Ayer estaba con un sacerdote que se está encargando de distintos aspectos de la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud. Una de las cosas en las que participa es la iniciativa “Madrid me encanta”, en la que se busca a jóvenes compositores que quieran hacer alguna canción con referencia ala JMJ y que podrá ser cantada en alguno de los actos. Como todo concurso tiene sus bases y algunos tiene que vigilar que se cumplan. Este sacerdote puso una prueba a los voluntarios que reciben las canciones y las votan, y él mismo compuso una canción y la envió. No sé si la música o la letra eran buenas o malas, pero la máxima edad para los participantes es de 35 años… y él la superaba con creces (aunque se enfade, tiene más de 35). Menos mal que los voluntarios no cayeron en la trampa y echaron atrás su canción por no cumplir los requisitos. Eso era una trampa, pero aún así mandan bastantes canciones que no cumplen las bases, y es que cuando hay un concurso todo el mundo quiere ganar, aunque sea con un pequeño engaño. De momento no hay demasiadas canciones, pero seguro que el espíritu creador de muchos jóvenes les llevará a componer y participar sin tener que engañar, aunque sea en cosas pequeñas.

“En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.” Jesús envía a los doce con instrucciones claras y precisas. Podían tener la tentación de hacer trampas también, pero entonces su misión hubiera sido completamente vana. Con Dios no se pueden hacer trampas. Vemos en la historia de la Iglesia -y en los momentos actuales-, a muchos que usan el nombre de Jesús para anunciarse a sí mismos… y eso lleva a la nada y al vacío. Podrá tener unos años de pujanza, cierto atractivo, pero acaba completamente infecundo.

Sólo quien se acerca a Cristo anuncia la Verdad. “Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.” Uno puede vivir de anunciar cosas buenas un tiempo, e incluso de hacer denuncias proféticas de perogrullo, con más o menos éxito. Pero sólo perdura el que no se anuncia así mismo, sino al Redentor, que es el único que salva. ¿De qué va a predicar un sacerdote? De Cristo. ¿Qué va a enseñar un teólogo o un catequista? A Cristo. ¿A dónde quiere uno que llegue su hijo? A Cristo. No podemos hacer trampas. Más vale un enamorado de Cristo aunque sea tartamudo y se le entienda mal que un predicador de campanillas, con voz engolada, que se predique así mismo … ¡y hay tantos!.

El Papa viene a Madrid a hablar a los jóvenes (todos somos jóvenes, por supuesto), de Cristo y nosotros le acompañaremos y escucharemos no por ver al Papa, sino por escuchar la Palabra de Cristo hoy. La Virgen siempre nos presenta a Cristo, no a ella misma. Ella nunca hace trampas, quien quiera conocer a María conocerá a Jesús.

Y los jóvenes sacudíos la pereza y a componer, a hablar de Cristo con vuestra música…, sin hacer demasiadas trampas.