Comentario Pastoral
NADA MÁS QUE EL AMOR

El amor, palabra frontal, singular, buena, ha llegado a ser palabra banal y vulgar. Se canta en todos los tonos, se pinta en negro y en color. Da sentido a la vida de muchos y se mancha la reputación de algunos. A pesar de todas las devaluaciones y degradaciones, el amor es un vocablo que hechiza al espíritu humano y revela lo mejor y lo más profundo de nosotros. El amor hace vibrar, entusiasma, arruina, es la razón de nuestras lágrimas y de nuestras sonrisas. Estamos llenos de amor, hemos sido creados para amar y ser amados. Nadie podrá matar la fascinación misteriosa que tiene el amor para poder vivir.
El evangelio de este domingo sexto de Pascua tiene como tema el amor. No se trata de una mera reflexión conceptual o teológica, sino de una invitación a acoger el amor de Cristo, para poder cumplir su mandamiento. Se nos da una definición precisa de lo que es el amor, se nos aclara la relación que existe entre Dios y nosotros a través de un intermediario: El Hijo, «Dios es Amor» y lo ha revelado de una manera visible en Cristo, que ha entregado su vida por amor. Cristo habla sobre el amor en la víspera de su muerte. Revela a sus discípulos el amor de Dios. Pide que permanezcamos en su amor. Aclara que «nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos». Nos manda que nos amemos unos a otros. El amor de Dios no debe ser encerrado en el templo, ni ser mera experiencia religiosa del domingo. Debe ser vivencia y testimonio en la casa y en la calle. El amor que Dios derrama sobre nosotros es creativo, genera los otros amores. Está superada la ecuación veterotestamentaria: «Ama al prójimo como a ti mismo «. El amor cristiano tiene una nueva ecuación: «Amaos unos a otros como yo os he amado». Es el amor de Cristo, amor infinito, sin límites ni excepciones, el modelo al que debe aspirar siempre nuestro amor humano.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno:
En ti vivimos, nos movemos y existimos;
y, todavía peregrinos en este mundo,
no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor,
sino que poseemos ya en prenda la vida futura,
pues esperamos gozar de la Pascua eterna,
porque tenemos las primicias del Espíritu
por el que resucitaste a Jesús de entre los muertos.



Prefacio dominical VI del Tiempo Ordinario


Palabra de Dios:

Hechos de los apóstoles 10, 25-26. 34-35. 44-48

Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4

san Juan 4, 7-10

san Juan 15, 9-17

Comprender la Palabra

La Lectura del Evangelio de este Domingo 6° de Pascua es continuación de la del Domingo pasado; es la segunda mitad del Capítulo 15 y explicita el contenido de la Alegoría de la Vid («Yo soy la Vid»). Dos términos, reiterados en la Primera Parte, volvemos a encontrarlos en la Segunda Parte: a) -el verbo »permanecer» (»permaneced en mi amor») y la expresión «dar fruto» («Os he elegido, para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure»).



Escuchamos hoy también la promulgación del Mandamiento Nuevo: «este es mi Mandamiento: que os améis unos a otros, como Yo os he amado». El acento está en «como Yo». Amor que es entrega de la propia vida en el servicio a todos.



En este sentido abunda el Apóstol Evangelista San Juan en su Primera Carta (2″ Lectura). Amar así, como Cristo ama, es don de Dios, ‘ya que el amor es de Dios». Es un amor pascual; el que ama así, como ama Cristo, en seguimiento de Cristo, «ha nacido de Dios». El que ama así, en seguimiento de Cristo, «vive por medio de El». En el centro de la Lectura escuchamos la gran revelación: «Dios es Amor».



En la 1ª Lectura, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, del que leemos siempre en el Tiempo Pascual, escuchamos hoy un resumen (centón) del Suceso relevante de la efusión del Espíritu Santo y el consiguiente Bautismo, narrados en el capítulo 10. Los agraciados son el centurión Cornelio y miembros de su familia. Son los primeros no judíos, aunque prosélitos de la religión judaica, no circuncidados, que son admitidos en la Iglesia, comunidad de Creyentes en Cristo. Con razón este Episodio ha sido llamado el Pentecostés de los gentiles. El núcleo de la predicación (Kerigma) del Apóstol San Pedro en casa de Cornelio lo escuchábamos en la 1″ Lectura del Domingo de Pascua.



En la eficacia de la predicación del Apóstol y en la transcendencia, que tuvo su decisión, verificamos las palabras del Señor en la Lectura del Evangelio: «Os he elegido y os he destinado, para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure».




Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

Celebraciones de la Palabra de Dios (II)


De la Palabra, la oración de alabanza, las acciones de gracias y la petición que componen la celebración de la Palabra de Dios son manifestaciones del Espíritu en el corazón de los fieles yen la asamblea cristiana reunida en tomo a la Palabra de Dios.

El Espíritu Santo, de hecho, hace que la Palabra de Dios proclamada y celebrada fructifique en el corazón y en la vida del que la recibe.

Retenemos además que también las peregrinaciones con las fiestas, las diversas formas de piedad popular, las misiones, los retiros espirituales y días especiales de penitencia, reparación y perdón sean una oportunidad concreta ofrecida a los fieles para celebrar la Palabra de Dios y aumentar su conocimiento.


Sínodo de los obispos 2008

Proposición 18

al ritmo de la semana


La Visitación de la Virgen María

«María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá, entró en casa de Zacarías y saludó a Israel» (Lc 1,39). Cuando María fue a visitar a su prima Isabel, permaneció con ella «unos tres meses». Precisamente los tres meses que separan la Anunciación del Señor del nacimiento de Juan Bautista. La Visitación más que fiesta del encuentro de María e Isabel, es el encuentro misterioso de dos seres a través de sus respectivas madres, portadora una del Mesías, y la otra del Precursor. Una repentina alegría hace vibrar a María e Isabel a causa del Misterio que por su medio acontece … «En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, dice Isabel, la criatura saltó de alegría en mi vientre». Al estremecerse de alegría Juan Bautista anuncia ya a aquél cuyo profeta va a ser.


Para María la Visitación es un misterio de humilde servicio y de júbilo, júbilo que estalla bajo la inspiración del Espíritu Santo en el Magníficat. «Proclama mi alma la grandeza del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava». Semejante júbilo es fruto del amor: brota el canto de acción de gracias después de un maravilloso viaje que María se impuso para ponerse al servicio de su prima encinta. El manantial de alegría es el mismo Jesús, que María lleva dentro. «Ella, por su fe en la salvación prometida, es saludada como dichosa, y por su actitud es reconocida como Madre del Señor por la madre del que le iba a preceder» (Prefacio).


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:
San Juan I (+526) Papa y mártir en la cárcel de Rávena.

Hechos 16,11-15. El Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.

Juan 15,26-16,4a. El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí.

Martes 3:

Hechos 16,22-34. Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia.

Juan 16,5-11. Si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor.

Miércoles 3:
San Bernardino de Siena (1360-1444), fraile menor, predicador.

Hechos 17,15.22-18,1. Eso que veneráis sin conocerlo, os lo anuncio yo.

Juan 16,12-15. El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena.


Jueves 3:


Hechos 18,1-8. Se quedó a trabajar en su casa. Todos los sábados discutían en la sinagoga.

Juan 16,16-20. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría

Viernes 3:
Santa Joaquina-Vedruna (1783-1854), religiosa, se dedicó al cuidado de los enfermos y a la educación de la juventud.



Hechos 18,9-18. Muchos de esta ciudad son pueblo mío.

Juan 1 6,20-23a. Nadie os quitará vuestra alegría.

Sábado 3:


Hechos 18,23-28. Apolo demostraba con la Escritura que Jesús era el Mesías.

Juan 16,23b-28. El Padre os quiere, porque vosotros me queréis y creéis.