Proverbios 2, 1-9 ; Sal 33, 2-3. 4 y 6. 9 y 12. 14-15 ; san Mateo 19, 27-29

Hoy es el Santo del Papa (que no del Cardenal Ratzinger): ¡Felicidades!. Me lo ha recordado mi botella de agua de “San Benedetto.”
Una imagen típica de las películas de los años setenta es la familia que se va de veraneo en su seiscientos. En un coche tan pequeño se metía a la mujer, cinco hijos, la suegra, el perro, tres maletas, cuatro tumbonas, la sombrilla, la cesta del almuerzo y la jaula del canario. Ahora la imagen, al menos en mi barrio, se repite con la diferencia que los coches son más grandes, los hijos no pasan de dos y a la suegra se la deja en una residencia. El lugar de estos lo ocupan la “Play-Station,” el DVD, la bici de montaña y un peluche –de esos con ventosa-, de Bart Simpson enseñando el trasero; pero van igual de apretados. Y curiosamente siempre se olvidan de algo.
“El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” Muchas veces –tal vez demasiadas-, pienso en cambiar de parroquia (mejor dicho, que me cambien) y cuando me imagino la mudanza me da vergüenza. ¿Por qué no nos podremos mudar de casa con una simple maleta?. Te propongo un reto, a no ser que leas este comentario en un cibercafé, echa una ojeada a tu alrededor y descubre cuántas cosas te sobran. Ese libro que no has leído hace cinco años, ese CD que no escuchas nunca, esas plumas o bolígrafos que te regalaron hace quince años, el móvil de última generación que sólo usas para llamar, ese adorno que va acumulando polvo poco a poco, aquel …, ¡cuántas cosas nos sobran!. San Benito dejó –si me permitís expresarme así-, hasta a su hermana.
No es cuestión de pobreza mal entendida, es cuestión de sensatez. “Porque es el Señor quien da sensatez, de su boca proceden saber e inteligencia.” Ponte delante del Sagrario y piensa qué es lo que te hace falta para hacer oración: nada. Medita ese “sólo Dios basta” de Santa Teresa. Escudriña en tu corazón los finos hilos, o las gordas maromas, que te impiden ser sensato. Por conseguir cosas inútiles los hombres se vuelven unos insensatos. Dejan de disfrutar de sus hijos para conseguir cosas que cubra el hueco que deja la falta de los padres, dejan de ver a su mujer para que su mujer se pueda comprar más cosas para ir más guapa, dejan que se estropee su última compra por falta de uso, pues está ocupado intentando ganar más dinero para comprar otra cosa también imprescindible. ¡Es absurdo!. Cuánto más absurdo es no sacar tiempo para estar con Dios, para rezar e ir a Misa, pues tenemos que conseguir algo que ni tan siquiera nos cabe en el ataúd. Cambiamos la Vida por la Visa.
“Concédenos, que, prefiriendo tu amor a todas las cosas, avancemos por la senda de tus mandamientos con libertad de corazón.” Esta frase la escucharemos en la oración Colecta de la Misa de hoy, ojalá seamos tan sensatos como para ponerla en práctica. ¿Es esto muy sacrificado?. No, es ser sensato y estar enamorado de Jesucristo. Así de sencillo. ¿Qué pensaríamos de un hombre que llevase siempre en brazos la Enciclopedia Británica, por si en algún momento le surge alguna duda? ¿Qué pensaríamos de un hombre que tiene tantas cosas inútiles en su cabeza y en su corazón que no deja espacio a Aquel para quien se creo esa cabeza y ese corazón?.
Mi amigo que pasa unos días cerca de Londres diría ahora: ¡Vaya asco! (bueno, lo diría con “M”, pero esta es una página decente). No es para deprimirse. San Pedro, algunos años antes de Benedicto XVI, le preguntó al Señor: “Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido: ¿qué nos va a tocar?” había dejado un montón de cosas por seguir al Maestro y pensaba en llenarse de otras, seguramente mejores y más inútiles que las que tenía en su barca. Pero el Señor no le regaña ni le expulsa del grupo de los doce. Le irá preparando su corazón para que lo único que busque sea a Cristo, aunque lo viese entre lágrimas, y le recompensó con una cruz. Y como a San Pedro le pareció demasiado quiso que se la pusiesen bocabajo. Y éste era el que preguntaba “¿qué nos va a tocar?”
¿A que la vida de la Virgen no te parece rara, ni complicada, ni desagradable? Pídele a ella, se lo pido yo, que nos ayude a ser sensatos.