Comentario Pastoral
EL DÍA DE LA SALVACIÓN

Cuando el año litúrgico toca a su fin, somos convocados desde los textos bíblicos de este domingo, a una reflexión escatológica: «llega el día». Este día no es un día de calendario, sino la hora de Dios, la hora del culto verdadero en espíritu y verdad. No son los cataclismos y desastres cósmicos del final los que deben hacer cambiar nuestra conducta para superar la tibieza espiritual. Siempre es momento oportuno para el cambio, pues siempre es el día propicio, el tiempo apto para honrar el hombre del Señor de los ejércitos y quemar la paja de nuestras infidelidades.
El Señor viene continuamente y es necesario descubrirle presente con actuación salvadora en la historia, por encima de las guerras que continuamente se desatan, los terremotos y hambre que acompañan la vida del hombre, las persecuciones que soporta el creyente. De ahí que no sea fácil vivir con esperanza y perseverar en la fe. Volviendo los ojos a Cristo, que venció al mal en la cruz, el cristiano supera el pánico de la soledad y de la incomprensión y descubre la Buena Noticia del Reino de Dios que se instaura en el mundo. Todos los días son, pues, oferta gratuita de salvación.

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En este domingo de noviembre los católicos de España son movidos a acrecentar su presencia en la Iglesia universal a través de la comunidad diocesana. Cada asamblea eucarística reúne y expresa el misterio total de la Iglesia, porque ella es la Iglesia misma. Este misterio de unidad eclesial tiene sus exigencias y compromisos, que conviene actualizar, para que toda esta realidad mistérica no sea una teoría en la vida.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
Señor, Padre de misericordia: Haz que nuestra Iglesia de Madrid se renueve constantemente la luz del Evangelio y encuentre siempre nuevos impulsos de vida;
consolida los vínculos de unidad entre los laicos y los pastores de tu Iglesia, entre nuestro Obispo Antonio-María y sus presbíteros y diáconos,
entre todos los Obispos y el Papa Juan Pablo II;
que la Iglesia sea, en medio de nuestro mundo, dividido por las guerras y discordias, instrumento de unidad, de concordia y de paz.


Plegaria Eucarística V d


Palabra de Dios:

Malaquias 3, 19-20a

Sal 97, 5-6. 7-9a. 9bc

San Pablo a los Tesalonicenses 3, 7-12

San Lucas 21. 5-19

Comprender la Palabra

En este penúltimo Domingo del Año Cristiano, en el Ciclo B y en el ciclo C, en que estamos (hasta el próximo Domingo), escuchamos. en la lectura del Evangelio un fragmento del llamado Discurso Escatológico, que san Lucas, siguiendo a San Marcos. sitúa, inmediatamente antes del Relato de la Pasión. Responde todo él, a la pregunta de los discípulos: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso? (la destrucción del Templo, de Jerusalén)… «y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».

Se llama Escatológico, porque se refiere a las ultimidades de la Historia: del breve periodo histórico, que va desde la Resurrección de Cristo hasta el año 70; y también de la Historia Universal.»

No es fácil discernir lo referente al final de los tiempos y lo referente al breve; periodo histórico» que concluye con la destrucción de Jerusalén y de su Templo por las legiones romanas al mando de Tito. Ambas líneas históricas se cruzan.

En el breve período histórico, que concluye el año 70, cabe hablar de liberación, salvación («Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas»), pues en esa fecha, al desaparecer el estado-nación judío, cesó la persecución, promovida por los dirigentes religiosos ludíos contra la Iglesia; persecución al a que Cristo se refiere en la lectura del Evangelio y que el Evangelista San Lucas verifica en su Libro de los Hechos de los Apóstoles.

Pero la persecución contra la Iglesia continúa por doquier hasta el fin de los tiempos, hasta la manifestación victoriosa del Hijo del hombre, Jesucristo, el Señor. El breve período histórico de persecución que terminó el año 70, es símbolo, anuncio, de la incesante persecución de la Iglesia en este mundo hasta el fin de los tiempos.

Cristo -en expresión atrevida del Profeta Malaquias (1ª Lectura)- es “el Sol de justicia»; que juzgará justamente, que justificará definitivamente; que «ilumina» y «lleva la salud (salvación) en las alas»; ‘en aquel «Día».

Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

Desarrollo del rito eucarístico


En cada etapa de la historia de la Iglesia, la celebración eucarística, como fuente y culmen de su vida y misión, resplandece en el rito litúrgico con toda su riqueza multiforme…Los Padres sinodales -XI Asamblea Ordinaria, 2 al 23 octubre 2005- han constatado y reafirmado el influjo benéfico que ha tenido para la vida de la Iglesia la reforma litúrgica puesta en marcha a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II. El Sínodo de los Obispos ha tenido la posibilidad de valorar cómo ha sido su recepción después de la cumbre conciliar. Los juicios positivos han siclo muy numerosos. Se han constatado también las dificultades y algunos abusos cometidos, pero que no oscurecen el valor y la validez de la renovación litúrgica, la cual tiene aún riquezas no descubiertas del todo. En concreto, se trata de leer los cambios indicados por el Concilio dentro de la unidad que caracteriza el desarrollo histórico del rito mismo, sin introducir rupturas artificiosas.


Benedicto XVI

Exhortación «Sacramentum caritatis», n. 3

celebrar mejor


Día de la Iglesia Diocesana

El penúltimo domingo del año litúrgico (XXXIII del tiempo ordinario), se celebra en España, desde 1984, el «Día de la Iglesia Diocesana». Este día tiene una doble finalidad: sentir viva y actuante nuestra comunión ec1esial diocesana, y crecer en comunicación cristiana de bienes y servicios, que proporcione soporte y ayuda a las necesidades pastoral es diocesanas. En ambas direcciones debemos crecer, sentimos Diócesis y abrimos a las necesidades de toda la Diócesis, para poder cumplir mejor la misión que Cristo ha confiado a la Iglesia de Madrid.

La Iglesia, aún ateniéndose a criterios de pobreza y de desprendimiento evangélicos precisa disponer de recursos suficientes para atender al culto divino, a las obras apostólicas y de caridad y al conveniente sustento de sus ministros. Se ha de conseguir una verdadera comunicación cristiana de bienes para que la Iglesia pueda cumplir su misión con entera libertad.

La Iglesia somos todos. Y «los fieles tienen el deber de ayudar en sus necesidades a la Iglesia, de modo que disponga lo necesario para el culto divino, las obras apostólicas y de caridad y el conveniente sustento de los ministros» (c. 222,1).

Con la colaboración de todos la Diócesis de Madrid, como la mayoría de las diócesis de España, no sólo puede autofinanciarse, solucionando sus propios problemas económicos, sino también contribuir, dada su potencialidad económica, en la solución de las necesidades económicas, en la solución de las necesidades de otras diócesis, que con toda seguridad no podrán por sí mismas hacer frente a ellas.


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:



1 Macabeos 1,10-15.41-43.54-57.62.64. Una cólera terrible se abatió sobre Israel.

Lucas 18,35-43. ¿Qué quieres que haga por ti? Señor, que vea otra vez.

Martes 3:


2 Macabeos 6,18-31. Legaré un noble ejemplo, para que aprendan a arrastrar voluntariamente la muerte por amor a nuestra ley.

Lucas 19,1-10. El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.

Miércoles 3:

Presentación de la Santísima Virgen, de origen oriental, en occidente desde 1585.

Zacarías 2,14-17. Alégrate, hija de Sión, que yo vengo.

Mateo 12,46-50. Señalando con la mano a los discípulos dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos».

Jueves 3:

Santa Cecilia, virgen y mártir, patrona de la música.

1 Macabeos 2,15-29. Viviremos según la alianza de nuestros padres.

Lucas 19,41-44. ¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!

Viernes 3:
San Clemente (s. I), tercer papa, mártir. O San Columbano (+615), abad, monje irlandés, fundador en Francia e Italia

1 Macabeos 4,36-37.52-59. Celebraron la consagración del altar ofreciendo holocaustos.

Lucas 19,45-48. Habéis convertido la casa de Dios en una cueva de

Sábado 3:
San Andrés Dung-Lac, y compañeros. 117 mártires vietnamitas (ss. XVIII-XIX), canonizados por Juan Pablo II en 1988.



Macabeos 6,1-13. Por el daño que hice en Jerusalén muero de tristeza.

Lucas 20,27-40. No es Dios de muertos, sino de vivos.