Isaías 7,10-14; Sal 23, 1–2 3-4ab. 5-6; san Pablo a los Romanos 1, 1-7; San Mateo 1, 18-24

Hoy encendemos la última vela de la corona de Adviento, nos quedan unos pocos días para celebrar la Navidad. ¡Nadie lo diría!. Desde hace muchas semanas estamos viendo belenes (cada vez menos), adornos o similares (cada vez más), villancicos, ofertas de viaje y miles y miles de anuncios con Papa Noel de protagonista. Cada año la Navidad es más larga y el Adviento más corto. Sin embargo quedan seis días de Adviento para preparar la venida del Señor.
“Cuando José se despertó hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.” San José (ojo, no confundir con figuritas de cera de Beckham, ni al niño Dios con David Bisbal con pañales), nos puede ayudar estos días previos a la Navidad a montar el belén. La tradición de montar el belén parece que proviene de San Francisco que hacía una auténtica catequesis de la encarnación y la pobreza de Dios hecho hombre. No se puede montar un belén sin San José. Pueden faltar las ovejas, los cerditos, los patos, el señor con la leña e incluso puede no tener río (tal vez incluso los más atrevidos y, hoy por hoy, políticamente incorrectos, se atrevan a prescindir del señor haciendo sus necesidades fisiológicas en algún rincón), pero no puede faltar San José. San José era “bueno” pero no con esa bondad de caramelo y espumillón que nos quieren vender en navidades. San José siempre hizo lo que Dios le pedía, aunque no lo entendiese, aunque le costase la incomodidad, la incomprensión de los demás y una vida en absoluto “regalada.” ¡Qué lejos de los mundos de gominola que nos presentan los anuncios!.
“¿No os basta cansar a los hombres que cansáis incluso a Dios?” Es curioso descubrir a Dios cansado. En San José pienso que Dios descansa, al igual que en el seno de su madre y nuestra madre la Virgen. Hoy domingo sería un buen momento para que meditemos si Dios puede descansar en nosotros. En muchas casas hoy aprovecharemos para sacar las cajas de las figuritas, las luces, el serrín: los padres (con la excusa de echar una mano a sus hijos) se enfrascarán (y en algunos casos se enfadarán), colocando las imágenes del nacimiento. Sin embargo, no pensemos que el Señor descansa en esa cuna de pasta de madera. El Señor descansará si en estos días que quedan antes de la Navidad ponemos nuestro corazón en orden, somos capaces de pedir perdón, de abandonar aquellas costumbres que nos alejan de Dios, de adornar nuestra vida con las virtudes cristianas y vivimos “para gloria de su nombre.”
¿No piensas que eso será realmente “montar el Belén”?. ¿No crees que la Navidad es el momento ideal para cambiar de vida y no sólo de microondas?. ¿Por qué no proponer a tu marido, tus hijos, tus amigos que vivan una Navidad según Dios?.
Todavía no estamos en Navidad -parece mentira-, todavía nos queda tiempo para montar el Belén en nuestra vida y preparar la segunda venida de Cristo. ¿Crees que San José elegirá tu corazón -aunque sea un pobre establo-, para acomodarse con su mujer para que nazca el Hijo de Dios?. Si piensas que no, nunca desesperes, aún tienes tiempo para adecentarlo.