Comentario Pastoral
EL GOZO DE LA PASCUA

La alegría que cantan las campanas, los aleluyas que resuenan en el templo son signos claros del gozo nuevo de este día bendito de Pascua. No somos cristianos por el hecho de creer en el pecado, en la cruz, en el sufrimiento y en la muerte; somos cristianos porque creemos en el perdón, en la alegría, en la liberación, en la resurrección, en la Vida. El corazón de nuestra fe es una esperanza de que toda prueba se transforma en gracia, toda tristeza en alegría, toda muerte en resurrección.

Pascua es la experiencia de que no estamos en el mundo como encerrados en un sepulcro, de que nos han liberado de la losa que reducía la existencia a oscuridad y esclavitud. Pascua es luz, gozo, vida nueva.

Para muchos la cuestión difícil no está en saber si tienen fe en la resurrección, sino en saber si sienten deseo de resucitar y si tienen ganas de vivir. Lo esencial no es resucitar dentro de diez, de veinte o de cincuenta años, sino vivir ahora como resucitados. Pascua significa que podemos resucitar, que podemos experimentar una vida nueva. El cristiano no cree en la vida futura, sino en la vida eterna, que ha comenzado ya, que se vive desde ahora.

Para que la Pascua sea una realidad plena se debe aceptar la muerte de esa zona de la propia alma en la que se está demasiado vivo: intereses, temores, tristezas, egoísmos. y hay que resucitar en esa zona en la que estamos demasiado muertos: resucitar a la fe, a la esperanza, al perdón, al amor, a la paz, a la alegría. La comunión pascual es no absolutizar el pan de esta vida, para poder saborear el pan de la otra vida, pan de justicia, de sinceridad, de entrega, de fraternidad. No hay que celebrar solamente la resurrección que aconteció hace dos mil años, sino hay que intentar que la Pascua sea fiesta actual en la resurrección de los cristianos, que atestiguan ante el mundo que es posible morir y resucitar.

La gran prueba de que Cristo ha resucitado, de que Cristo vive es que su amor vive, que hay personas y comunidades que viven de su vida y que aman con su amor.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
Señor Dios, que en este día nos has abierto las puertas de la vida
por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte,
concédenos a los que celebramos la solemnidad
de la resurrección de Jesucristo,
ser renovados por tu Espíritu
para resucitar en el reino de la luz y de la paz.


Oración colecta


Palabra de Dios:

Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43

Sal 117, 1-2. l6ab-17. 22-23

Colosenses 3, 1-4

san Juan 20, 1-9

Comprender la Palabra

Domingo I de Pascua, Vigilia Pascual

La Celebración de la Palabra de Dios de la Solemne Vigilia Pascual es extraordinaria. Cada una de las Lecturas del Antiguo Testamento tiene su correspondiente Salmo, al que sigue un momento de silencio meditativo y una Oración conclusiva, cuyo contenido es el mensaje de la Lectura. El conjunto del Lecturas del A. T. es representativo de todo el A. T. Hacemos así esta Noche lo que el mismo Cristo hizo: «A esto me refería (o la Resurrección de entre los muertos), cuando, estando todavía con vosotros, os dije que lodo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de Mi tenia que cumplirse», pues «toda la Escritura habla de Él».

Hay una unidad de fondo, no obstante la diversidad, en las Lecturas, que escuchamos del A. T., que no es otra sino Cristo. Él es la clave de interpretación: Él es la Nueva Creación, el Nombre Nuevo; Él es el Nuevo Isaac sacrificado y escapado de la muerte; Él es el Éxodo, Él es la Pascua. La Noticia, que escuchamos en la Lectura del Evangelio «Ha resucitado» es el foco luminoso, que da plenitud de sentido a todo el Antiguo Testamento.

La Resurrección de Cristo es nuestra resurrección en Cristo, anticipada sacramentalmente en el Bautismo, como nos lo declara el Apóstol en la Lectura, que precede a la del Evangelio:

La Lectura del Evangelio de esta Noche es continuación, mejor, culminación del Relato de la Pasión del Señor, que escuchábamos el Domingo pasado.
Domingo de Resurrección (Misas del día)

Este Domingo, el Primero de Pascua, es el Domingo primordial, que origina la serie de los domingos del Año Cristiano. Es el Domingo-Aniversario del Acontecimiento de la Pascua del Señor.

Las Lecturas Bíblicas son las mismas para los tres ciclos A. B y C. La Lectura del Evangelio -continuación y conclusión del Relato de la Pasión, que escuchábamos el Viernes Santo-, se hace eco de la Buena Noticia, que escuchábamos en la Noche de la Pascua: «…que Él había de resucitar de entre los muertos».

El interés del Relato está en los dos verbos: » VIO y CREYO”. «Vió”, no el acontecer de la Resurrección de Cristo (entonces estaría de más el segundo verbo), sino los signos de la Resurrección: el sepulcro vacío, las vendas por el suelo, el sudario plegado en sitio aparte. «Y creyó». La fe no requiere evidencia: si hay evidencia, no es posible la fe. En la bienaventuranza eterna ya no hay fe. Sin embargo la fe necesita la evidencia de los signos. El Evangelista San Juan pone de relieve la insistencia de Jesús en los signos de la fe; la fe, que es don de Dios y tarea («trabajo «) del hombre.

Las otras dos Lecturas son solemnes testimonios, que dan la Resurrección de Cristo los dos grandes Apóstoles, videntes. creyentes. testigos. Pedro (1ª Lectura) y Pablo (2ª Lectura), Columnas de la Iglesia, toda ella Apostólica. cuya fe en Jesús-Cristo se funda en el testimonio de los Apóstoles.


Avelino Cayón


celebrar mejor


La Octava de Pascua

«Los ocho primeros días del tiempo Pascual constituyen la octava de Pascua y se celebran como solemnidades del Señor». Son una evocación continuada e intensa de la Resurrección del Señor, a través de la lectura de las apariciones, narradas por los cuatro evangelistas. Se descubre en ellas una intención ordenada y sucesiva de los hechos: la aparición de Jesús resucitado a las mujeres (Mt 28,8-15), a María Magdalena (Jn 20,11-18) -¿son dos o se trata de la misma aparición en la mañana misma de la resurrección?-, a los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35), a los apóstoles reunidos en el cenáculo (Lc 24.35-48) -ambas en la tarde de aquel día-, a los discípulos junto al lago de Tiberíades (Jn 21,1-14) -la tercera aparición estando los discípulos reunidos-, y la síntesis de todas las apariciones: a María Magdalena, a los dos de Emaús y a los Once reunidos (Me 16, 9-15). «Oh Dios, que todos los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección del Señor; concédenos a través de la celebración de estas fiestas, llegar un día a la alegría eterna», La primera lectura está tomada de los Hechos de los Apóstoles: la experiencia de los discípulos que «comieron y bebieron con el Resucitado», que «eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones” y «todos pensaban y sentían lo mismo» y reunida en oración con María esperaban la manifestación del Espíritu, es el modelo de los cristianos de todos los tiempos.

Originariamente la octava de pascua fue concebida como una octava de Bautismo, para asegurar a los neófitos una catequesis postbautismal y orar por los nuevos miembros de la Iglesia. Este aspecto aparece destacado en las antífonas y en las oraciones de la Misa. !!Les dio a beber agua de prudencia; apoyados en ella no vacilarán, los ensalzará para siempre. Aleluya». “Señor, Dios, que por medio del bautismo haces crecer en tu Iglesia, dándole siempre nuevos hijos, concede a cuantos han renacido en la fuente bautismal vivir siempre con la fe que profesaron». «Oh Dios, que has reunido pueblos diversos en la confesión de tu nombre, concede a los que han renacido en la fuente bautismal una misma fe en su espíritu y una misma caridad en su vida». «Oh Dios, que con la abundancia de tu gracia no cesas de aumentar el número de tus hijos, mira con amor a los que has elegido como miembros de tu Iglesia, para que, quienes han renacido por el bautismo, obtengan también la resurrección gloriosa».


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:

Hechos 2,14.22-23. Dios resucitó a este Jesús y todos nosotros somos testigos.
Mateo 28,815. Id a comunicar a mis herma-nos que vayan a Galilea, allí me verán.

Martes 3:

Hechos 2,36-41. Convertíos y bautizaos to-dos en nombre de Jesucristo.
Juan 20,1 1-18. He visto al Señor y ha dicho esto,

Miércoles 3:

Hechos 3,1-10. Te doy lo que tengo: en nom-bre de Jesucristo, echa a andar.
Lucas 24,13-38, Reconocieron a Jesús al par-tir el pan

Jueves 3:

Hechos3,11-26. Matásteis al autor de la vida; pero Dios le resucitó de entre los muertos.
Lucas 24,35-48. Estaba escrito: El Mesías pade-cerá y resucitará de entre los muertos al tercer día.

Viernes 3:

Hechos 4,1-12. Ningún otro puede salvar.
Juan 21,1-14. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

Sábado 3:

Hechos4,13-21. No podemos menos de contarlo que hemos visto y oído.
Marcos 16,9-15. Id al mundo entero y predicad el Evangelio.