No está bien robar, creo que en eso estamos casi todos de acuerdo. He conocido chavales a los que les gustaba robar, se lo pasan bien y o hacen de manera profesionalmente impecable. Que si una joyería, un robo con amenazas, un butrón, algún atraco a centros comerciales. Unos verdaderos profesionales y que, para su juventud, ya apuntan maneras. Cuando hablo con ellos -dado que no se dejan convencer de primeras para ponerse a sudar la camiseta y ganar dinero honradamente-, sí les digo que robar en una iglesia es una ordinariez. También ellos están de acuerdo. Luego seguimos hablando, la cuestión no es no robar en la parroquia, sino que roben a nadie más.

“Jesús, viendo su hipocresía, les replicó: -«Traedme un denario, que lo vea.» Se lo trajeron. Y él les preguntó: -«¿De quién es esta cara y esta inscripción?» Le contestaron: -«Del César.» Les replicó: -«Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.» Se quedaron admirados.” Estas son de las frases evangélicas que han hecho historia y todo el mundo conoce. Normalmente lo aplicamos al dinero, pero eso es algo que se queda cojo, así sólo hablamos del Cesar, que no nos roben en las iglesias, y nos olvidamos de lo que le corresponde a Dios. Y si alguien -por muy espiritual que sea-, no puede (o no debe), defraudar a Hacienda, otro -por muy mundano que sea-, no debe defraudar a Dios.

Para quien defrauda dinero preparamos leyes, sanciones, cárceles, multas y legislaciones. Pero también legislamos contra Dios, le quitamos el ser Señor de la vida y de la muerte, le encerramos en las sacristías, preparamos leyes de libertad (castración, diría yo) religiosa y apartamos como despreciable todo lo que suene a espiritualidad. La deuda que tenemos con Dios es más grande que la de los ayuntamientos con sus proveedores, y encima queremos denunciarle por intromisión en la vida que él ha creado. No somos nada justos. Nos quedamos a mitad de la frase y buscaremos dar al César lo que es del César y el César quiere también lo que es de Dios. Hoy tendría que decir el Evangelio: “Jesús, viendo su hipocresía, les replicó: -«Traedme un hombre, que lo vea.» Se lo trajeron. Y él les preguntó: -«¿De quién es esta cara y esta alma?» Le contestaron: -«De Dios.» Les replicó: -«Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.» Se quedaron admirados.” Somos hechos a imagen de Dios y creados por pura gratuidad, no podemos negarle a Dios lo que es suyo.

Menos mal que San Pedro nos recuerda lo importante: “Considerad que la paciencia de Dios es nuestra salvación”. Dios es paciente y misericordioso, se deja “estafar” por los hombres y no tiene que vivir de nuestras deudas con él. Pero ojalá nos tomemos tan en serio nuestra alma como nuestra cartera.

Nuestra Madre la Virgen sabe dar a Dos lo que es de Dios, toda su vida que gratuitamente recibió. Que ella nos ayude a vivir cada día con Él, por Él y en Él. Mañana creo que inauguramos nuevo diseño de la página web. Hay mucho trabajo y esfuerzo detrás que sin duda agradeceremos. Nos costará romper con la imagen de siempre, pero ojalá cada uno rompamos con nuestra imagen “de siempre” y empecemos a ser en verdad imagen de Dios.