Ayer empezamos en la parroquia un grupillo de matrimonios. en estas parroquias que empiezan todo es un misterio, no sabes si vendrá alguien o no. A las 19:30 -hora de la convocatoria-, había una pareja de dos y una monoparental (había dejado al marido en casa). Dejamos un pequeño margen. A las 17:40 había 24 personas (si contamos matrimonios enteros serán algunos más), así que a mi parecer todo un éxito. Según el parecer de los que lo llevan la gente está “entusiasmada”. Pronto empezarán y espero que se hayan animado bastantes. Con “la que está cayendo” muchos quisieran que las cosas de Dios se quedaran en casita, que pasaran desapercibidas y la gente se dedicase a cosas más interesantes como la cría del cangrejo, la política (tanto monta, monta tanto), la corrupción y cosas similares. Dejar a Dios de lado, olvidado, sin más importancia que la que pueda tener un agujero en un colador. Sin embargo los que quieren relegar a Dios al olvido no cuentan con que la gente pasa hambre, hambre auténtica y hambre de Dios.
“Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: -«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.» Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido.” De Dios nada se desperdicia, de los hombres Dios no desperdicia nada. Por eso no podemos dejar de hablar de Dios, aunque nos golpeen o nos desprecien. “Llamaron a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando el Evangelio de Jesucristo.” ¿Que nos insultan por hablar de Cristo? Bendito sea Dios. Pero ten la seguridad que cuando alguien a hables de Cristo no caerá en saco roto. Un día esa persona sentirá hambre, un hambre que no sabrá con qué colmar, y se acordará de las palabras que el Espíritu Santo puso en tu boca y no calló la vergüenza. Vale la pena, te lo aseguro. Saciar el hambre de este mundo es un tarea fundamental, prioritaria, urgente. No podemos callar.
Os transcribo un trozo de una carta que hoy he recibido de un chaval de 20 años, padre de los 17 y que lleva tres años encerrado en un centro de internamiento (no son las mejores circunstancias para ser piadoso). Dice así: “El jueves santo el párroco nos lavó los pies, el día viernes recordamos los sufrimientos y muerte de Jesús. Contemplando la cruz. La verdad que es una experiencia muy triste lo que el Señor hace para demostrarnos su amor, y a la vez es hermoso porque Jesús ha vencido al mal y a la muerte, y nos ha abierto el camino de la vida.¡¡¡Qué grande es!!!” hasta aquí la carta.
Que nuestra Madre la Virgen nos ayude a no callar, a decir a la gente ¡¡¡qué grande es Dios!!!