Ya he actualizado el sistema operativo del ordenador. Esto (en los sufridos que usáis PC), suele ser una tarea ardua, que habitualmente da problemas y, si no has hecho una buena copia de respaldo anterior, sueles perder la mitad de las cosas que habías instalado. Después de reiniciar unas quince veces tienes que volver a instalar drivers, introducir contraseñas, configurar cuentas, etc. etc. etc. Con Mac no ha sido así (parece que me patrocinan, y ya podrían regalarme algo), sólo ha habido que introducir el disco, esperar unos 40 minutos y seguir trabajando como si nada hubiera pasado (excepto que se me arregló un problema que tenía con la versión anterior). Si con otras plataformas el que se actualiza se hecha a temblar por lo que le pueda pasar a su PC, con Mac te fías y listo. Muchas veces tenemos miedo a perder. Cuando es un papel lo guardamos con cuidado, cuando son archivos o documentos que tenemos en la computadora tenemos miedo a tener que decir esa odiada frase: “Se borró”.
“Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: -«Apártate de mi, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: -«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.” No temas, Cristo es la actualización fiable y definitiva de la humanidad.
El temor, el miedo, nace de la posibilidad de perder algo, y ese miedo es mayor cuanto más valoramos lo que podemos perder. El mayor miedo es a perder la vida y por eso tememos a los asesinos o los lugares en conflicto. La gripe A nos da miedo pues podemos perder la salud (y la vida) y la crisis económica nos asusta pues tememos perder nuestros bienes materiales o nuestras comodidades. Cuanto más se quiere algo que se puede perder más asustadizo se vuelve uno. En ocasiones veo a gente muy mayor que tiene conciencia de su larga vida y han perdido el miedo a la muerte, pero cuando una mujer es madre tiene un miedo terrible a perder a su hijo. Cuanto más aferrado está uno a su cargo o a su posición tiene más miedo a la difamación (o a que se conozcan sus miserias), por miedo a perder el respeto de los demás o su aplauso. Algunos dicen que el miedo es libre, es tan libre como el amor pues se teme perder aquello que se ama. Tengo encima de la mesa un móvil que alguien se dejó ayer en la Iglesia. Se nota que está en paro pues no ha venido a buscarlo inmediatamente y no espera ninguna llamada de su jefe que pueda costarle el puesto (ahora se lo devolveré que viene a Misa temprano).
Pero hoy no quería hablar del miedo (aunque me he enrollado bastante), sino de la ausencia de miedo, de la confianza. Cuando Jesús dice a Pedro “No temas” le está diciendo que si le ama no tiene nada que temer. A Cristo no podemos perderlo. Podemos ser pecadores, inconstantes, frívolos, impíos o despistados, pero Él “nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.” Cuando nos vamos enamorando de Cristo sabemos que no podemos perderlo y cada día nos asustan menos cosas. No nos dará miedo la muerte, ni la pobreza, ni la difamación, ni la enfermedad ni el abandono de los otros. Sabemos que Dios nos llama a cada uno y, si respondemos un poco a esa llamada, comenzamos a caminar por los caminos de la confianza. A quien le da miedo responder afirmativamente a la llamada de Dios cuando la descubre en su vida no es por falta de fe, sino por falta de amor. Es verdad que podemos ser infieles a esa llamada, que podemos decir primero sí y luego no. Pero si cada día uno examina su vida y ve por dónde va su corazón, despega todo afecto que esté fuera de lugar, huye del aplauso, del materialismo o de la comodidad, entonces sabe que nunca se apartará de Cristo. Y si como Pedro alguna vez le negamos, él permanece fiel y podremos escucharle otra vez en nuestro corazón esa pregunta que le hizo al primer apóstol: ¿Me amas?
No vivamos con miedo, no temas. Mira a nuestra Madre del cielo y date cuenta que junto a ella nos hay cabida para el temor, sólo cabe el amor.