san Pablo a Tito 1, 1-9; Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6 ; san Lucas 17, 1-6

Hoy nos toca un “repasito” a los sacerdotes. No deja de ser curioso que en muchos “medios de comunicación” cuando se habla de la Iglesia se hable de escándalos. Últimamente estoy leyendo algunos libros encantadores sobre Jesucristo, la Iglesia y la vida de fe, pero esos libros no aparecen en la mayoría de los programas sobre novedades editoriales donde triunfan los libros de servicios secretos vaticanos, católicos a lo “Mossad” y curas (reales o imaginarios) que sólo merecen el feísimo título de “tocapelotas.” Hay muchísimos libros buenos para la mente, el alma y hasta el cuerpo, no sé por qué triunfa la bazofia y el estercolero cuando hay miles de joyas al alcance de la mano. ¿Hace cuánto que no revisas tu biblioteca y haces una “buena limpia”?.
Volviendo al tema. “El candidato (a presbítero) que sea un hombre sin tacha, fiel a su única mujer, con hijos creyentes” y el Obispo “ha de ser hospitalario, amigo de lo bueno, de sanos principios, justo, fiel, dueño de sí. Debe mostrar adhesión a la doctrina cierta, para ser capaz de predicar una enseñanza sana y de rebatir a los adversarios.” Me imagino que unos cuantos (ignorantes, por no suponerles mala intención) se quedarán hoy en el debate sobre el celibato sacerdotal como la gran problemática. ¡Qué estupidez!.
El Papa nos recuerda continuamente, la crisis del sacerdocio no está en celibato si o no, ni en ordenar a los homosexuales porque son más “sensibles,” ni en ordenar a las mujeres…, la crisis del sacerdocio está en la ausencia de sacerdotes y obispos santos. No es que no los haya -yo conozco a unos cuantos-, pero parece que nos da vergüenza hablar de ello y proponerlos como modelos. Desgraciadamente los curas nos podemos quedar en simples gestores de los sacramentos, de los locales parroquiales u organizadores de eventos religiosos. Tristemente a veces los fieles también se conforman con eso y no rezan, se mortifican y exigen más a sus pastores, con todo el cariño del mundo. “Mi parroquia está muy bien organizada” dicen algunos. Piensa en tu parroquia (sacerdote o laico que lees este comentario) y piensa: ¿Hace cuánto que no se ordena sacerdote un joven de tu parroquia?, ¿Es sencillo encontrar al sacerdote para confesarse?, ¿Se cuida que en la parroquia haya un ambiente de oración y se puede entrar a rezar?, ¿es la eucaristía el centro de la vida de la parroquia?, ¿Hace cuánto que no ves a tu párroco rezando de rodillas delante del sagrario?. Tal vez la gestión sea estupenda, como la de “El Corte Inglés” pero aquí no estamos para “vender cosas espirituales” sino para encontrarnos con Cristo.
¿Por qué ocurre esto?. Tal vez porque la Iglesia no es una empresa, siempre perdona “hasta siete veces en un día,” aunque a veces nos quedemos en la reprimenda. Muchos sacerdotes y cristianos han provocado escándalos y “¡ay del que los provoca!”, pero no por eso ha “depurado” de sus filas a los pecadores, pues la Iglesia Peregrina es de “los que buscan al Señor” no de los que se tienen por justos. Tal vez estemos tan acostumbrados al perdón que se nos ha olvidado la gravedad de la falta y caemos una y otra vez en lo mismo. Tal vez hemos querido contentar a los que no tienen fe, para que hablen bien de nosotros, y hemos olvidado a “los pequeños.”
No tengáis miedo cristianos de ayudar a vuestros sacerdotes a ser más humanos y más espirituales. A “exigirles” con cariño que cumplan la labor que tienen encomendada. Tal vez os demos alguna mala respuesta pero os aseguro que nos ayudáis.
Ante el sagrario grítale hoy a Cristo en la Eucaristía: “¡Auméntanos la fe!,” ¡Aumenta la fe de nuestros sacerdotes y Obispos!. Necesitamos de vuestra oración y de vuestras correcciones.
Santa María, madre de los sacerdotes, está deseando ahogar tanta ponzoña que se escribe, se publica y tristemente se hace en la abundancia de la santidad de los sacerdotes.