitencial y el sentido bautismal. Estos tres sentidos, propios de toda cuaresma, se acentúan uno u otros sucesivamente año tras año. Así, en la Cuaresma del año pasado se acentuó el sentido bautismal y en la Cuaresma del año que viene se acentuará el sentido penitencial, como en la Cuaresma de este año se acentúa el sentido pascual.

Veamos uno por uno este triple sentido o finalidad de la Cuaresma: Primero, el sentido pascual. La Cuaresma es el tiempo requerido, necesario, para prepararnos, sensibilizarnos, para celebrar provechosamente el Misterio de la Pascua, el Misterio de Cristo muerto, sepultado y resucitado, el Misterio nuclear de nuestra fe, el Misterio de nuestra muerte-resurrección en Cristo, que celebramos en la gran solemnidad del Tríduo Pascual.

Segundo, el sentido penitencial. La Cuaresma es el tiempo en que los penitentes, separados de la comunión eclesial, intensifican su esfuerzo penitencial, ayudados por la plegaria de la Iglesia, para ser reconciliados con la absolución sacramental y ser admitidos en el Banquete de la Pascua. Pero en Cuaresma todos somos penitentes, necesitados de la reconciliación y del perdón, que brotan del Misterio de la Pascua.

Y por último, el sentido bautismal. La Cuaresma es también el tiempo oportuno, en que intensifican su preparación los que van a ser bautizados y confirmados en la Noche de la Pascua, para participar también por vez primera en la Eucaristía. Pero no son ellos solos, todos somos catecúmenos en Cuaresma. Todos debemos prepararnos en Cuaresma como si empezáramos de nuevo a ser cristianos. Todos seremos rebautizados en la Vigilia Pascual por la aspersión del agua bautismal. Esa Noche la Iglesia entera nace de nuevo; todos somos neófitos, nuevas plantas.


Avelino Cayón

Para la Semana

Lunes 3:

Deuteronomio 9,4b-10. Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidad.

Lucas 6,36-38. Perdonad, y seréis perdonados.

Martes 3:

Isaías 1,10.16-20. Aprended a obrar bien, buscad la justicia.

Mateo 23,1-12. Ellos no hacen lo que dicen.

Miércoles 3:

Jeremías 18,18-20. ¡Venid y le heriremos !

Mateo 20 17-28 Lo condenaron a muerte

Jueves 3:

Jeremías 17,5-10. Maldito quien confía en el hombre: bendito quien confía en el Señor.

Lucas 16,19-3 1. Tú recibiste bienes en vida y Lázaro a su vez males: por eso encuentro aquí consuelo mientras que tú padeces.

Viernes 3:

Génesis 37,3-4.12-13a.17b-28. ¡Ahí viene el soñador! ¡Venid, matémosle!

Mateo 21,33-43.45-46. Este es el herede-ro, ¡venid, matémosle!

Sábado 3:

Miqueas 7,14-15.18-20. Arrojará a lo hondo del mar todos nuestros deli-tos.

Lucas 15,1-3.11-32. Este hermano tuyo es-taba muerto y ha resucitado.