Comentario Pastoral
EL RIESGO DE LA ELECCIÓN

Los paralelismos antitéticos son recurso literario y frecuente en la Biblia. En las lecturas de este domingo noveno del Tiempo ordinario destacan imágenes de dualidad: el camino de la bendición y de la maldición, el pecado y la fe, la construcción sobre roca o sobre arena. En la base de estos símbolos e imágenes está la libertad y el compromiso de la elección del cristiano, del que quiere vivir consecuentemente el compromiso de la fe, del que quiere ser fiel a Dios.

El gran don y el gran riesgo que tenemos los humanos es saber elegir, es usar inteligentemente el don de la libertad para poder realizarse como persona. Para poder optar libremente debe haber plenitud de convencimiento y de voluntad. jEn cuántas ocasiones y situaciones estamos optando, eligiendo, decidiendo, comprometiéndonos!. Por otra parte, el necesario respeto a las decisiones de los otros es siempre una postura de gran sensibilidad cristiana, pues el único que puede juzgar el interior del hombre es Dios. Respetar no significa compartir, ni es tampoco una claudicación.

La palabra de Dios es una interpelación continua que exige su puesta en práctica, que nos mueve a decidir, que no nos deja indiferentes, que nos saca de nuestra comodidad egoísta. La Palabra de Dios nos mueve a ser constructores de la verdad y de la bondad, edificando nuestras-acciones sobre la roca de la fe auténtica, y no sobre la arena movediza de una pseudo-religiosidad, que se mueve en expresiones superficiales de ritualismos egoístas.

Construir, basarse, apoyarse sobre «roca», es hacerlo sobre el fundamento estable de la fe y del verdadero amor a Dios. No hay que temer lluvias torrenciales ni vientos huracanado s de rechazos secularistas ni de críticas de falsos profetas. Lo que verdaderamente nos importa es el juicio de Dios.

Andrés Pardo


Palabra de Dios:

Deuteronomio 11, 18.26-28. 32

Sal 30, 2-3a. 3bc-4. 17 y 25

san Pablo a los Romanos 3, 2l-25a. 28

san Mateo 7, 21-27

Comprender la Palabra

Con este Domingo reanudamos la serie de los domingos del Tiempo Ordinario del Año Cristiano, que quedó interrumpida con el comienzo de la Cuaresma. Los Tiempos de Cuaresma y de Pascua tienen su propio régimen de Lecturas bíblicas.

En el Tiempo Ordinario, caracterizado por el color verde, la lectura del Evangelio -lectura semicontinua, siguiendo el orden de capítulos-, este año (ciclo A), se toma preferentemente del Evangelio según San Mateo.

La lª Lectura, de uno u otro Libros del Antiguo Testamento, está escogida en función de la Lectura del Evangelio. La relación entre ambas Lecturas, varía según los casos: La 1ª Lectura es un anuncio y la del Evangelio su cumplimiento; la 1ª Lectura ayuda a entender en profundidad el contenido del Evangelio o bien obliga a entenderlo desde cierta perspectiva; una y otra Lecturas nos ofrecen un contraste o un paralelismo; o bien la 1ª Lectura recoge la cita bíblica, a la que se refiere el Evangelio.

El Domingo 4º del Tiempo Ordinario escuchábamos el exordio (las Bienaventuranzas) de la Primera gran Recopilación de enseñanzas de Jesús, que el Evangelista San Mateo nos ofrece, Este año no hemos tenido ocasión de escuchar el contenido del llamado Sermón de la Montaña. Hoy, Domingo 9″ escuchamos el Epílogo, que consiste en una a modo de Parábola: la de “las dos casas», construidas una «sobre roca» y otra «sobre arena”, El que «pone en práctica las enseñanzas» de Jesús -todo lo que precede: el Decálogo, interpretado por Jesús, la Ley Nueva, la Ley Evangélica, la Ley de la Libertad, como la llama el Apóstol Santiago -«edifica su vida sobre roca»; y el que «escucha y no pone en práctica» «edifica sobre arena», arruina su vida. Siempre que Jesús nos dice, se nos dice: El es la Ley, su Persona, su Vida; El es la ROCA.

Dicho de otro modo con palabras, que el Autor del Libro del Deuteronomio pone en boca de Moisés: «Mirad, os pongo delante bendición y maldición: bendición, si escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios, que yo os mando hoy»,

Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

Sufrir con el otro


Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo. Pero una vez más surge la pregunta: ¿somos capaces de ello?

¿El otro es tan importante como para que, por» él, yo me convierta en una persona que sufre? ¿Es tan importante para mí la verdad como para compensar el sufrimiento? ¿Es tan grande la promesa del amor que justifique el don de mi mismo? En la historia de la humanidad, la fe cristiana tiene precisamente el mérito de haber suscitado en el hombre, de manera nueva y más profunda, la capacidad de estos modos de sufrir que son decisivos para su humanidad. La fe cristiana nos ha enseñado que verdad, justicia y amor no son simplemente ideales, sino realidades de enorme densidad. En efecto, nos ha enseñado que Dios -la Verdad y el Amor en persona- ha querido sufrir por nosotros y con nosotros.


Benedicto XVI

Enciclica «Spe Salvi”, n. 38

celebrar mejor


El Tiempo Ordinario

Al día siguiente de la solemnidad de Pentecostés, el lunes, 12 de mayo, clausurado el Tiempo Pascual, reanudamos el Tiempo ordinario, que se había interrumpido en la Cuaresma, en la cuarta semana, omitida la quinta. Los dos domingos siguientes han estado ocupados por las solemnidades de la Santísima Trinidad y del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, de manera que hasta este domingo IX no nos hemos fijado en el tiempo ordinario dominical.

En el tiempo ordinario «no se celebra algún aspecto peculiar del misterio de Cristo, sino más bien se recuerda el mismo misterio de Cristo en su plenitud, principalmente los domingos» (Normas universales sobre el calendario, 11.43). Durante este tiempo, semana tras semana y día tras día, y episodio tras episodio se presenta toda la vida histórica de Jesús siguiendo la narración de los evangelios. Cada episodio evangélico es un paso para penetrar en el misterio de Cristo, un momento de su vida histórica que tiene hoy un contenido concreto y se cumple en la celebración. Cristo se presenta en su Palabra mostrándose a sí mismo en su vida terrena y reclamando de los hombres la fe en la salvación que él fue realizando día tras día.

El cristiano celebrando sucesivamente todos los pasos de Jesús, hace suyo el camino y programa pascual que ha de realizarse no sólo en el curso del año litúrgico, sino a lo largo de toda la vida.

Se leen a lo largo del año los tres evangelios sinópticos, uno por cada año o ciclo. Este año se leerá los domingos el evangelio de San Mateo. La lectura del Antiguo Testamento se relaciona con el evangelio como anuncio del correspondiente episodio de la vida de Jesús. La segunda lectura tomada de las cartas de San Pablo o de Santiago no guarda relación ni con uno ni con otro.


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:
San Marcelino y San Pedro, mártires

2 Pedro 1,1 -7. Nos ha dado los inapreciables bienes prometidos con los cuales podéis participar del mismo ser de Dios.

Marcos 12, 1-12. Agarraron al hijo querido, lo mataron, y lo arrojaron fuera de la viña.

Martes 3:
San Carlos Luanga y compañeros mártires de Uganda en el siglo XIX.

2 Pedro 3, 12-15a.17-18. Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva.

Marcos 12,13-17. Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.

Miércoles 3:

2 Timoteo 1,1-3.6-12. Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos.

Marcos 12,16-17. No es Dios de muertos, sino de vivos.

Jueves 3:
San Bonifacio (673-754), obispo de Maguncia, asesinado por unos paganos.

2 Timoteo 2,8-15. La palabra de Dios no está encadenada. Si morimos con él viviremos con él.

Marcos 1,2,28b-34. Este es el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste.

Viernes 3:
San Norberto (1080-1134), canónigo de Colonia, predicador en Francia, fundador de los Premonstratenses y obispo de Magdeburg.

2 Timoteo 3,1 0-17. El que se proponga vivir piadosamente en Cristo Jesús, será perseguido.

Marcos 12,35-37. ¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de Dios?

Sábado 3:

2 Timoteo 4, 1-8. Cumple tu tarea de evangelizador. Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el Señor me premiará con la corona merecida.

Marcos 12,38-44. Esa pobre viuda ha echado más que nadie.