En algunas ocasiones tenemos que cambiar los planes. Con el cambio horario ya celebramos por la mañana a la luz del sol (al menos durante unos días). Otra cosa es por la tarde. Antes me llevaba algún libro, pero ahora cuando abro ya no hay luz, así que dejo el libro, rezo Vísperas ala luz de una farola y a darle vueltas al rosario. Como se ponga a llover o haga mucho frío tendré que comprar un buen cargamento de pilas. Al menos en el mundo occidental nos hemos acostumbrado a marcar nuestros ritmos, damos a un interruptor y tenemos luz, así el día empieza y acaba cuando queramos. Si nuestro lector opositor tuviese que empezar a estudiar al salir el sol y dejarlo al ponerse, seguro que esperaría al verano para preparar la oposición. Estamos acostumbrados a la luz y, sin embargo, nos encantan las tinieblas (al menos las interiores).
“Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor. Por otra parte, de inmoralidad, indecencia o afán de dinero, ni hablar; es impropio de santos. Y nada de chabacanerías, estupideces o frases de doble sentido; todo eso está fuera de sitio. Lo vuestro es alabar a Dios. Meteos bien esto en la cabeza: nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con argumentos especiosos; estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos; porque en otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz.” No he podido resistir la tentación de poner entera la lectura de hoy de San Pablo. No es un texto que nos predique una moralina, un “sed buenos”. San Pablo no predica la bondad, predica a Cristo. La inmoralidad, indecencia o afán de dinero son como apagar el interruptor, quedarnos a oscuras, escoger no ver a Cristo ni a Dios. Cuando alguien me pregunta cómo vivir la castidad le recomiendo que no dedique todas sus energías a luchar contra la impureza, eso agota y es un arma del enemigo para que, en definitiva, no dejemos de pensar en nosotros mismos. Lo más importante es dejarse iluminar por Cristo, vivir unidos a Él y darle gracias por todo lo que nos da. Cuando vemos nuestra vida iluminados por Cristo somos agradecidos y el vivir la castidad se convierte en “lo normal” y no en la excepción entre lucha y lucha. Si nos centramos en el pecado seguramente pasemos la vida dándole vueltas alrededor, como león rugiente, y al final nos devora. Si damos vueltas en torno a Cristo acabaremos enamorándonos y entregándonos a Él.
“«Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no habla que soltarla en sábado?» A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.” El jefe de la sinagoga actuaría con la intención de que la gente no pecase, intención recta, pero no se daba cuenta que sólo cuando Jesús se acerca a esa mujer atada por Satanás es cuando puede “encender la luz” y empezar a vivir en libertad. Muchos la habrían recomendado que rezase y fuese buena (por eso estaría en la sinagoga), a ver si Dios la perdonaba; pero sólo cuando Cristo se acercó a ella pudo empezar a vivir.
Esta semana va a llover, hacer frío y puede que hasta granice, pero con un abrigo gordo y unido a la Virgen y al Sagrario hará frío en nuestra caseta, pero espero que no en el corazón de mis feligreses.