Ya os contaré un día más detenidamente nuestra actuales peleas con el Ayuntamiento. Las normas (que son muchas), dicen que teníamos le proyecto de hacer una parroquia demasiado grande, muchos metros cuadrados dentro de los límites que tenemos. Cosas de la edificabilidad. Menos mal que de momento estamos en el papel (aunque la arquitecta se acuerda del alcalde, de sus pompas y sus obras. Así que ahora nos dedicamos a pelear, como en el desembarco de Normandía, metro por metro. Mover una línea en el plano unos centímetros puede variar mucho el resultado final. Las cosas grandes se suelen componer de pequeñas cosas, que algunos pueden despreciar, pero son las que aseguran el buen resultado final.
“El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera.” El nacimiento de Jesucristo pasó desapercibido en su época. Una pequeña cosa que hizo grande la historia de la humanidad. Ahora lo celebramos con toda solemnidad cada 25 de diciembre. Hoy celebramos el nacimiento de la Virgen María. Muchos no se enterarán y habría que gritarles al oído: “Chico, ¡qué tienes madre!” Pero como Madre está acostumbrada a derramar la gracia de su Hijo sobre nosotros (y que no se lo agradezcamos), y a que nos olvidemos de sus fiestas y cumpleaños. María es la mujer humilde, la niña santa, la elegida de Dios, la generosa sin noes, la entrega perfecta, el arca de la nueva alianza, la pequeña más grande. María es molde, modelo, ejemplo, ayuda, camino, puente, esperanza, alegría, consuelo, fidelidad, respuesta, es un abrazo de Dios para cada uno.
La devoción a María ha sido muy criticada por algunos, antes desde fuera y hace unos años desde dentro de la Iglesia. Mirar a nuestra Madre con recelo no lleva a nada bueno. Es despreciar los medios que Dios nos ha puesto para acercarnos a Él. Quien pierde la devoción a la Virgen suele perder la ternura, la misericordia, la compasión, el sentido maternal de la Iglesia. Se ponen a hablar de la discriminación de la mujer en la Iglesia y discriminan a la Mujer, con mayúsculas.
Pero hoy no es un día para echar cosas en la cara de nadie. Hoy es un día para llevar un ramillete a la Virgen como regalo. Un ratito de oración, un rosario, una mirada de cariño, un piropo. No te importe si hace años que no tratas a nuestra Madre, ella sabe disculpar, olvidar y comenzar de nuevo. Hoy es día de darle un beso a la Virgen y al niño Dios en sus brazos y comenzar de nuevo. Hoy es día de volver a casa y entrar como hijos. Hoy es día de huir de miedos, de cansancios, de agobios o de recelos. Hoy es un día de fiesta, una fiesta pequeña a los ojos de los hombres, pero grande en el cielo. Hoy es el día de trazar el plano de nuestra vida y de la mano de María avanzar, metro a metro, para hacer el edificio que Dios Padre ha planeado el nuestra vida, con la acción de Espíritu Santo a imagen de su Hijo.
Hoy es día de cuidar a la madre del cielo y a las madres de la tierra. Hoy celebraré la Misa por todas las madres, las vivas y las que ya están en la patria definitiva, especialmente las de mi parroquia y de los que leéis estos comentarios. Felicidades a todas las madres y agarrémonos fuerte de la mano de aquella que siempre nos muestra en sus brazos a Cristo, nuestra paz.