Cuando por distintas cuestiones burocráticas no podíamos poner el actual barracón de la parroquia y los permisos se iban alargando, tuvimos que celebrar la Misa de los domingos en la calle (ningún domingo llovió), y la parroquia fue más conocida y querida por eso que por una impresionante campaña de marketing. Las razones de Dios no son nuestras razones y su métodos no son nuestros métodos. Por distintos casos sucedidos en la sociedad española se va hablando de la nueva ley de libertad religiosa. No es que yo tenga un olfato muy fino, pero no sé por qué me da que la Iglesia católica no va a salir muy bien parada. No van a pegarle un tiro entre ceja y ceja dejándola moribunda en la cuneta, pero unas cuantas puñaladas traperas que crean que le impiden avanzar seguro que caen. Habrá quien se indigne, quien se enfade y quien se regodee en la nueva ley, que para gustos los colores, pero es casi seguro que no se hará para favorecer la espiritualidad de un pueblo y la Iglesia católica de España será considerada como la bestia parda del integrismo religioso opresora de la libertad de conciencia de los individuos. Así que nos darán caña. ¿Malos tiempos? Tal vez tiempos difíciles, pero nuestro tiempo es el de Cristo y el Espíritu Santo y eso sólo puede significar buenos tiempos, casi inmejorables.
“Saulo se ensañaba con la Iglesia; penetraba en las casas y arrastraba a la cárcel a hombres y mujeres. Al ir de un lugar para otro, los prófugos iban difundiendo el Evangelio. Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.” El comienzo de este texto es patético, un auténtico adversario se ensaña contra la Iglesia como si le hubiese ofendido personalmente. Sin embargo el resultado es que la ciudad se llenó de alegría. La persecución trajo consigo la expansión de la fe en Jesús. en aquel tiempo (tampoco estaban en situación), no se negoció, no se llegó a una solución de consenso, no se rebajaron los términos del Evangelio: “Aquel, a quien vosotros crucificasteis, ha resucitado.” Predicaban a Cristo, aunque les costase la vida, la persecución, la deshonra, el martirio. Y por la fidelidad de ellos las consecuencias son la expansión del cristianismo y la alegría.
Pienso, y es una opinión personal discutible, que hoy no es tiempo de consensos, de llegar a acuerdos que satisfagan a todos y a todos dejen vacíos. Tal vez sean tiempos de purificación, de coherencia, de valentía, de pobreza, de sacudirse de encima el polvo acumulado en el largo caminar de la Iglesia y mostrar el rostro de Cristo en todo su esplendor, con su juventud siempre nueva. Es tiempo de quitar rutinas, apegos, desafectos y prebendas para ser sólo Eucaristía, acción de gracias a Dios por todo lo que nos da y sigue dando.
“Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.” Siendo fiel a Cristo, al Evangelio y a la Iglesia nunca nos faltará nada. “Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio.” Tal vez vengan tiempos difíciles, pero mientras tu y yo busquemos la santidad, el aferrarnos a Cristo y en vivir según el Espíritu Santo que hemos recibido, nuestros tiempos serán tiempos de alegría. A lo mejor más incómodos, pero más alegres.
Que nuestra Madre la Virgen, Madre de la Iglesia, nos empuje a vivir cada día siendo más fieles al Evangelio. Así a los que nos quieren hacer daño tal vez les salga el tiro por la culata, y hasta es posible que se conviertan