¡Vaya por Dios! Con la buena intención de arreglar un poco las cuatro plantas que hay en la parroquia se han cargado la tubería principal de agua del templo. ¡Y yo sin fumar!. Veremos a ver si lo podemos arreglar nosotros con algún invento o tendremos que llamar a un fontanero (que es lo más probable). Lo gracioso es que están mejorando el trocito de jardín, dale que te dale a cavar bajo el sol, y ahora las plantas se van a secar por falta de riego. No hay que quitar la buena voluntad del que está arreglando el jardín, esto es sólo una anécdota y al final todo se arregla. En esta parroquia hemos estado sin agua, sin luz, sin calefacción, sin aire acondicionado, sin espacio…. estamos hechos a todo. Hemos pasado de una mínima caseta de obra de 16 m2, a una caseta más grande y después a otra más grande y dentro de poco no sabemos dónde para -esperemos-, en unos años estar en el templo definitivo. Pero desde la caseta más pequeña a la futura parroquia, en todas ellas estaba, está y estará el Sagrario, pues lo más importante es encontrarse con Cristo, el entorno o las circunstancias dan bastante igual.

“En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: -«Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»

Natanael le replicó: -«¿De Nazaret puede salir algo bueno?»” No parece que sean los mejores principios. Felipe se encuentra con la bofetada verbal de Natanael (que hoy celebramos su fiesta), y lo mejor hubiera sido irse a contar guijarros a la playa. Pero Felipe no se arredra, le dice:«Ven y verás.» Uno de los peores enemigos de la evangelización o el apostolado es el buscar el mejor momento, la circunstancia perfecta, el ambiente adecuado y la buena disposición del otro. Con tantos condicionamientos no haremos apostolado ni mirándonos al espejo. Cada día estoy más convencido que lo importante es hablar de Dios, donde sea, como sea y en el ambiente que sea. Luego cada uno tendrá su encuentro personal con el Señor, pero el empujón tenemos que dárselo cada uno. Y si nos dan una coz… ¡bendita coz!. Cada vez que empezamos a pensar: “No sé si es buen momento”, “No parece que me vaya a entender”, “Tal vez otro día esté más inspirado”, “No le veo yo capacitado”,… y cosas semejantes, ten por cierto que ese es el momento en que tienes que lanzarte a hablar de Dios, pues es el demonio el que pone las dudas en tu corazón y si para ese viejo pellejo es mal momento, para nosotros es estupendo y el Espíritu Santo estará encantado de colaborar.

Ojalá muchos de los que se acerquen a nosotros puedan decir -refiriéndose a Cristo-, algo parecido a:«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Y tal vez nos olviden, seguramente no se acuerden de quién les dio el primer empujón en su fe, tal vez incluso se vuelvan “más santos” que nosotros. Pues cada uno a dar gracias por lo suyo. “Creí, por eso hablé” y con eso está toda nuestra paga.

La Virgen María no sólo habla, sino que nos entrega la Palabra misma de Dios. Que ella nos haga valientes y audaces en la misión de anunciar el Evangelio.