Todavía tenemos en la parroquia muy presente la primera Misa que celebramos. El altar y algunos con suerte estaban debajo de una Jaima que nos prestaron, casi todo el mundo estaba encima del barro del terreno, en aquel entonces lleno de montículos de tierra y de malas hierbas- El tiempo no era apetecible para un primero de junio y la megafonía dejaba bastante que desear. Sin embargo todos estábamos contentos. Al igual que cuando pusimos la primera caseta, donde sólo cabían tres sillas, el altarcito y el Sagrario. No era mucho, no era lo más deseable, pero era un primer paso. Ahora, cuando algunos de la última hora dicen que el barracón está muy bien, lo dicen muchas veces pensando que para qué hacer más (para un bautizo y alguna Misa les vale), pero nosotros queremos llegar más lejos, construir un auténtico templo. Hemos comenzado a caminar y sabemos que cada paso es importante, no vamos a quedarnos parados. Por eso cada pequeña mejora es una alegría.
“El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no seria Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: – «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.» Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.” Ayer leíamos como el pueblo no se había enterado que Juan era Elías. Pero Dios sí lo sabe, Juan lo intuye, San Lucas ya lo sabía con posteridad. Por eso este es un domingo para la alegría. La Salvación, la Redención del hombre, la Reconciliación con Dios ya ha empezado a cumplirse. Lo que anunciaron los profetas está ya en la tierra, es Jesús, el Hijo de Dios encarnado. Por eso podemos decir con San Pablo: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Nosotros sabemos con certeza que Dios cumple sus promesas, que la salvación está cerca de sus fieles. Sabemos que “El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás”. Juan no era el Mesías, pero el primer paso para conocerlo, será el que lo señale entre los hombres. La alegría completa está al llegar al destino, pero también es cierto que hay un gozo inmenso al comenzar a caminar. Es cierto que, en muchas ocasiones, la senda será dura, habrá arañazos, heridas, cuestas arriba y momentos de desconcierto o de pérdida. Pero sabemos que el final llegaremos a la meta. Por eso, aun en medio de las dificultades hay alegría. Sabemos que nosotros no hemos abierto ese camino, lo ha abierto Cristo, rotulándolo con el peso de la cruz y allanándolo en su resurrección. Por muy duro que nos parezca, la alegría de saber hacia dónde vamos, a ser santos como Dios mismo es santo, posibilita el caminar con alegría.
Vamos hoy a pedirle a nuestra madre la Virgen que no nos cansemos de caminar, que jamás dejemos que la tristeza nos embargue y tengamos una sonrisa y una palabra de aliento para los que se encuentran más cansados.