Hechos de los apóstoles 11, 21b-26; 13, 1-3; Sal 97, 1. 2-3ab. 3c-4. 5-6 ; san Mateo 5, 27-32

No podía ser de otra manera. Después de la nota de la Conferencia Episcopal apoyando la manifestación del día 18 los titulares publicaban: “La Conferencia Episcopal apoya la manifestación contra del matrimonio homosexual.” Es una manera de manipular las noticias. Cuando se dice que alguien está en contra de algo crea cierto rechazo en quien lo lee, da cierta idea de intransigencia o de buscar algún interés oculto. La Iglesia no está en contra de algo que, por definición, no puede existir. La Iglesia está a favor de la familia, de los padres, madres e hijos; esa es la realidad que existe, de la que todos, hasta los homosexuales, hemos participado, en la que nos hemos educado y que hemos vivido. Otra cosa no es un matrimonio ni una familia. Me jugaría algo a que esta semana aparecerán, por casualidad, unas cuantas noticias de sacerdotes pedófilos, Obispos indignos y homosexuales felices. De todo hay en la viña del Señor, pero eso no cambia en absoluto la realidad del hombre y de la célula de la sociedad: la familia que consta de un matrimonio abierto a la vida y sus hijos.
“Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.” Hoy es San Bernabé, apóstol. Desde sus comienzos la Iglesia nace anunciando la buena noticia, proclamando a Jesucristo, que salva a todo hombre. Algunos pretenden hacer creer que la Iglesia se refugia detrás de sus creencias, parapetada por las armas de la excomunión y el poder y que se defiende, como gato panza arriba, contra todo aquello que mina su influencia. Nada más lejos de la realidad. La Iglesia siempre ha estado en la frontera, anunciando a los que no conocían a Jesucristo la buena nueva del Evangelio, mostrando un nuevo modo de vida a los que se afincaban en el pecado, derramando misericordia sobre los que habían perdido la esperanza, iluminando la vida de todo ser humano desde su realidad de hijo de Dios. Por eso la Iglesia es y siempre será misionera, en el lugar más recóndito del globo terráqueo y en medio de la sociedad más avanzada. Por eso Bernabé, y el resto de los apóstoles, se pusieron en camino a recorrer el mundo conocido. No iban en contra de los judíos, ni contra los romanos: anunciaban lo que gratis habían recibido y que conduce al hombre a su realización plena y su felicidad.
“Fue en Antioquia donde por primera vez llamaron a los discípulos cristianos.” ¿Nunca te has preguntado por qué no hay sólo un molde para ser cristiano?. La Iglesia no dice que para ser un buen seguidor de Cristo haya que ser como San Francisco, ni como San Ignacio, ni como San Pablo o como San Pedro, ni como la Madre Teresa ni como San Juan Bosco. Todos tan distintos y todos son de Cristo. Sería mucho más fácil hacer un cristianismo “prêt a porter,” un catolicismo en serie, todos igualitos y quien se salga del molde se le expulsa. Pero no es así (aunque algunos se empeñen en predicarlo), la Iglesia avanza a soplos del Espíritu Santo y por eso nada humano le es ajeno, así los santos son tan distintos, los cristianos somos tan distintos. La Iglesia, cada uno de nosotros, favorece, alienta y apoya todo lo que es humano, pero también advierte contra lo que deshumaniza, lo que destruye a la persona, lo que es mentira y pecado. La Iglesia no va a hacer su guerra particular contra unos cuantos (pocos realmente), homosexuales, auque hagan mucho ruido y sean colocados como protagonistas por otros a los que, ni les importan esas personas ni casi ninguna, porque lo que buscan es manipularlos y hacer una sociedad a su manera. En la Iglesia se acoge, escucha, alienta y se trata como verdaderos hijos de Dios a los homosexuales, a los mentirosos, a los soberbios, a los adúlteros y lujuriosos, a las prostitutas, a los explotadores …, y se les anuncia la buena noticia de que son hijos de Dios y pueden vivir como tales. ¿Cómo va a ir la Iglesia en contra de los pecadores, si somos los que la formamos?. Espero que en esa manifestación haya también homosexuales que entiendan lo que es la familia, la valoren y la defiendan, aunque nunca formen una.
Cristo es el único modelo, la Virgen nos enseña cómo era su hijo, Podremos ser muy distintos, pero nunca podremos dejar de anunciarle a Él en público y en privado.