Comentario Pastoral
HOSPITALIDAD DESDE LA FE

En el camino de] hombre Dios se le hace encontradizo y huésped. La primera lectura bíblica de este domingo nos recuerda a Abrahán, ofreciendo la hospitalidad a Dios, que se le muestra bajo las apariencias de tres extranjeros que van de paso. En el Evangelio Jesús se detiene para descansar en casa de sus amigos de Betania. Marta nos recuerda al samaritano del domingo anterior María es signo de lo primero y fundamental para la acción caritativa: la escucha de Jesús.

En un mundo inhóspito, en que hay tantos recelos y suspicacias y miedos de abrir la puerta, es conveniente meditar sobre las exigencias de una hospitalidad desde la fe. Todos hubiéramos acogido con toda prontitud y alegría a Jesús, s hubiese querido físicamente quedarse en nuestra casa, del mismo modo que lo hizo en Betania. Sin embargo nos resulta bastante difícil acogerle en la verdad misteriosa de su Palabra. En cada Eucaristía siempre tenemos la ocasión maravillosa de dar hospitalidad a la Palabra que se nos proclama (que es Cristo), de ser discípulos del Maestro, de escuchar la verdad que fortalece la fe, centra la esperanza y purifica el amor. Así podremos después servir a los hermanos, acoger siempre a todos con amabilidad.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
Oh Dios, que en la casa de Betania deparaste a tu Hijo el afecto del amigo,
la generosidad de¡ anfitrión y la solicitud atenta del discípulo:
concédenos la gracia de adherirnos al mismo maestro
mediante el fervor de la meditación y las obras de caridad,
de modo que, siendo aceptables a sus ojos,
nos introduzca finalmente en la casa de su bienaventuranza.



Palabra de Dios:

Génesis 18, 1-10a

Sal 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5

san Pablo a los Colosenses 1, 24-28

san Lucas 10, 38-42

Comprender la Palabra

«Yendo de camino, entró Jesús en una aldea…» (Lectura del Evangelio). De vez en cuando San Lucas nos recuerda que Jesús va de camino … a Jerusalén, Es el Camino geográfico, que San Lucas espiritualiza: es el Camino de la Vida Salvífica de Cristo, de su Ministerio Mesiánico, que finaliza, mejor, culmina con el Acontecimiento de la Pascua -la Resurrección-Ascensión gloriosa-, que tuvo lugar en Jerusalén. Por el Camino Jesús atiende, enseña, responde, cura, y se hospeda (`»Una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa»).

También en la 1ª Lectura escuchamos otro relato semejante: Los tres Personajes anónimos (¿son uno? ¿son tres?), a quienes Abraham hospedó en su tienda («Vió a tres hombres frente a él y … corrió a su encuentro»).

El interés de ambos Relatos está en las frases finales: «Sólo (una cosa es necesaria -te dice Jesús a Marta-; María ha elegido la parte mejor y no se la quitarán», «Cuando vuelva a verte -le dice el Personaje a Abraham- Sara habrá tenido un hijo».

Es el Misterio de la Hospitalidad: quien acoge a otro acoge al Otro (con mayúscula). «Señor» -le llama Marta a Jesús- Y «sentada a los pies del Señor, María escuchaba su palabra». «Señor» -le dice (les dice) Abraham ‘postrado en tierra»- -al Personaje (a los Personajes)-, «si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo». El titulo de «Señor» es título dado sólo a Dios, en el Antiguo y en el Nuevo Testamentos.

Quien hospeda a Dios se convierte en huésped, hospedado, de Dios: Dios, simbolizado (presente) en el Personaje (los Personajes) -Revelación implicita del Misterio de Dios Trinidad, acogiendo a Abraham; Dios mismo, el Hijo de Dios encarnado, simbolizado, en la humanidad de Cristo, Sacramento de Dios -quien le ve a Él ve al Padre, hospedando a María y a María.

En ambos sucesos misteriosos los huéspedes hospedados son abundantemente recompensados: Sara, con la fecundidad: «Cuando vuelva a verte … Sara habrá tenido un Hijo» -el Hijo de la Promesa-). Y a María se le concede «la parte mejor -lo único necesario, que no se la quitarán».



Avelino Cayón


el Sínodo Diocesano

Preparando el Sínodo escuchamos la Voz del Señor que nos llama a la conversión (I)


Participar en la preparación del Sínodo supone el deseo sincero de buscar la voluntad de Dios y asimilarla, renunciando al proyecto propio, que con tanta frecuencia consideramos irrenunciable. Será irrealizable sin que tome cuerpo y forma concreta en nuestro proceder sinodal un acto de conversión, a saber: la renuncia a criterios, sentimientos y conductas contrarios al Evangelio aunque pudieran presentarse como razonables e incluso como más de acuerdo con la opinión mayoritaria en la vigente mentalidad del «mundo» y en el abandono de la rutina pastoral y la tibieza espiritual y apostólica, dispuestos a andar nuevos caminos por muy ásperos que sean yendo al encuentro de los que están lejos, «Se observa, escribe el Papa, cómo nuestras comunida- des eclesiales tienen que forcejear con debilidades, fatigas, contradicciones. Necesitan escucha también de nuevo la voz del Espeso que las invita a la conversión, las incita a actuar con entusias- mo en las nuevas situaciones y las llama a comprometerse en la gran obra de la nueva evangeliza ción. (Ecelesia in Europa, 23).


Antonio María Rouco Varela

Cardenal Arzobispo de Madrid
15 octubre 2003

al ritmo de la semana


Santa María Magdalena – 22 de julio

«Jesús se apareció en primer lugar a María la de Magdala, de la que había expulsado siete demonios». Ella fue el apóstol de los Apóstoles en el anuncio de la resurrección. La pecadora perdonada se habla adherido llena de amor a los pasos de Jesús. Formaba parte del grupo de mujeres que acompañaban a Jesús y los Doce en su caminar a través de los pueblos y aldeas anunciando la Buena Noticia. En tanto los Apóstoles huyeron con ocasión del arresto del Señor, ella se encontraba al pie de la cruz junto con María, la Madre de Jesús, y el discípulo amado. Cuando el cuerpo del Señor fue depositado en el sepulcro, Magdalena no supo separarse de él; junto con María, la mujer de Cleofás, siguió «sentada fuera del sepulcro». Este es el humilde servicio silencioso, «el amor sin desfallecimiento que unió para siempre Santa María Magdalena con su divino Maestro, Cristo». A ella quiso mostrársele antes que a nadie el Señor resucitado y a ella lo confió «la misión de anunciar la alegría pascual».

«Tú le encendiste en el corazón el fuego de un inmenso amor a Cristo, que le había devuelto la libertad del espíritu, y le infundiste el valor de seguirlo fielmente hasta el Calvario. Incluso tras la muerte de cruz buscó a su maestro con tanta pasión, que mereció encontrar al Señor resucitado y ser la primera que anunciara a los apóstoles la alegría de la Pascua» (Prefacio Misal Ambrosiano).

Su memoria obligatoria ya se celebraba en Constantinopla en el siglo X, y en el XI se difundió en Roma y en Occidente.



J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:

Miqueas 6,1-4.6-8. Te han explicado, hombre, lo que Dios desea de ti.
Mateo 12,38-42. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará

Martes 3:

Miqueas 7,14-15.18-20. Arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos.

Mateo 12,46-50. Señalando con la mano a los discípulos dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos».

Miércoles 3:
San Lorenzo de Brindis (1559-1619), capuchino, teólogo, predicador por toda Europa.

Jeremías 1, .4-10. Te nombré profeta de los gentiles.
Mateo 13,1-9. Cayó en tierra buena y dio grano.

Jueves 3:
Santa María Magdalena, apóstol de los apóstoles en el anuncio de la resurrección del
Señor.


Cantar 3,14a. Encontré al amor de mi alma,
Juan 20,1.11-18. Mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién buscas?

Viernes 3:
Jeremías es el testigo fiel que sufre la ruina de su pueblo, infiel a la alianza de Sinaí. Para él la palabra del Señor está por encima de todo, lo juzga y aclara todo, convierte y encamina el corazón del hombre y conduce la marcha de la historia
Santa Brígida, patrona de Europa (1303-1373), madre virtuosa, terciaria franciscana, admirable por su carisma de oración contemplativa

Gálatas 2,18-20. Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
Juan 15,1-8. El que permanece en mi y yo en él, ese da fruto abundante,

Sábado 3:
En Madrid Beatas María de los Ángeles de San José y compañeras, carmelitas, mártires de Guadalajara en 1936.

Jeremías 3,14-17. Os daré pastores a mi gusto; acudirán a Jerusalén.
Mateo 13,18-23. El que escucha la palabra y la entiende, ese dará fruto.