Ignoro por qué motivo, pero si en el TomToom, Google Maps y otros navegadores pones que te lleven hasta cierta universidad de Madrid te guía hasta la puerta de mi parroquia (no doy más pistas). Así que en esta época de exámenes, los días de selectividad y el tiempo de hacer las matrículas aparecen personas preocupadísimas buscando una universidad y sólo ven un prefabricado con una cruz. La universidad no está lejos, pero salir de este barrio tampoco es fácil. Estoy por imprimir un plano del punto A al punto B para no perder a demasiados por el camino. Uno se fía de que los navegadores y esas cosas están bien, pero en ocasiones fallan. Nunca vuelven para dar las gracias, pero me imagino que llegarán todos a matricularse o examinarse.

“Porque vendrá un tiempo en que la gente no soportará la doctrina sana, sino que, para halagarse el oído, se rodearán de maestros a la medida de sus deseos y, apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas.Tú estate siempre alerta; soporta lo adverso, cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio.” Como sacerdote tengo que tener mucho cuidado para no predicar “lo mío”, mis manías y caprichos. En ocasiones no es una tarea fácil, ves las cosas clarísimas, piensas que tienes razón y la soberbia intelectual (o intelectualoide) se levanta muy fuerte. No sé quien me ha apuntado a una lista de correo de una iglesia de base y cada semana me mandan varios mensajes con las cosas más variopintas. Hace unos días me llegó uno muy simpático, muy juvenil, muy ágil y entretenido en el que se negaba de forma directa la transubstanciación, Cristo no estaba en el pan y el vino sino en la comunidad. Realmente son pertinaces estos apóstoles de la duda, la sospecha y el mal, por más que intento que me borren no hay manera. Sus doctrinas son muy atrayentes para quien quiera no sentirse implicado en la vida de la Iglesia ni en la doctrina de Jesucristo. Sin duda hoy equipararán a los escribas, a esos que “Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos,” con obispos, cardenales y todo lo que huela a jerarquía o fidelidad a la Iglesia. Ellos se mantendrán como los puros, los santos, los pobres de Yavé. A mi me parece que es al revés. Cuando alguien se pone por delante de Cristo humilde y escondido en la eucaristía, quita a Cristo para ponerse él delante, para lanzar sus teorías, sus ideologías y sus manías, entonces está actuando como los fariseos, predicando sus fábulas. No vestirán de sotana sino con alpargatas y darán aspecto de suciedad equiparándolo con la pobreza, pero sus palabras faltas de caridad, sus gestos despreciativos, su soberbia de juicio e inmisericordia, me hacen ver que ellos son los que buscan el alago para ellos.

Mañana es el Corpus, si la predicación no nos lleva a la Eucaristía es que ese TomTom está roto, nos lleva en otra dirección. Cristo “ha echado todo lo que tenía para vivir” escondido bajo las especies de pan y vino. Puede parecer pequeño, pero es el más grande y nos mueve a la adoración. Ahora que están reunidos “los hombres más poderosos del mundo” son una birria comparado con el sagrario más escondido de un pequeño pueblo de la sierra. “He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.” Y esa meta es la unión con Cristo que está en el Sagrario.

Que la Virgen nos ayude a preparar muy bien la fiesta de mañana y nos ayude a no escuchar a tantos falsos  profetas que sólo se anuncian a sí mismos. Las procesiones serán el momento público de decir que donde está Dios, estoy yo.