Comentario Pastoral
EL AMOR ES LA PRINCIPAL PRIORIDAD

En la misa de este domingo treinta ordinario se leen dos textos importantes de la Biblia sobre el discernimiento de las prioridades cristianas, uno tomado del Éxodo y otro de San Mateo. En el primero se recuerdan una serie de preceptos ético sociales que para el hebreo constituían una especie de bloque legislativo o códice de la alianza adaptado a la vida religiosa y social. El forastero, el huérfano y la viuda, y el pobre eran los ciudadanos privados del defensor. Por eso Dios los había asumido bajo su especial protección y la comunidad debía rodearlos de amor, porque el que oprime al débil ultraja al que lo ha creado.

El diálogo de Jesús con los fariseos, que nos presenta el evangelio de hoy, es un diálogo polémico y revelador de la originalidad absoluta del mensaje cristiano. El innato deseo de clasificación jurista de los rabinos había entresacado y catalogado en la Biblia seiscientos trece preceptos de diferente valor, sobre los que discutían constantemente los profesionales de la ley. Jesús más que presentar dos mandamientos principales, lo que hace es ofrecer la perspectiva de fondo, el ámbito formal, la atmósfera religiosa en que debe ser interpretada la ley. Para Cristo la dimensión vertical (Dios) y la dimensión horizontal (prójimo) son inextricables, se interfieren y vivifican mutuamente, de tal modo que constituyen el «ser» cristiano genuino y total. El amor no es sencilla simplificación de la multiplicidad de prescripciones, sino la llave maestra de la Ley y de los Profetas.

Sabemos que amamos a Dios cuando somos conscientes de que amamos al prójimo, sobre todo al más débil. Desde los tiempos del Éxodo los que más sufren son los emigrantes forzosos, las viudas sin trabajo, los huerfanos desamparados; los pobres que carecen de todo. Ellos son primordialmente «los prójimos” los privilegiados de Dios. Muchos de ellos sufren sin esperanza, por eso solo tienen abierta la puerta de la desesperación. Sin embargo, cuando se encuentran con el amor cristiano auténtico entonces brilla para ellos la luz de un amanecer que da sentido a su vida. Todo amor que no es constante, genera ilusiones transitorias, no es cristiano.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
En el centro del ser humano, el corazón hecho para amar. Los interrogantes se agolpan cuando se elige el amor: a quién o a quiénes amo, cómo amo ¿y cuándo no satisface la experiencia del amor? Cristo ofrece hoy a los hombres el Amor, que en cristiano se llama Caridad, sin mezcla de egoísmo, y por eso con las mejores garantías.


Palabra de Dios:

Éxodo 22, 20-26

Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 5lab

San Pablo a los Tesalonicenses 1, 5c-10

San Mateo 22,34-40

Comprender la Palabra

Comienza la Lectura del Evangelio de este Domingo, advirtiéndonos que los fariseos preguntan (de nuevo) a Cristo »para ponerlo a prueba». Sin embargo no parece que se trate aquí de una pregunta capciosa con intención de acusarlo, como en otras preguntas.

A la pregunta -«¿Cuál es el Mandamiento principal de la Ley?»- Jesús, como en tantas otras ocasiones, responde yendo más allá del contenido de la pregunta. «El Primero) -responde- es amarás al Señor tu Dios; el segundo es semejante a él: amarás a tu prójimo como a ti mismo «. Esta equiparación, que establece el Señor, es ciertamente novedosa. ¿Qué quiere decir «semejante»? .

La respuesta la tenemos ya en el fragmento del Libro del Éxodo (1ª Lectura). En la exposición del Decálogo, que Moisés pone en boca del mismo Dios, hay momentos en que Dios casi se identifica con el injustamente tratado, haciendo suyo el sentimiento de dolor, de indignación. Diríamos que en la indignación que sufre el maltratado transparece la indignación de Dios: «Si los explotas y ellos gritan a Mí…se encenderá mi ira…Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, y ¿dónde si no se va a acostar?…» Estamos muy cerca de expresiones más tajantes en boca del mismo Cristo: «Lo que hicisteis (de mal) con estos mis humildes hermanos conmigo lo hicisteis» -como escucharemos el último Domingo del ciclo A, en que estamos-o Cabe hablar de presencia de Cristo en el pobre, el necesitado, de modo que este es sacramento de Dios, sacramento de Cristo, que transparece en el pobre, el necesitado.

Concluye el Señor, diciendo: «Estos dos Mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas». La Revelación de Dios antes de Cristo, en el Antiguo Testamento, en los Libros de la Ley y en la Predicación y Escritos de los Profetas, es ya Revelación de Dios-Amor, del Dios Amoroso, del Dios Enamorado del Hombre, y requiere de él la respuesta del Amor: Amor a Dios y amor al prójimo, en quien Dios transparece.
Solemnidad de Todos los Santos

Celebramos hoya «la muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas», que «están ante el Trono y el Cordero».

Ellos son los «dichosos» (así llamados por Cristo). Ya lo eran también en este mundo, no obstante las desdichas de esta vida. Y son «dichosos», porque Dios les ha enriquecido con el don de Sí mismo; porque han alcanzado la misericordia de Dios,’ porque son consolados por Dios; porque se sienten saciados de Dios; ellos, que en este mundo fueron pobres, desprendidos por amor; fueron misericordiosos con todos; lloraron con los que lloraban; tuvieron hambre y sed de justicia (justicia en el más amplio y profundo sentido de la palabra).

Ellos son «semejantes» a Dios (en expresión atrevida del Apóstol), porque se esforzaron en purificarse y renovarse incesantemente.

Ellos son los que llevan «túnicas blancas» (revestidos de la gloria de Cristo) y »palmas en sus manos» (en señal de victoria contra el mal).

Los santos son -como cantamos en la Plegaria Eucarística de este Día- «los mejores hijos de la Iglesia», «la Jerusalén celeste». Habría que añadir: son la realización perfecta del ideal humano (según el proyecto de Dios en Cristo). Ante la grandeza de los hombres y mujeres santos palidecen todos los modelos humanos en sabiduría, en ciencia, en arte, en deporte…


Avelino Cayón


al ritmo de la semana


Solemnidad de Todos los Santos – 1 de noviembre

«Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor de todos los Santos. Los ángeles se alegran de esta solemnidad y alaban a una al Hijo de Dios» (antífona de entrada). Son «una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas…» (1ª Lectura). Ellos son de los que dice el Evangelio: «Dichosos los pobres en el espíritu…los sufridos…los que lloran…que tienen hambre y sed de justicia…los misericordiosos…los limpios de corazón…los que trabajan por la paz…los perseguidos por la justicia…porque de ellos es el Reino de los Cielos…heredarán la Tierra…serán consolados…alcanzarán misericordia…verán a Dios…su recompensa será grande en el cielo». A ellos sí que se ha manifestado Dios, son semejantes a él, le ven tal cual es (2ª Lectura). «Porque hoy nos concedes celebrar la gloria de todos los Santos, nuestros hermanos, asamblea de la Jerusalén celeste, que eternamente te alaba. !lacia ella, aunque peregrinos en país extraño, nos encaminamos alegres, guiados por la fe y animados por la gloria de los Santos; en ellos encontramos ejemplo y ayuda para nuestra debilidad (Prefacio ).

«Dígnate aceptar, Señor, las ofrendas que te presentamos en honor de todos los Santos, y haz que sintamos interceder por nuestra salvación a todos aquellos que ya gozan de la gloria de la inmortalidad» (Oración sobre las ofrendas).


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:


Efesios 4,32-5,8. Vivid en el amor como Cristo.

Lucas 13,10-17. A éste, que es hijo de Abrahám, ¿no había que soltarle en sábado?

Martes 3:
San Simón, «Zelotes», y San Judas, Tadeo, apóstoles.



Efesios 2,19-22. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles.

Lucas 6,12-19. Escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles.

Miércoles 3:

Efesios 6,1-9. No como quien sirve a los hombres, sino como esclavos de Cristo.

Lucas 13,22-30. Vendrán de Oriente y Occidente v se sentarán a la mesa en el reino de Dios.

Jueves 3:

Efesios 6, 10-20. Tomad las armas de Dios, para poder mantener las posiciones.

Lucas 13,31-35. No cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.

Viernes 3:


Filipenses 1,1-11. El que ha inaugurado sobre vosotros una empresa buena, la llevará adelante hasta el día de Cristo.

Lucas 14,1-6. Si a uno se le cae al pozo el burro o el buey, ¿no lo saca aunque sea sábado?

Sábado 3:
Todos los Santos, Hoy celebramos la Jerusalén celeste, donde eternamente alaba a Dios la asamblea festiva de todos los santos, nuestros hermanos.

Apocalipsis 7,2-4.9-14. Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lenguas.

1 Juan 3, 1-12a. Veremos a Dios tal cual es.

Mateo 5,1-12a. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.