PRIMERA LECTURA
A los extranjeros los traeré a mi monte santo
Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6-7

Así dice el Señor:  «Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria.  A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros;  conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.  Que canten de alegría las naciones,  porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R.  Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R.

SEGUNDA LECTURA
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 13-15. 29-32

Hermanos:  Os digo a vosotros, los gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos.  Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida? Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.  Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia.  Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia.  Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.

Palabra de Dios.

EVANGELIO
Mujer, qué grande es tu fe
Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.  Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:  -«Ten compasión de mi, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.»  Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle  -«Atiéndela, que viene detrás gritando.»  Él les contestó:  -«Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»  Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:  -«Señor, socórreme.» Él le contestó:  -«No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»  Pero ella repuso:  -«Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las mi-gajas que caen de la mesa de los amos.»  Jesús le respondió:  -«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»  En aquel momento quedó curada su hija.

Palabra del Señor.