Santos: Martina, virgen; Matías, Armentario, Barsén, Barsés, obispos; Hipólito, presbítero; Feliciano, Filapiano, Alejandro, mártires; David Galván Bermudes, sacerdote y mártir; Sabina, Habrilia, vírgenes; Lesmes, Columba Marmión, abades; Aldegunda, Jacinta de Mariscotti, Tiadilde, abadesas; Gerardo, Adelelmo, confesores

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 29 de enero de 1881.

Su padre era zapatero; ese era el medio, tan honesto como sencillo, para alimentar la familia. El mismo David aprendió el oficio; desde bien joven se aplicó a colocarse el mandil para sentarse en la bajita mesa de faena y allí trabajar el cuero, atravesar las suelas con la lezna, arreglar rotos, parchear agujeros, meter en la horma el calzado que hacía callos, y encerar los cabos para que fortalecieran la puntada al pasar las agujas si se trataba de coser o pespuntar. Nadie podía decir que el muchacho había salido señorito; David no tenía miedo de que se le cayeran los anillos; arrimaba el hombro para que la economía de la familia mejorara y no sufriera quebranto; él sabía bien que su colaboración era un asunto importante porque los fondos no sobraban.

Atraído por la vocación al sacerdocio, cursó seriamente sus estudios, recibió el Orden Sacerdotal, y el obispo lo nombró profesor del Seminario de Guadalajara.

Su gran caridad para con los pobres y los trabajadores fue notable. Precisamente el deseo de hacerles mejorar social y económicamente dentro de su ámbito, le llevó a organizar el gremio de zapateros, que era de lo que él entendía, y entre quienes gozaba de la natural simpatía por haber salido un Sr. Cura de entre ellos.

Sin dejarse llevar de los respetos humanos, se comportó con la valentía que cabe esperarse en un ministro de Dios, defendiendo sin titubeos la santidad del matrimonio, al prestar ayuda a una jovencita perseguida por un militar, quien, ya casado, pretendía contraer matrimonio con ella. Esto acarreó al padre Galván la enemistad del teniente que, al final, se convirtió en su verdugo.

El 30 de enero de 1915, no dudó en auxiliar espiritualmente a los soldados heridos en un combate que hubo en Guadalajara; pero este servicio sacerdotal hizo que fuera hecho prisionero. En espera de la ejecución, su compañero de prisión le comentó que no había desayunado, y el padre Galván tranquilamente le dijo: «Hoy vamos a ir a comer con Dios». Frente a los encargados de ejecutarlo, se señaló serenamente el pecho para recibir las balas.

El papa Juan Pablo II lo canonizó en Roma, junto con otros mártires mexicanos, el día 21 de mayo del año 2000.

El cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo de la archidiócesis de Guadalajara, cuna de la mayoría de los mártires de la persecución religiosa mexicana (1915-1937), presidió la ceremonia de bendición de la primera piedra de lo que será el futuro «Santuario de los Mártires», el día 25 de octubre del año 2000. El rector, monseñor Óscar Sánchez Barba, afirma que la principal nave del nuevo templo tendrá capacidad suficiente para albergar a 20.000 personas. AMDG, ‘¡Para mayor gloria de Dios!’.