Esto del silencio es una buena cosa,…. para los otros. Ayer en los centros de reclusión de menores a los que asisto empezaron, vienen uno a uno los que quieren, un poco cortados con eso de que no les hablaba y escribía en una libreta. Pero poco a poco se iban sintiendo más a gusto. Eran dueños del tiempo, sin que yo les interrumpiese. Y han hablado más que nunca, sin necesidad de preguntarles. Yo sólo he hablado tres páginas con letra grande en dos horas y media. Y es que cuando nos dan posibilidades de algo nos solemos aprovechar. Al principio desconfiamos, no sea que nos engañen, pero la verdad es que se encuentran bastantes ofertas que hay que aprovechar. Dentro de unos días voy a Zaragoza y salía más barato ir en clase preferente que en turista… ¡pues tendré que viajar más cómodo! ¡qué le vamos a hacer!. Si alguien se pierde un chollo o una oferta nos encargamos rápidamente de hacérselo notar: ¡Has sido tonto! ¡Lo que te has perdido!.

“Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.” ¡Menudo ofertón! Y la gente lo deja pasar de largo. Es normal que al principio no entendamos a Dios, llamemos, busquemos y pidamos y no encontremos nada. Pero es que estamos buscándonos a nosotros, no a Dios. Pero una vez que tenemos el “olfato de lo divino”, nos damos cuenta la cantidad de veces que Dios actúa en nuestra vida y de su presencia siempre.

Hoy son las témporas de acción de gracias y de petición. Se pueden celebrar en varios días, pero siempre andamos con prisas y lo concentramos en uno. Son días de dar gracias (por la cosecha y por la vida entera), son días de pedir perdón y días de pedir en general por nosotros y el mundo entero. Puede parecer algo aburrido, pero es una maravilla el poder pedir y dar gracias.

Pedir perdón pues la misericordia de Dios, que vivimos y palpamos, nos hace “una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.” Es como si te ofreciesen hacer nuevo todo lo viejo que tengas en casa,… y sin ningún coste.

Días de pedir por el mundo entero y por la Iglesia, tenemos la certeza de que “si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!”. Hay que ser muy pedigüeños. No tengamos miedo de cansar a Dios o que nosotros nos cansemos de pedir a Dios. Él nos escucha y nos da lo que más nos conviene, lo que realmente nos hace falta. Cuando miramos nuestra vida con sinceridad nos damos cuenta de lo bueno que ha sido Dios con nosotros, si hemos sabido pedir con constancia.

Y días de dar gracias, pues aunque todos trabajamos muchísimo y estamos agotados, “ no digas: “Por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas.” Acuérdate del Señor, tu Dios: que es él quien te da la fuerza para crearte estas riquezas, y así mantiene la promesa que hizo a tus padres, como lo hace hoy.”. Dar gracias libera muchísimo, pues te das cuenta que nuestra fuerza es prestada, lo que hacemos es pura gracia y magnificencia de Dios con nosotros. Entonces se vive con mucha paz.

Sólo lo celebraremos un día, mañana nos echaremos en brazos de San Bruno, pero ojalá toda nuestra vida, cada segundo, sea tiempo de acción de gracias, de petición de perdón y de petición por todos.

Que la Virgen nos lleve de su mano este día y todos.