Sólo han sido cuatro patatas (no sé si las papas son lo mismo, me imagino que sí), pero ha sido mi primera cosecha en un tiesto en la terraza. Sólo son cuatro y hay una mediana y tres pequeñas. Me imagino que los que tenéis cultura culinaria os escandalizaréis, pero mañana las freiré y acompañarán un filete (si el viernes no hay comentario es que he muerto víctima de las patatas). Desde que planté media patata hasta la actual cosecha (me gusta llamarlo cosecha, parece que son más), han pasado unas cuantas semanas, pero de una patata fea y arrugada han salido cuatro tersas, con muy buena pinta y que espero que estén sabrosas. tal vez me aficione a esto de la huerta, aunque me parece que cuando llegas a recoger unos cuantos kilos de patatas te empiezan a doler las muñecas y los riñones. Pero bueno, de una sola patata he recibido cuatro -cada una distinta-, con sólo un poco de agua y la generosidad de la tierra. Podría decir que las he recibido gratis y -a no ser que me las pida alguien antes de las 12 de la mañana de mañana-, me las comeré dando gracias a Dios por su gratuidad.

“Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”. Aquí el Señor se refiere al anuncio del reino y a su gracia, pero yo prefiero hoy que lo miremos desde la perspectiva de las patatas, lo que otros llaman hijos. Tristemente en España desde hace tres días el aborto es prácticamente libre (lo de “prácticamente” lo pongo por si alguien dice que me paso tres pueblos). ¿Por qué se llega a plantear -daría pánico incluso pensarlo-, una ley que mata? La culpa es de los supermercados. En una gran superficie me encuentro unas enormes montañas de bolsas de patatas, debidamente etiquetadas con su precio. No me pregunto de dónde han venido, cómo se llama el agricultor que las sembró, cuánto tuvo que esperar para recoger la cosecha, los días que gastaría mirando el cielo por miedo a las heladas o a la sequía. No me planteo el tiempo que ha dedicado a preparar el terreno, a quitar malas hierbas y a quitar al estúpido escarabajo de la patata y evitar otras plagas. No, no me planteo nada de eso. Sólo veo un saco de patatas que pesa mucho y cuesta demasiado. Cuando me coma esas patatas me acordaré de la madre de todas las patatas por tener que pelarlas, las miraré con desdén, descubriendo todos sus defectos y no dudaré en tirar a la basura la que no me parezca digna de estar en mi plato. A fin de cuentas yo la he pagado, con mi dinerito. Ha dejado de ser la patata para ser una patata, como tantas otras. Puedo comérmela, dejarla pudrir o tirarle un patatazo a mi vecino. La patata ya no es un fruto de la tierra, es fruto de mi cartera y la patata empieza a existir desde el momento en que paso por la caja del supermercado. Y como yo decido querré que la patata sea cada día más sencilla (cuando en realidad soy yo el complicado), querré que me vendan patatas peladas, patatas troceadas, puré de patatas, patatas que no engorden, patatas que no se estropeen, patatas que no sepan a patatas. Y después haremos patatas transgénicas más grandes, más fuertes y que tengan la forma de la cabeza de mi suegra (es difícil gritarle a una suegra, pero a una patata podemos gritarle lo que queramos). Poco a poco se nos irá olvidando qué es una patata, se quedará sólo en una palabra, que podremos cambiar por otra más sonora y musical (tal vez: a tres euros el kilo de patatlight). Incluso llegaremos a comer la patatlight ecológica, elaborada con desechos industriales reciclados.  Nos olvidaremos del agricultor, de la tierra, del clima, de preparar la tierra y de los desvelos sufridos. Y nos olvidaremos de lo que son las patatas. Quizá algún día lleguen a decir que las patatlight son cancerígenas y que es mejor no comerlas más, y empezaremos con los rábanos…. enormes montañas de bolsas de rábanos, debidamente etiquetados con su precio… y vuelta a empezar. Tal vez algún día salga al campo y me sienta desorientado pues no encuentro ningún supermercado, ninguna caja registradora, y me de cuenta que a los saltamontes les es indiferente mi cartera, por muy repleta de euros que esté y que incluso no muestren ninguna curiosidad por mi tarjeta de crédito y salten sin ningún respeto de una cita a otra de mi apretada agenda. Tal vez, sólo tal vez, no huya de ese ambiente de libertad opresora y siga caminando por la senda que me he encontrado. y tal vez, sólo tal vez, me encuentre con un hombre mayor, con su boina tan calada como su chepa que cubre su espalda de trabajos y fatigas. Y seguramente, muy seguramente, ese viejecito sacará del cesto que lleva en el brazo un tubérculo que no podré reconocer, que me resultará extraño, y me diga: “Te regalo una patata. No es como las que te han enseñado tanto tiempo, esta sólo la puedo regalar yo pues soy el único cultivador de patatas. Te cuesta reconocerla pues no tiene la cara de tu suegra, sino la mi Hijo, que se deja cada día la vida para poder tener una cosecha de patatas.” Y cuando se marche el viejecito a seguir regalando patatas miraré le regalo y me diré (tal vez, sólo tal vez) que ya no soy el dueño de las patatas. Que tendré que plantarla, tendré que sudar, confiar en el buen clima, apartar las plagas, recoger la cosecha y empezar a regalar patatas. Para recordármelo cada patata que recoja no tendrá mi cara, sino que estará grabada la cara del Hijo de aquel viejito que me regaló mi primera patata.
Habrá ocasiones en que la cosecha salga sola, como deseo, otras veces se estropeará, algunas serán más feas o pequeñas o con menos sabor… pero cada vez que vea una patata sabré que no son fruto de los supermercados y de mi cartera, sino de aquel viejito y su hijo que, con todo su amor, siguieron confiando en las patatas y nunca dejaron de plantar patatas, aunque preferíamos las patatlight.

Hoy la Virgen me mira (te dejo a ti que elijas si quieres que te mire) y me dice: ¡Pero que cara de patata tienes, hijo mío!.

Posdata al comentario de hoy: Perdonar que me haya salido tan largo, pero el mundo de la patata es apasionante. Alguno se extrañará que no haya hablado de fútbol y comente el resultado de Patataña contra Patatania, pero es que lo acabo de escribir justo media hora antes de que empiece el partido, mañana seguro que sale algo. Felicidades al campeón.