Comentario Pastoral
NO TENGAIS MIEDO


No es pecar de dramatismo el constatar que crece el miedo social, la sospecha de todo, la inseguridad y la necesidad de defenderse y buscar cada uno su salida en la vida. La vida está cada vez más difícil o, al menos, así lo percibe mucha gente que no ve claro el futuro.

Este miedo no se manifiesta siempre de la misma manera ni tiene los mismos efectos en todos. Hay quienes sienten necesidad de consumir más para sentirse más protegidos, y de lanzarse a una vida de divertimiento que les permita olvidar los problemas de cada día. Hay quienes caen en la pasividad, la resignación y el desencanto, pues se sienten dominados por una sensación de impotencia, al tener muy pocas posibilidades de protagonismo en una sociedad tan compleja y tan sometida al interés de los privilegiados.

Es posible también que un número no pequeño de personas busquen en la religión la seguridad que no encuentren en otra parte Ahora bien, cuando lo que nos empuja a lo religioso es el deseo de seguridad y no la búsqueda de sentido, la fe corre el riesgo de ser mal entendida e incluso manipulada.

El nombre necesita descubrir una esperanza definitiva y una fuerza que dé sentido a su luchar diario. Necesita encontrar un principio perenne de nuevas posibilidades, una razón para vivir, una confianza para morir. El que ha comprendido a Jesucristo, entiende sus palabras: «No tengáis miedo». Pues la fe es quizás antes que nada, fuerza contra todo miedo y osadía para seguir creyendo en el futuro del hombre desde un compromiso humilde y desde una confianza ¡limitada en el Padre de todos.


Para orar con la liturgia
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno:
En tí vivimos, nos movemos y existimos;
y, todavía peregrinos en este mundo,
no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor,
sino que poseemos ya en prenda la vida futura,
pues esperamos gozar de la Pascua eterna,
porque tenemos las primicias del Espíritu por el que resucitaste a Jesús de entre los muertos.


Prefacio dominical V


Palabra de Dios:

Jeremías 20, 10-13

Sal 68, 8-10. 14 y 17. 33-35

san Pablo a los Romanos 5, 12-15

san Mateo 10, 26-33

Comprender la Palabra

Escuchamos este Domingo un fragmento del llamado Discurso de la Misión – Segunda Recopilación de enseñanzas de Jesús sobre la Misión de los discípulos, de la Iglesia, en medio del mundo. Nos advierte el Señor que el Mensaje Cristiano inevitablemente será contestado como algo extraño, que es preciso erradicar; y que los mensajeros serán perseguidos por los poderes malignos (v. gr. Ideologías), que predominan en este mundo. Concluye el Señor con las palabras que escuchamos (la Lectura del Evangelio).

Por tres veces insiste el Señor: “No tengas miedo”. La advertencia es necesaria sobre todo en nuestros tiempos, en que los creyentes en Cristo somos presionados, sni no amenazados, a callar, a disimular, nuestra condición de cristianos. Pero no podemos callar. Tenemos que “decir en pleno día” y “pregonar desde la azotea” lo que hemos recibido, “ lo que se nos ha dicho al oído”(”la fe entra por el oído”). Lo oculto, lo escondido, en el corazón tiene que “llegar a saberse”. El laicismo imperante no ceja en su propósito de asfixiar la fe, reduciéndola al ámbito de lo privado. Se propone incluso la contradicción de dos morales: la privada y la pública.

No podemos pasar por alto la seria amonestación del Señor a los que hemos sido agraciados con el don de la fe: “Si uno se pone de mi parte ante los hombres. Yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno se niega ante los hombres. Yo también lo negaré a él ante mi Padre del cielo”.

En el fondo de las palabras de Jesucristo en la Lectura del Evangelio resuenan las palabras del Profeta Jeremías, acosado por sus perseguidores. (1ª Lectura).

Dar testimonio de la fe es ciertamente valentía, pero es sobre todo don de Dios: “El Señor está conmigo – dice el Profeta – como fuerte soldado”.

Sin embargo los poderes demoníacos – en expresión del Profeta – “ se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno, que no se olvidará”.


Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

María, estrella de esperanza


La vida humana es u camino. ¿Hacía qué meta? ¿Como encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestras vidas son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan la luz reflejando la luz de Cristo. ofreciendo así orientación para nuestra travesía. Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza. Ella que con si “si” abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; Ella se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, el la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14)?


Benedicto XVI

Enciclica «Spe Salvi”, n. 49

al ritmo de la semana


Nacimiento de San Juan Bautista – 24 de junio

Juan el Bautista, el hombre de los desiertos, el hombre que no se resigna a cree que Dios no pueda cumplir la promesa. É ha visto amanecer ya el Día, ha podido percibir cómo el desierto le tendía la mano No le ha faltado el alimento diario, ni e agua en momentos de bochorno. En este amanecer ha comprendido que el día ca mina hacia su plenitud y que los hombres vivirán sin temor, como hijos, una vez que llegue el Compasivo.

Nacimiento de Juan el Bautista: ¿Será un privilegiado entre los nacidos de mujer? Y el más pequeño en el reino de los cielos, ¿no será tan privilegiado como él? Buen día para preguntamos por el futuro de nuestros niños: ¿qué será de estos niños? Porque también su nacimiento y su
vida es prueba palpable del amor misericordioso del Padre. ¿Seremos capaces de dedicarles el tiempo que sea necesario para que crezcan y se fortalezcan en el Espíritu? ¿Les alejaremos de tanto ruido vació del mundo para introducirlos en la sonoridad del desierto donde puedan escuchar con sorpresa al Dios que habla y anuncia la paz a sus amigos y a aquellos que se convierten de corazón?

Sí. Muchos de ellos han salido ya al desierto, han encontrado manantiales de agua viva y, subidos sobre los montes, empiezan a hacer señas a los hombres mostrándoles el camino del Mesías que avanza por el desierto y trae la paz.



Tirso Vaquero

Para la Semana

Lunes 3:

2 Reyes 17,5-8.13-15a.18 El Señor arrojó de su presencia a Israel, sólo quedó la ciudad de Judea.

Mateo 7,1-5. Sácate primero la viga del ojo.

Martes 3:

Natividad de San Juan Bautista. No ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista.

Isaías 49, 1-6 Te hago luz de las naciones.

Hechos 13,22-26. Antes de que llegará Cristo, Juan predicó.

Lucas 1,57-66.80. El nacimientode Juan Bautista. Juan es su nombre.

Miércoles 3:


2 Reyes 22,8-13;23,1-3. El Rey leyó al pueblo el libro de la alianza encontrado e le Templo y selló ante el Señor la alianza.

Mateo 7,15-20. Por sus frutos lo conoceréis.

Jueves 3:
En Madrid: San Josemaría Escrivá de Balaguer, presbítero, fundador del Opus Dei.

2 Reyes 28,8-17. Nabucodonosor despertó a Jeconías y a todos sus hijos de Babilonia.

Mateo 7,21-29. La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena.

Viernes 3:


2 Reyes 25,1-12. Marchó Judá al desierto.

Mateo 8,1-4. Si quieres, puedes limpiarme.

Sábado 3:
San Ireneo (130-200), obispo de Lyon, defesor de la fe católica.

Lamentaciones 2,2.10-14.18-19. Grita al Señor. Laméntate, Sión.

Mateo 8,5-17. Vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahám, Isaac y Jacob.