Comentario Pastoral
BIENAVENTURANZAS Y MALDICIONES

Las bienaventuranzas, la carta magna del Reino de Cristo, nos las sabemos, pero no vivimos según su espíritu. Tenemos miedo a las bienaventuranzas, las cambiamos, las du1cificamos, las ponemos adjetivos, porque escucharlas como salieron de los labios de Cristo, nos parece excesivamente duro.
Evidentemente que Cristo no quiere la pobreza, no quiere que todos estén llorando, no quiere que todos estén perseguidos, no quiere que todos padezcan hambre. Quiere lodo lo contrario: quiere la justicia, ]a fraternidad, la igualdad para que no haya gente que viva en la abundancia y gente que carece de todo.
Cristo quiere que todos seamos iguales, que aceptemos su Reino, Reino que nos comprometa a todos, que nos haga compartir las riquezas de los ricos y superar la pobreza de los pobres. Un Reino en el que no haya llantos ni risas estentóreas, sino que haya paz y alegría y comprensión y gusto por vivir. Un reino en el que nadie se erija como juez sino en servidor de su hermano; en el que no haya opresiones y víctimas injustas sino que todos nos amemos y trabajemos en una misma empresa y en una misma esperanza.
Este es el gran mensaje de Jesús, este es el espíritu de las bienaventuranzas; esta es nuestra conquista y nuestra meta.
Jesús nos quiere decir con esas cuatro maldiciones que en el evangelio de San Lucas apostilla a las bienaventuranzas, que no podemos poner la felicidad en las riquezas de este mundo; en las alegrías fáciles y efímeras, en la hartura de las cosas de aquí abajo; en la fama y en el incienso de nuestra sociedad.
Las bienaventuranzas hay que proclamadas en la asamblea, en el contexto religioso de la reunión de cristianos, para que nosotros refresquemos nuestras posturas y situaciones espirituales y materiales y veamos en qué debemos cambiar, y superar.
A todos nos tocan las bienaventuranzas y a todos nos tocan las maldiciones de Cristo. Todos tenemos que aceptarlo y asimilarlo; ver lo bueno y lo luminoso de nuestra vida y ver lo que necesitamos urgentemente superar y cambiar.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
La justicia de los fariseos se limita a no matar; la justicia de los destinados a entrar en el reino de los cielos ha de llegar a no estar peleado sin motivo. No matar es lo mínimo que puede pedirse, y quien no lo cumpla será el menos importante en el reino de los cielos. En cambio, el que cumpliere el precepto de no matar, no inmediatamente será tenido por grande e idóneo para el reino de los cielos, pero al menos sube un grado.
Llegará a la perfección, si no anda peleado sin motivo; y si esto cumple estará mucho más alejado del homicidio. En consecuencia, quien nos enseña a no andar peleados, no deroga la ley de no matar, sino que le da plenitud, de suerte que conservemos la inocencia; en el exterior, no matando; en el corazón, no irritándonos.


San Cromacio de Aquileya. Sermón 39


Palabra de Dios:

Jeremías 17, 5-8

Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6

Corintios 15, 12. 16-20

San Lucas 6, 17. 20-26

Comprender la Palabra

San Lucas y San Mateo a la hora de redactar sus Evangelios tienen delante el Relato Evangélico según San Marcos y se atienden a su ordenamiento. Sin embargo de vez en cuando introducen enseñanzas, episodios, de Jesús, que ellos indagan. Este es el caso del Sermón del Llano de Lucas, equiparable al Sermón de la Montaña de San Mateo. Ambos Evangelistas beben de la misma Fuente, escogiendo uno y otro Evangelistas aquellos datos, que les parecen más apropiados para sus lectores u oyentes. Así entre una y otra Recopilaciones de enseñanzas de Jesús observamos diferencias. V. gr., en el Exordio de la Recopilación: ocho Bienaventuranzas (San Mateo); cuatro Bienaventuranzas (San Lucas) seguidas de otras cuatro increpaciones o malaventuranzas.

En las dos series de afirmaciones la principal es la primera: “Dichosos los pobres…” (”Ay de vosotros los ricos” – en la versión de San Lucas).

¿Quiénes son los pobres, a los que Cristo se refiere? No son ciertamente los apegados al dinero, los codiciosos, los avaros, los que esperan la revancha… sino los que han elegido ser pobres; es decir, los desprendidos por amor.

Y ¿quiénes son los ricos, a los que Cristo vitupera? No ciertamente los que hacen buen uso de su dinero, de las riquezas, dándoles un sentido social… sino a los que tiene su corazón metalizado, insensibles a las necesidades de los demás. Atención a lo que dice el Señor a continuación, de estos ricos y de aquellos pobres.

La Lectura del Antiguo Testamento (1ª Lectura) a veces nos ayuda a entender en profundidad las palabras de Cristo, como sucede hoy.

¿Quiénes son los pobres, a quienes el Señor declara dichosos? – “Bendito el que confía en el Señor”. Y el Salmo comenta: “Dichoso el hombre… cuyo gozo es la Ley del Señor”. Y el Salmo comenta: “Dichoso el hombre … cuyo gozo es la Ley del Señor”. Por el contrario: “Maldito el hombre, que confía en el hombre”. Adviértase el contraste entre confiar en Dios y confiar en el hombre. ¡La constante tentación de poner la salvación en las ideologías, que son idolatría. Las consecuencias están ya a la vista; no es necesario remitirnos al más allá: “Será un árbol plantado junto a la acequia… “ será como un cardo en la estepa… habitará la aridez del desierto…”.

Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

Preparando la Cuaresma (II)


Se recomienda una participación más intensa y más fructuosa en la Liturgia cuaresmal y en las celebraciones penitenciales. Se exhorta sobre todo que según la Ley y la tradición de la Iglesia, lo fieles se acerquen en este tiempo de Cuaresma al sacramento de la Penitencia y puedan así participar con el alma purificada en los Misterios pascuales. Es muy conveniente que el sacramento de la Penitencia se celebre durante el Tiempo de Cuaresma según el rito para reconciliar a varios penitentes con confesión y absolución individual.

al ritmo de la semana


Miércoles de Ceniza

El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma, para muchos el siguiente al carnaval, da comienzo la Cuaresma, también ahora después de la reforma litúrgica. En rigor, cuando en el siglo IV se organizaron los cuarenta días de ayuno en preparación de la Pascua, la Cuaresma comenzaba en el primer domingo. Pero hacía el siglo XI, para asegurar que hubiera cuarenta días de ayuno efectivo, ya que el domingo no se ayunaba, se adelantó hasta el miércoles anterior, caracterizado muy pronto con la ceremonia de la imposición de la ceniza en la frente.

Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. la Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. El hombre viejo debe destruirse en nosotros para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.

El sacerdote impone la ceniza mientras dice la fórmula clásica “Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás”, recordando la caducidad humana, simbolizada en el polvo y la ceniza, o la segunda de nueva creación “Convertíos y creed el Evangelio”, como actitud de conversión interior a Cristo y a su Evangelio, actitud específica de la Cuaresma.


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:

Santiago 1,1-11. Al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia, y seréis perfectos e íntegros.

Marcos 8,11-13. ¿Por qué esta generación reclama su signo?

Martes 3:

Santiago 1,12-18. Dios no tiene a nadie.

Marcos 8,14-21. Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.

Miércoles 3:
Miércoles de Ceniza. Inicio de la Cuaresma, que prepara la celebración del misterio pascual.

Joel 2,12-18. Se convoca al pueblo para proclamar el ayuno.

2 Corintios 5,20-6.2. Dejaos reconciliar con Dios: ahora es el tiempo de la gracia.

Mateo 6,1-6.16-18. Tu Padre, que ve lo escondido te lo pagará.

Jueves 3:
Después de Ceniza

Deuteronomio 30,15-20. Hoy te pongo delante bendición y maldición.

Lucas 9,22-25- El que pierda su vida por mi causa la salvará.

Viernes 3:
Después de Ceniza

Isaías 58,1-9a. ¿Es ése el ayuno que deseo?

Mateo 9,14-15. Llegará un día en que se lleven al esposo y entonces ayunarán.

Sábado 3:
Después de Ceniza

Isaías 58,9b-14. Cuando partas tu pan con el hambriento, brillará tu luz en las tinieblas.

Lucas 5,27-32. No he venido a llamar a lo justos, sino a los pecadores a que se conviertan.