La obra de la estructura modular celular va avanzando. Ya han hecho un agujero y están poniendo unos enanos (que no son personas bajitas, sino unos pilares de apoyo de toda la estructura). Esos enanos no se ven, pero soportarán el peso de la estructura y los posibles movimientos del terreno. Nadie se dará cuenta que están ahí, pero esos enanos sabrán cuando hay mucha gente en la Iglesia, soportarán el frío y el calor, y cuando la gente comente que se está muy a gusto ellos estarán soportando su peso. Son como el santo de hoy, San Nicolás, que nos sigue dejando regalos a pesar de haberlo vestido de rojo como un gordito simpaticón bebedor de Coca-Cola. Observar la miseria de los demás es curiosidad, padecer con ellos es compadecerse.
“ Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor”. Jesús no solo padece, sino que se compadece de nosotros, con nosotros. Cuando Cristo vuelva no será como el que se ha ido de viaje y ha desatendido a los que quiere. Cada uno de nuestros disgustos, de nuestros pecados, de nuestras debilidades y -también-, nuestras pequeñas victorias, nuestros logros y nuestras virtudes, son asumidas por Cristo.
A veces nosotros tenemos la manía de padecer con los otros. Lo pasamos mal cuando vemos que la gente no cree, que se alejan de Dios, cuando un hijo se divorcia, cuando alguien está enfermo o se nos ha muerto un ser querido. Sufrimos, pero no con ellos. Meterse en la piel del otro, como Cristo se mete en nuestra carne, sin dejar sitio a nuestros juicios o prejuicios. Darnos cuenta de lo mal que se está sin Dios, de lo penoso que es dejar de querer, de sentirnos dependientes de los demás para las cosas mas sencillas o ponernos en el lugar del que va a ser juzgado por Dios nos ayudará a darnos cuenta que de poco vale el que lo pasemos mal y llevemos una palabra de esperanza.
“Entonces dijo a sus discípulos: – «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.» Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. A estos doce los envió con estas instrucciones: – «ld a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.»” Jesús se compadece y actúa. No se dedica a comentar lo mal que está el mundo, Facundo. Y hoy sigue actuando. Sigue llamando a muchos jóvenes a entregar su vida. Y nosotros no tenemos que lamentarnos por la falta de vocaciones, sino actuar. Lo primero rezar, lo segundo plantearlo a muchos jóvenes, sin desanimarnos, lo tercer hacer ver a los demás la grandeza de la vocación. Ya sea para el sacerdocio, la vida religiosa, la misión o el matrimonio sólo si nos metemos en la piel de aquél que no sabe escuchar a Dios, que no sabe que puede llamarle por su nombre y decirle: “Sígueme”, entonces contestarán a la llamada. No hay que padecer por el mundo sino compadecerse de él.
La Virgen se compadece de cada uno de nosotros y nos une a su Hijo. Ella prepara el camino al Señor en nuestro corazón y en nuestra alma, pero eso será para mañana, mientras tanto, rezar por los sacerdotes