Comentario Pastoral
EL PERDÓN

Resalta en este día el relato evangélico del perdón a la mujer adúltera. Este texto contrapone dos espíritus y dos actitudes: la de los letrados y fariseos, y la de Cristo. Somos como los letrados y fariseos cuando vivimos para sorprender el pecado de los demás, cuando hacemos preguntas capciosas para comprometer, cuando nos conformamos con ser externos cumplidores de todas las prácticas religiosas, cuando nos constituímos en jueces condenadores de los demás, cuando aplicamos la ley sin descubrir su espíritu. Procedemos igual que ellos si no nos damos cuenta de que estamos cargados de miserias y por lo tanto no podemos juzgar al hermano.
¿Por qué razón suplicamos benevolencia para nosotros y gritamos intransigencia para los demás» ¿Por qué preferimos apedrear a salvar’) En el gigantesco patio de vecindad en que hemos convertido el mundo enseguida nos escabullimos y desaparecemos sin dejar rastro cuando somos interpelados y movidos a coherencia: «el que esté limpio de pecado que arroje la primera piedra».
Resalta por contraposición la actitud de Cristo, el inocente que no condena, a la mujer pecadora y que morirá condenado en la cruz para pagar por nuestros pecados. La mirada y la palabra limpia de Jesús puso en pie a una mujer que estaba tirada por tierra. Salva a la mujer no tanto de las piedras cuanto de ella misma, de su pasión descontrolada, de su inmadurez afectiva.

Andrés Pardo


Para orar con la liturgia
A tí, pues, Padre, que gobiernas el universo,
te bendecimos por Jesucristo, tu Hijo, que ha venido en tu nombre.
Él es la palabra que nos salva, la mano que tiendes a los pecadores,
el camino que nos conduce a la paz.
Dios, Padre nuestro, nos habíamos apartado de ti
y nos has reconciliado por tu Hijo, a quien entregaste a la muerte
para que nos convirtiéramos a tu amor
y nos amáramos unos a otros.


Plegaria eucarística Reconciliación II


Palabra de Dios:

Isaías 43, 16-21

Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6

Filipenses 3, 8-14

San Juan 8, 1-11

Comprender la Palabra

No perdamos de vista que en los Domingos de Cuaresma del ciclo C, en que estamos, se pone de relieve el Aspecto Penitencial de la Cuaresma sin menoscaba de los otros Aspectos: el Catecumenal y el Pascual.

El Aspecto Penitencial tiene su dinamismo. Es salir de… hacía…; es Pasar de … a (PASCUA). La Penitencia – digamos también Conversión – es movimiento incesante o, si se prefiere, siempre empezando. El apóstol (2ª Lectura), convencido de haber obtenido el premio, no obstante, nos dice: “Yo sigo corriendo”.

El mismo Dios, por boca del profeta, exhorta a los deportados en Babilonia: “No recordéis lo de antaño – el Éxodo, Salida, Paso (Pascua), no penséis en lo antiguo, mirad que realizo algo nuevo… ¿no lo notáis?” (1ª Lectura).

El retorno de los deportados en Babilonia, fué vivido con un Nuevo Éxodo.

Es el mismo lenguaje, que emplea el Apóstol en su admirable confesión: “Olvidándose de lo que queda atrás (su vida anterior de perseguidor de la Iglesia) y lanzándome hacía lo que está por delante, corro hacía la meta”.

No otra cosa es lo que intenta Jesús hacerle ver a la Mujer Adúltera diciéndole: “Yo tampoco te condeno. En adelante no peques más”. (Lectura del Evangelio).

El cambio penitencial de una situación pecaminosidad o de mediocridad, en que se está instalado, a una nueva situación digna de ser vivida exige renuncia, abnegación, imposibles moralmente sin “la justicia, que viene de Dios” – en expresión del Apóstol; es decir, sin la acción justificante de Dios (que nos hace justos). Así entendemos la confesión admirable, que el Apóstol nos hace: “Todo lo estimo pérdida – basura – comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor … Por El lo perdí todo con tal de ganar a Cristo y existir en El”.
Y “existir en El” es vivir el Misterio Pascual, como el Apóstol nos dice: “Conocerlo a El y la fuerza de sus Resurrección y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte para llegar un día a la Resurrección”. Esto es lo que vamos a celebrar-vivir en la gran Solemnidad Pascual y, por ende. Penitencika, ya próxima.


Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

Anunciación del Señor. Jueves, 25 marzo


Llegada la plenitud de los tiempos, el que desde antes de los siglos era el Unigénito Hijo de Dios, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, por obra del Espíritu se encarnó en María, la Virgen, y se hizo hombre.

Se celebra el “sí” salvador del Verbo encarnado, y el “sí” generoso de la nueva Eva, virgen fiel y obediente.

A las palabras “Y por obra del Espíritu Santo” del Credo todos se arrodillan, con una rodilla si s e recita, con las dos si se canta.



celebrar mejor


Domingo de Ramos

El próximo domingo, último domingo de Cuaresma, denominado «Domingo de Ramos en la Pasión del Señor», inauguramos la Semana Santa, que «tiene la finalidad de recordar la Pasión de Cristo desde su entrada mesiánica en Jerusalén», Jesús entra v toma posesión de su ciudad. pero no como un guerrero que avanza con su ejército, sino como un Mesías humilde y manso. La procesión de los ramos, rito de entrada de la misa, es en honor de Cristo rey, y su característica es el júbilo, anticipo de la Pascua. Por eso los ornamentos son rojos y se cantan himnos y aclamaciones a Cristo. Se empezó a celebrar en Jerusalén. La peregrina gallega Egeria la describe en su «Diario de viaje» hacia el año 380: «…al acercarse la hora undécima (las cinco de la tarde) se lee el pasaje del Evangelio en que los niños con ramos y palmas aclamaron al Señor diciendo: «Bendito sea el que viene en nombre del Señor». E inmediatamente se levanta el Obispo con todo el pueblo, y entonces, desde lo alto del monte de los Olivos. se viene, todo el mundo a pie. Todo el pueblo va delante del Obispo al canto de himnos y antífonas, respondiendo siempre: ‘Bendito sea el que viene en nombre del Señor’. Todos los pequeños de la región, hasta los que no pueden andar por ser demasiado pequeños y a quienes llevan sus padres en brazos, todos tienen ramos, unos de palmeras, otros de olivos; y así se escolta al Obispo a la manera que se escoltó al Señor aquel día. Desde lo alto del monte hasta la ciudad, y desde allí hasta la Anástasis (la Iglesia donde se contiene el Santo Sepulcro) atravesando toda la ciudad, toda la gente hace todo el camino a pie, incluso las mujeres e incluso los altos personajes, todos escoltan al Obispo diciendo la respuesta; se va así muy despacio, muy despacio para no fatigar a la multitud, de modo que ya ha caído la tarde cuando se llega a la Anástasis. Llegados allí, aún siendo tarde, se hace, sin embargo, el lucernario y después todavía una oración a la Cruz y se despide al pueblo». Con todo el centro de la celebración lo va a ocupar el relato de la pasión del Señor de la liturgia de la Palabra de la Misa. Este es el gran tema que la Iglesia medita a lo largo de todo este domingo, pórtico de la Semana Santa.


J. L. O.

Para la Semana

Lunes 3:


Daniel 13,1-9.15-17.19-30.33-62. Ahora tengo que morir siendo inocente.

Juan 8,1-11. El que esté sin pecado que tire la primera piedra.

Martes 3:

Número 21,4-9. Los mordidos de serpiente quedarán sanos al mirar la serpiente de bronce.

Juan 8,21-30. Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy. .

Miércoles 3:

Daniel 3,14-20.91-92.95. Envió un ángel a salvar a sus siervos.

Juan 8,31 -42. Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres.

Jueves 3:
La Anunciación del Señor. Se celebra el «sí» salvador del Verbo encarnado, y el «sí» generoso de la nueva Eva, virgen fiel y obediente.

Isaías 7,10,14;8,10. Mirad, la Virgen está encinta.

Hebreos 10,4-10. Está escrito en el libro: «Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad».

Lucas 1,26-38. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.

Viernes 3:

Jeremías 20,10-13. El Señor está contigo como fuerte soldado.

Juan 10,31-42. Intentaron detenerle, pero se les escabulló de las manos.

Sábado 3:

Ezequiel 37,21-28. Los haré un solo pueblo.

Juan 11,45-47. Jesús debe morir para reunir a los hijos dispersos