Ya casi tenemos agua en la parroquia, sólo falta enganchar la tubería a la toma. Como sabéis tengo el encargo del Obispo de construir una nueva parroquia en un barrio nuevo. Es la primera vez en 17 años que tengo que hacer esto y, a pesar de las dificultades, carencias, problemas, obstáculos y demás asuntos, es una gozada. Normalmente había estado en parroquias en las que primero había que destruir: que la Eucaristía pareciese católica, eliminar confesiones con absolución comunitaria, abrir las ventanas y ventilar unos años de historia un tanto cerrada. Como todo trabajo sacerdotal es bonito, pero ciertamente cansado. Ahora todo es nuevo. cada idea que tiene un feligrés se estudia a ver si es posible llevarla a cabo, hay ganas de conocerse y de ayudar, se soportan las incomodidades sin quejas y casi cada cosa que se hace es “la primera” y eso llena de ilusión. Por supuesto es una responsabilidad muy grande y necesitamos la oración de muchos, pero estoy convencido que de aquí saldrá algo muy grande para la gloria de Dios.
“El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.” ¿No es una maravilla que algo sea perennemente nuevo? Cada cristiano debemos considerarnos, sabernos, una criatura nueva. “No valoramos a nadie según la carne,” eso es lo antiguo. En cada persona vemos una oportunidad de acercarse a Cristo, de vivir con Él y para Él, de hacerse nuevo. No hay casos perdidos, nadie puede ser desechado como un cacharro inútil. Desde el más malo, el más vicioso, el más rencoroso o el enemigo más cerril, puede volverse hacia Cristo y caminar con Él. “Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no habla pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.” Si un cristiano tiene una palabra que nunca debe gastar es la del perdón, la de la reconciliación, la de una nueva oportunidad.
“Nos apremia el amor de Cristo” Cristo murió por todos, por ti, por mi y por ese que nos mete continuamente el dedo en el ojo. Y ese es nuestro valor, nuestro precio. Cristiano Ronaldo no vale 96 millones de euros, eso es calderilla comparado con su auténtico valor, el de la sangre de Cristo. Y lo mismo vale el mendigo que esta mañana has visto dormir en la calle, el joven que llega en una patera a España, el chaval que acaba de suspender el examen de selectividad, la madre que tiene miedo a un nuevo hijo, el hijo que tiene miedo a lo que le haga su madre antes de nacer, el anciano que dormita en una residencia, el que siente que no es nadie o el que se cree que el mundo no puede existir sin el, eso vales tu que lees este comentario y aquel al que ayer despreciaste. ¿Cómo no vamos a acercarnos a tan gran tesoro? ¿Cómo no vamos a correr a anunciarlo? ¿Cómo ocultarle a alguien su verdadero valor?
“A vosotros os basta decir «sí» o «no». Lo que pasa de ahí viene del Maligno.” Podemos dar mil vueltas a la caridad, buscar cumplir la ley y no pecar demasiado, pero eso es lo viejo. Lo nuevo es decir un sí auténtico y definitivo a Dios, liberarte de eso que te ata (Cristo ya te ha liberado en realidad), y anunciar al mundo una auténtica buena noticia. ¿Cómo vamos a cambiar el mundo a base de quejas o dando la vida, como hizo Cristo?
Nuestro sí tiene que ser el sí de María, sin reservas, sin miedos, lleno de alegría. Cualquiera de los que veas hoy puede decir ese sí, también tu y yo podemos decidirnos decirlo y así, empezar a hacer algo nuevo. Viva San Antonio