Comentario Pastoral
DOS VOCACIONES

Es clásica la relación entre «las vocaciones» o llamadas de la primera lectura y del Evangelio de este domingo. Se describe, en primer lugar, la llamada de Eliseo. El manto es el símbolo del carisma profético que se transmite como una investidura. El arado, símbolo del trabajo de Eliseo, se convierte en el signo del nuevo trabajo de¡ apóstol, ya que «ninguno que ha puesto su mano en el arado y después se vuelve atrás es digno del reino de Dios». Ésta es la principal diferencia entre la perícopa de Elíseo y la perícopa evangélica.

La vocación al Reino, que pide Jesús, es exigente y radical. Es necesario no apoyarse en medios humanos y naturales. Es necesario que haya prontitud de respuesta y abandono del pasado. Es necesario mirar al futuro, hacia la Jerusalén de la entrega total. «Si alguno quiere venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame».

San Pablo dice que nuestra vocación es la libertad, por eso la libertad es el gran don de la redención, ya que hemos sido librados de la esclavitud del pecado. Es la libertad que supera el egoísmo y nos centra en el amor.

La vocación cristiana es cortar con un pasado cómodo o con costumbres aceptadas. La vocación cristiana es renuncia y distanciamiento de los bienes materiales, de los afectos poco convenientes y de las decisiones superficiales. La vocación cristiana es contraria a la nostalgia.

La vocación cristiana nos lleva siempre al terreno del amor auténtico y de la fe comprometida. Nos abre a los demás liberándonos de estar encerrados en nosotros mismos. La vocación cristiana nos mueve a caminar por la senda del Espíritu liberándonos de los deseos de la carne.

La vocación cristiana nos hace encontrar al Señor como lote y heredad perfecta, como bien supremo, que nos sacia de gozo en su presencia y de alegría perpetua.


Andrés Pardo


Palabra de Dios:

Reyes 19, 16b. 19-21 Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11
san Pablo a los Gálatas 5, 1. 13-18 san Lucas 9, 51-62

Comprender la Palabra

“CUANDO SE IBA CUMPLIENDO EL TIEMPO DE SER LLEVADO AL CIELO, JESÚS TOMO LA DECISIÓN DE IR A JERUSALÉN”

Estas palabras, propias exclusivas de San Lucas, que reflejan fielmente la mente de Cristo, son capitales. Por eso las he escrito con mayúsculas. Estas palabras dividen el Relato Evangélico según San Lucas en dos grandes Partes: – La 1ª Parte: Recoge la actividad de Jesús en Galilea, precedida de los relatos anteriores y posteriores al Nacimiento de Jesús. Y – La 2ª Parte: más prolongada, que recoge lo que Jesús fue haciendo y diciendo y lo que le fue pasando, en su Ministerio Mesiánico, mientras va de camino a Jerusalén. En Jerusalén el Camino no termina, culmina, más aún, trasciende, deviene PASCUA= PASO: Éxodo, Subida; es el Camino de la Cruz – la Via Crucis – que lleva por la Resurrección y Ascensión a los cielos a la Sesión a la derecha del Padre.

Este Tramo final del Camino – Misterio Pascual, en sentido estricto – ilumina y da sentido retrospectivamente el Camino iniciado por Jesús en Galilea.

En rigor es San Marcos, cuyo relato evangélico tiene San Lucas delante al redactar el suyo, quien concibe la 2ª Parte de su escrito como Camino. Pero es San Lucas quien lo pone de relieve con las palabras, que encabezan este comentario.

Hemos dicho antes que el Camino geográfico y espiritual – Jesucristo hace camino al andar; El es el Camino – al llegar a Jerusalén trasciende los límites de este Mundo; deviene Misterio Pascual. Y sin embargo es Jerusalén el punto de partida de un Nuevo Camino, mejor, del mismo Camino, que traía Jesús desde Galilea; el mismo Camino, que ahora emprenden los discípulos ( la Iglesia), desde Jerusalén por toda Judea y Samaría y hasta los confines de un modo nuevo. El Camino de Cristo es así a la vez transcendente e inmanente.

La 1ª Lectura – la condescendencia de Elías con Eliseo – nos hace fijar la atención en las palabras, aparentemente impertinentes, de Jesús. Quiere Jesús darnos a entender las prioridad y la urgencia de la Misión de la Iglesia de este mundo. En manera alguna es incompatible con la ley de Dios; v.gr., el Cuarto Mandamiento.



Avelino Cayón


sugerencias litúrgicas

Las aclamaciones y respuestas de los fieles


La aclamaciones y repuestas de los fieles a los saludos del sacerdote y a sus oraciones constituyen precisamente aquel grado de participación activa que, en cualquier forma de Misa, se exige de los fieles reunidos para que quede así expresada y fomentada la acción de toda la comunidad.


( Ordenación General del Misal Romano, 35)


al ritmo de la semana


SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES, Martes 29 de junio


«En los apóstoles Pedro y Pablo has querido dar a tu Iglesia un motivo de alegría: pedro fue el primero en confesar la fe, pablo el maestro insigne que la interpretó: aquel fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel; éste la extendió a todas las gentes. De esta forma, señor, por caminos diversos, ambos congregaron a la única Iglesia de Cristo, y a ambos, coronados por el martirio, celebra hoy tu pueblo con una misma veneración»(Prefacio). San Pedro y san Pablo fueron martirizados en Roma: el primero el año 64, crucificado cabeza abajo, y enterrado después en la colina vaticana, junto al circo de Nerón; el otro el año 67, decapitado, en la Vía Ostiense, a cinco kilómetros de Roma. La tradición cristiana señala que ambos apóstoles recibieron el martirio el 29 de junio del mismo año.

La Iglesia celebra en este día no sólo la gloria de su martirio, sino también el misterio de su apostolicidad y universalidad. Pedro es la roca y el fundamento, el supremo pastor. Pablo es el instrumento elegido por Dios para revelar el misterio de Cristo entro los gentiles, fuera del mundo judío. Es una celebración de santa alegría, pero al mismo tiempo un compromiso de Fidelidad a las enseñanzas recibidas de que quienes fueron fundamento de nuestra fe cristiana.

Y una ocasión de manifestar nuestra comunión con el Papa, sucesor de Pedro, al frente de la Iglesia, y de «orar insistentemente a Dios por él».



J. L. O.

Para la Semana

Lunes 28:

Amos 2,6-10.13-16. Revuelcan en el polvo al desvalido.

Mateo 8,18-22. Sígueme.

Martes 29:

San Pedro y San Pablo, apóstoles. Pedro fue el primero en confesar la fe; Pablo, el maestro insigne que la interpretó; aquel fundó la Primitiva Iglesia con el resto de Israel, éste la extendió a todas las gentes.

Hechos 12,1-11. Era verdad: el Señor me ha librado de las manos de Herodes.

2 Timoteo 4,6-8.17-18. Ahora me aguarda la corona merecida.

Mateo 16,13-19. Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos

Miércoles 30:

Santos Protomártires de la santa Iglesia Romana. Murieron en la persecución de Nerón en el año 64.

Amos 5,14-15,21-24. Retirad de mi presencia el estruendo del canto, fluya Injusticia como arroyo perenne.

Mateo 8,28-34. ¿Has venido a atormentar

Jueves 1:

Amos 7,10-17. Ve y profetiza a mi pueblo.

Mateo 9,1-8. La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.


Viernes 2:

Amos 8,4-6. 9-12. Enviaré hambre, no de pan, sino de guardar la palabra del Señor.

Mateo 9,9-13. No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificios.

Sábado 3:
Santo Tomás, apóstol. Su incredulidad primera ante la resurrección de Cristo desembocó después en un ardiente testimonio de fe pascual.

Efesios 2,19-22. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles.

Juan 20,24-29. Señor mío y Dios mío.