Alonso, Atienza, Marquitos, Lesmes, Muñoz, Zárraga, Joseíto, Marsal, Di Stéfano, Rial y Gento. Esa era la alienación del Real Madri cuando ganó la primera copa de Europa en 1956. Conozco gente que se la sabe de memoria (yo la he buscado el Google que lo del fútbol ni me va ni me viene, aunque disimulo). Muchas personas saben un montón de cosas sobre deportes y conocen los nombres de sus ídolos, de sus madres, lugares de nacimiento, equipos en que jugaron, anécdotas de su vida y mil detalles más que, para los que tenemos memoria de pez, nos asombran. Habrá quien se haya aprendido hasta los nombres de los toros del encierro de Pamplona de hoy. En fin, hay gente dispuesto a aprenderse cualquier cosa.

“Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó.” Me imagino que muchos más conocen la alienación de la selección de España de hoy que el nombre de los Apóstoles. Es una lástima. Cada día me encuentro más gente que se acerca a la parroquia y, si le preguntas un poco, no sólo desconoce el nombre de los Apóstoles, sino que también ignora cuántos son los sacramentos y cuales; los mandamientos tienen un número indeterminado de preceptos y si preguntas sobre los mandamientos de la Santa Iglesia creen que les estás vacilando. Y eso que mi parroquia tiene un nivel cultural alto. Tal vez sea por eso, han metido tantas cosas en la cabeza que han vaciado el corazón.

Hoy no tengo mucho tiempo para escribir el comentario, por eso sólo que nos animemos a  formarnos. A saber, de cabeza y corazón, cosas que hasta nos pueden parecer básicas, pero que hay que repasar. Dejar de vez en cuando los blogs con las últimas noticias y desempolvar el catecismo. Es necesario repasar, reaprender o estudiar por primera vez. Tendríamos que sentir cierta vergüenza si ahora mismo no nos acordamos de las obras de misericordia. “¡Lo importante es vivirlas!” dirá alguno. Pero si no sabes qué vivir ¿cómo vivirlas?. Tenemos que formarnos. Si algunos dejasen de leer libros llenos de teologías especulativas complicadísimas y volviesen al Catecismo…¡cuánto ganaríamos!.

Hoy no me da tiempo a más. Estudiemos y dejemos que la Virgen sea nuestra maestra, así nos sentiremos más niños y aprenderemos más. Después sólo queda vivir. Voy a ver si me aprendo el nombre de los que juegan esta tarde.