Apocalipsis 10, 8- 11; Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131 ; an Lucas 19, 45-48

Por si alguien no los conoce los pimientos de padrón son verdes, pequeñitos y “unos pican y otros non”. Si los dejas crecer pican seguro y pican como condenados. Un día unos amigos estaban probando unos pimientos que habían dejado crecer. Cuando llegué estaban hablando de lo mucho que picaban y que eran incomibles. Haciéndome el entendido mordí uno por arriba y no me picó nada de nada. Me metí con todos ellos (especialmente con un guardia civil), les dije el poquito aguante que tenían y que ese pimiento estaba estupendo. Así que de un bocado me acabé el pimiento ante su atónita mirada. Se me durmió la lengua, los carrillos, el paladar se quedó insensible, la garganta me ardía y una úlcera pidió permiso para alojarse en mi estómago. Ni pan, ni agua ni nada que tomase me quitó la sensación de que me hubieran anestesiado en las siguientes tres horas.
“Cógelo y cómetelo; al paladar será dulce como la miel; pero en el estómago sentirás ardor.” No sé si el librito que se comió San Juan sería de Padrón, pero es la misma situación. “Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reinos.” Seguro que alguna vez has tenido que corregir a alguien o proponerle que viva más intensamente su fe, que sea coherente o dedique unos momentos más a Dios y a los demás. Cuando lo piensas en la oración sabes que le vas a hacer un bien, que es bueno que alguien le diga algo que a lo mejor necesita escuchar. Muchas veces me pregunto por qué los padres no hablan con claridad a sus hijos de lo que es el matrimonio por la Iglesia, de la necesidad de asistir a la Santa Misa los domingos, de confesarse y de vivir en gracia de Dios, de la castidad y de la laboriosidad. Encuentras matrimonios fenomenales, profundos cristianos, pero que sus hijos parecen recién paridos del paganismo. Existe un miedo atroz a que los hijos les contesten mal, se enfaden o se pierda la paz familiar. En ese momento es cuando uno siente la acidez en el estómago, cuando empieza a hacer ascos a realizar lo que sabe que Dios le pide y busca excusas, aplazamientos, momentos oportunos que nunca surgen.
“Entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores.” Sin duda una de las escenas mas “chocantes” de la vida de Jesús, que parece encolerizado o enfadado. En el fondo es que “el celo de tu casa me devora” y aunque haya que aguantar la “amargura” del momento no puede consentir en prolongar una situación injusta. Podría haber pospuesto el echar a los vendedores. Sabía que sería criticado e incluso que querrían “quitarlo de en medio,” es más, sabría que al día siguiente los vendedores volverían a poner sus puestos por mucho que le molestase a ese “loco galileo .” Pero “el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.”
Padres, madres ¿pensáis que vuestros hijos valoran la palabra de alguien más que la vuestra?. Se pondrán cerriles, enfadados, indignados u ofendidos e incluso os darán una mala contestación. Pero en el fondo saben que les decís las cosas porque los queréis y saben que os cuesta decírselas y lo aprecian. No les dejéis en la ignorancia sin saber que pueden vivir como Hijos de Dios.
Nuestra Madre la Virgen os dará las palabras precisas y preciosas para que vuestros hijos os escuchen, poner a vuestra familia bajo su protección.