Que San Isidro me perdone y, aunque hoy celebremos su solemnidad en Madrid, voy a escribir sobre la solemnidad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, aunque en esta ciudad lo celebremos entro de una semana. Algún día tendré templo parroquial, mientras tanto sigo yendo de casa en casa y, dentro de poco, comenzaré en la calle. Comenzar una parroquia es una aventura apasionante, no exenta de dificultades, pero ciertamente hermosa. Gracias a Dios muchos feligreses están interesados en la parroquia y te dan ideas, sugerencias y te cuentan experiencias imaginando su parroquia. Agradezco cada una y algunas son verdaderas buenas ideas. Algunos, un tanto más alejados de la vida parroquial y que entienden poco la Iglesia, te cuentan de un sacerdote que hizo algo original, demasiado original aveces, con lo que se habían ganado un club de fans numeroso entre su feligresía. Entonces, sinceramente, me entran retortijones, imaginando a unos cuantos que sigan a un sacerdote, por original que sea, y aunque ese sacerdote sea yo mismo. Ese sería mi gran fracaso. O conseguimos en esta parroquia que cada persona se enamore de Cristo o esta parroquia será un fracaso. Comprendo que los sacerdotes podemos ser puentes o muros para acercarse a Jesús, pero lo ideal sería que los cristianos pasasen cómodamente por el puente sin fijarse en él, o salten a la torera el muro sin darle demasiada importancia.
«He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios.» Jesús está deseando estar con nosotros. Él es el único sacerdote y, los sacerdotes ordenados, desde el Papa hasta el último ordenado el sábado pasado, simplemente tenemos que trasparentar a Cristo y hacerlo presente en el altar, en la misericordia y facilitar a los cristianos o no cristianos que se encuentren con Él. Podría copiar aquí entero el cántico del siervo de Isaías de la primera lectura de hoy, pero prefiero que lo leáis despacio, que lo paladeéis, que agradezcáis a Dios lo que hace por nosotros y, así, comprendamos que tenemos, todos, que trasparentar a Cristo.
¿Por qué tanta gente no cree? Tal vez porque nos hemos dedicado demasiado a anunciarnos a nosotros mismos, nuestras virtudes y méritos, sin darnos cuenta que la virtud y el mérito es de Aquel que nos llamó. Aún así, a pesar de nuestras oscuridades, Jesucristo sigue siendo la luz que brilla en la tiniebla y está por encima de nuestras miserias. Por esto en la Iglesia, aunque surjan críticas y también manipulaciones por parte de otros, seguimos encontrando soplos de aire fresco que muchas veces entran por pequeñas rendijas, ocultas y que pasan desapercibidas, pero que llenan de oxígeno el mundo entero.
Jesucristo único, sumo y eterno sacerdote, concede a tu Iglesia y al mundo entero el irse identificándose contigo, como lo hace nuestra Madre la Virgen. ¿Original? Sólo Cristo.
En esta noche en que España ha vuelto ha sufrir el zarpazo del terrorismo y un Guardia Civil ha vuelto a perder la vida tengo que manifestar mi oración por la familia y por todos aquellos que velan y entregan su vida por nuestra patria. Si lo shombres no aceptan la justicia, la hará Dios.