Comentario Pastoral
EL REY DEL UNIVERSO

Con este domingo y la semana que de él depende se concluye el largo Tiempo Ordinario y se clausura el Año Litúrgico. Hoy se nos presenta la grandiosa visión de Jesucristo Rey del Universo; su triunfo es el triunfo final de la Creación. Cristo es a un mismo tiempo la clave de bóveda y la piedra angular del mundo creado.

La inscripción colocada sobre el madero de la Cruz decía: «Jesús de Nazaret es el Rey de los judíos». Esta inscripción es completada por San Pablo cuando afirma que Jesús es «imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura, Cabeza de] Cuerpo, que es la Iglesia, reconciliador de todos los seres».

Parece paradógico que los cristianos nos gloriemos en proclamar Rey a quien muere en la debilidad aparente de la Cruz, que desde este momento se transforma en fuerza y poder salvador. Lo que era patíbulo e instrumento de muerte se convierte en triunfo y causa de vida.

No deja de ser sorprendente volver a leer en este domingo, para celebrar el reinado universal de Cristo, el diálogo entre Jesús y el malhechor que cumpliendo su condena estaba crucificado junto a él. Ante el Rey que agoniza entre la indiferencia de las autoridades y el desprecio del pueblo que asiste al espectáculo del Calvario, suena estremecida la súplica del «buen ladrón», que confiesa su fe y pide: «acuérdate de mi cuando llegues a tu reino».

El Reino nuevo de Cristo, que es necesario instaurar todos los días, revela la grandeza y el destino del hombre, que tiene final feliz en el paraíso. Es un Reino de misericordia para un mundo cada vez más inmisericorde, y de amor hacia todos los hombres por encima de ópticas particularistas. Es el Reino que merece la pena desear. Clavados en la cruz de la fidelidad al Evangelio se puede entender la libertad que brota del amor y se hace realidad «hoy mismo».


Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
Porque consagraste Sacerdote eterno y Rey del universo
a tu único Hijo, nuestro Señor Jesucristo, ungiéndolo con óleo de alegría,
para que ofreciéndose a sí mismo como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz, consumara el misterio de la redención humana, entregara a su majestad infinita un reino
eterno y universal:
el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia,
el reino de la justicia, el amor y la paz.


Prefacio


Palabra de Dios:

Samuel 5, 1-3

Sal 121, 1-2. 4-5

san Pablo a los Colosenses 1, 12-20

san Lucas 23, 35-43

Comprender la Palabra

Con la Solemnidad de Cristo Rey coronamos el Año Cristiano en este último Domingo del ciclo C, que concluímos.

El titulo de «Rey» es atino mesiánico. Ambos títulos «Mesías «y «Rey» se identifican. David, antecesor y figura profética de Cristo, el Hijo de David, fue «ungido rey de Israel» -escuchamos en la lª Lectura.

Mesías (en hebreo), Cristo (en griego), significan «Ungido», untado, penetrado (el aceite penetra) por la fuerza vital (divina) del Espíritu Santo, simbolizada en el óleo (crisma).

¿ Cómo es Jesús Rey? Paradójicamente en el letrero burlesco, colocado en lo alto de la cruz. Jesús es proclamado en todos las lenguas, por todas las lenguas, «Rey»; y es proclamado «Rey» en el momento de la suprema humillación, en el suplicio ignominioso de la cruz. En ella culmina el Señor su función regia, que venía ejerciendo en el servicio por amor hasta la entrega de su vida, » El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar la vida en rescate por muchos». Reinar es servir:

En la suprema humillación vislumbramos, la suprema exaltación del que en verdad «se ha salvado a Si mismo» (¡las burlas «de autoridades y pueblo… y de los soldados»!); El es «el Mesías de Dios, el Elegido’, «el Rey», que se salva a si misma por su Resurrección de la muerte, y que «no salva también a nosotros» por nuestra resurrección en Cristo, con Cristo («el malhechor, que le increpaba: sálvate a ti mismo y a nosotros!).

«Hoy -le responde Jesús al malhechor arrepentido, crucificado a su lado -estarás conmigo en el paraíso». En el malhechor arrepentido podemos considerarnos representados todos los que, como él, invocamos al Señor sinceramente, «acuérdate de mí, cuando llegues a tu remo».

En el fragmento, del himno, que el Apóstol recoge en su Carta (2ª Lectura) Jesús es proclamado Rey, no sólo de los judíos, como rezaba el letrero sobre la cruz, sino del Universo. El es «el Principio» «el Primero en todo», «el Primogénito de toda criatura», en quien «todo se mantiene «, «por quien todas las cosas han sido creadas». Más aún, El es ‘la Imagen del Dios Invisible». En este himno se funda la imagen tantos veces pintada y esculpida del Pantocrator.


Avelino Cayón


el Sínodo Diocesano

Reconocer a Jesucristo es obra del Espíritu Santo en nosotros


La figura de Jesucristo no se reduce a la de un héroe admirable o de un personaje ~jemplar que nos conmueve. Es infinitamente más: el Hijo de Dios vivo que se hizo hombre por nuestra salvación, como confesó Pedro en Cesárea de Filipo. La Verdad sobre Jesucristo no se la reveló ni la carne ni la sangre sino el Padre que está en el ciclo. El ciego Bartimeo siguió al Señor por el camino, como un discípulo, sólo después do recuperar la vista del cuerpo y del alma. Los apóstoles proclaman con claridad y audacia que Jesús es el Mesías después de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés. También nosotros lo confesaremos delante de los hombres de nuestro tiempo, tan autocomplacientes y orgullosos de sí mismos, solamente si recibimos y acogemos la gracia del Espíritu Santo: la vida nueva, que se expresa y manifiesta en la fe, la esperanza la caridad: las virtudes sobrenaturales.


Antonio María Rouco Varela

Cardenal Arzobispo de Madrid
15 octubre 2003

celebrar mejor


Preparando el Adviento: Bendición de la corona

En muchas iglesias y hogares se ha introducido la costumbre de la corona de Adviento, formaría por ramas y cuatro cirios que se van encendiendo uno tras otro en los sucesivos domingos. La «Corona de Adviento» o «Corona de luces de Adviento» es un signo que expresa la alegría del tiempo de preparación a la Navidad. Por medio de la bendición de la corona se subraya el significado religioso. En el «Bendicional», en la tercera parte, donde be encuentran las bendiciones de las cosas que en las iglesias se destinan al uso litúrgico o a las prácticas de devoción, está la bendición de la corona de Adviento (cf. capítulo XXXVII, pág. 553, nn. 1235-1242).

En una monición introductoria se explica el sentido de la corona de Adviento. «Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. La corona de Adviento es, pues, un símbolo de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte, porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre y nos ha dado la verdadera vida. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad «.

En la oración que sigue se pide que aquel que por ser luz de¡ mundo ilumina las oscuridades nos ilumine a nosotros. «La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado. Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la adorna con luces. Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedirnos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser luz del mundo, iluminará todas las oscuridades.


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:
Santa Cecilia, virgen y mártir, patrona de la música

Apocalipsis 14,1-3.4b-5. Llevaban grabado en la frente el nombre de Cristo y el de su Padre.

Lucas 21,1-4. Vio una viuda pobre que echó dos reales.

Martes 3:
San Clemente (s. l), tercer papa, mártir. 0 San Columbano (+615), abad, monje irlandés, fundador en Francia e Italia.



Apocalipsis 14,14-19. Ha llegado la hora de la siega, pues la mies de la tierra está más que madura.

Lucas 21,5-11. No quedará piedra sobre piedra

Miércoles 3:
San Andrés Dung-Lac y compañeros, 117 mártires vietnamitas (ss. XVIII-XIX), canonizados por Juan Pablo 11 en 1988.

Apocalipsis 15,1-4. Cantaba el cántico de Moisés y el cántico del Cordero.

Lucas 21,12-19. Todos os odiarán por causa mía, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.


Jueves 3:

Apocalipsis 18,1-2.21-23; 19,1-3a. ¡Cayó la gran Babilonia~

Lucas 21,20-28. Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que a los gentiles les llegue su hora.

Viernes 3:

Apocalipsis 20,1-4.11-21,2. Los muertos fueron juzgados según sus obras Vi la nueva Jerusalén que descendía del cielo.

Lucas 21,29-33. Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.


Sábado 3:

Apocalipsis 22,1-7, Ya no habrá más noche, porque el Señor irradiará luz sobre ellos,

Lucas 21,34-36. Estad siempre despiertos