No me gusta, no quiero, no es el lugar ni sé hablar de política, pero no me puedo resistir a hablar de los políticos, pues la anécdota ilustra muy bien parte del Evangelio de hoy. El presidente de España quería tener un encuentro con el presidente de EEUU en una cumbre que han celebrado los “grandes” de occidente. El pobre nunca ha conseguido tener un encuentro formal con Bush y esperaba que esta fuese su ocasión. Pero todo se quedó en un “Hola, hola, felicidades” dicho por el presidente americano según pasaba al lado del presidente español. Se acabó la cumbre y, con esa profundidad de diálogo acabó el encuentro entre los dos. Son menos palabras que el famoso “Por qué no te callas” pero mucho más agradables. Ahora hay que justificar el por qué no se encontraron, eso es cosa de los diplomáticos, pero se ve a las claras la de piruetas que tienen que hacer los poderosos de este mundo para mantener relaciones, sean buenas o malas.
“Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: -«¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?»” ¡Qué distinto es Dios de los poderosos de la tierra!. Quien quiera acercarse a Dios haciendo distintas volteretas diplomáticas, utilizando argumentos de peso o haciendo valer sus cualidades seguramente le vea pasar de largo diciendo un “Hola, hola” pero sin encontrarse con Él. Acercarnos a Dios, al creador de cielos y tierra, al que hizo todo y sin El nada ha sido hecho no se trata de un esfuerzo humano por caer simpático al Señor. Es darnos cuenta que ha sido Dios el que se ha querido acercar a los hombres, el que nos ha mirado “levantando los ojos” pues se ha rebajado hasta hacerse como nosotros, menos que nosotros pues se ha puesto a nuestro servicio. Y entonces sólo el hombre humilde, que mira hacia abajo, se encuentra con los ojos de Jesús que le mira y siente la confianza, dada por el Espíritu Santo, para acercarse a Él. Y entonces Dios no se queda en un saludo diplomático, en unas palabras de compromiso. Dios se entrega completamente con su Palabra hecha carne, con su Cuerpo y su Sangre en la Eucaristía, con todos sus dones y su grandeza.
“Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.” Dios se acerca a los hombres y estos sólo piensan en lo humano. Jesús no se marcha por falsa humildad, Él es mucho más que cualquier rey terreno, y los hombres no se dan cuenta. «Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos hombres. No hace mucho salió un tal Teudas, dándoselas de hombre importante, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, dispersaron a todos sus secuaces, y todo acabó en nada. Más tarde, cuando el censo, salió judas el Galileo, arrastrando detrás de sí gente del pueblo; también pereció, y dispersaron a todos sus secuaces. En el caso presente, mi consejo es éste: No os metáis con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se dispersarán; pero, si es cosa de Dios, no lograréis dispersarlos, y os expondríais a luchar contra Dios.» Seguimos en las mismas. Queremos de Él un “Hola, hola, felicidades” y presumir de haber sido saludados por alguien importante, cuando Cristo se está dando completamente. Y es que Dios, siempre por amor, se sobrepasa a todo lo que nosotros podamos pensar o imaginar.
Piénsalo hoy, o el domingo, cuando te acerques a comulgar. ¿Cómo te estás acercando a Él? Pídele que te sorprenda, que se haga siempre y en todo momento su voluntad, que sea Él el que te encuentre dispuesto a dejarte alimentar.
María sabía a quien acunaba entre sus brazos, pero eso era lo que Dios quería, hacerse débil en la pequeñez de una criatura, y contemplaba con asombro y gratitud el Misterio. Asómbrate tú y agradece que quiera hacerse presente, aún más débil, en tu propio pecho.