A pesar de ser verano para muchos, otros tienen que trabajar. Entre otros los que están construyendo la parroquia…¡más les vale no irse de vacaciones!. cada jueves hay reunión de obras, procuro estar un rato, pero me aburro mucho. Arquitectos, el aparejador y los de la empresa se ponen a hablar de muros, muretes, tipos e hormigón, aislamientos, y cosas rarísimas de las que no entiendo ni tengo muchas ganas de entender. así que en cuanto puedo me escapo. Para ellos será apasionante, pero yo no me entero de nada. Es muy triste estar en un foro en el que todos entienden de algo y tu no tienes ni idea. Eso pasa en cuanto que se juntan tres que trabajan en banca, se ponen a hablar de economía y no hay quien se entere. Pero si uno sabe escuchar acaba entendiendo algo, aunque no sea capaz de dar una conferencia sobre el tema.

«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?» Él les dijo: «Un enemigo lo ha hecho.»» Al menos para mi, que soy de asfalto, y me parece que para el 95% de los habitantes de la parroquia, si vemos un campo y nos dijesen que separásemos la cizaña del trigo optaríamos por echar una cerilla. Son muy parecidos y no sabría distinguirlos. Y muchas veces ese es el problema. En las películas del oeste los buenos son muy buenos y los malos son muy malos. Pero no suele ocurrir así en la vida real. Quien juzga al malo como muy malo suele equivocarse (aunque existe gente muy mala); y en nuestra propia vida tampoco sabemos distinguir muchas veces. El problema no es que haya cosas malas y buenas, si lo viésemos claramente sería sencillamente elegir lo bueno y rechazar los malo. El problema es que muchas veces no sabemos distinguirlos.

Y reconocer la ignorancia muchas veces es costoso. preferimos morirnos de una indigestión de cizaña antes que reconocer que no sabemos distinguirla del trigo.. Y se ataca a la Iglesia, que es maestra y modelo de la humanidad, porque nos dice lo que es una cosa y lo que es otra. Y empezamos a decir: “En mi opinión…” “A mi entender…” “Según yo creo…” y somos capaces de hacer una tesis doctoral sobre nuestra ignorancia. Y rehusamos a un director espiritual, y discutimos con el confesor (o dejamos de confesarnos), y nos volvemos críticos con todos los que no piensan como yo (es decir, con todos menos conmigo mismo), por una cuestión de simple ignorancia.

Dejemos que el “Espíritu venga en ayuda de nuestra debilidad” y nos enseñe a escuchar, a comprender, a formarnos. Que seamos humildes para preguntar lo que no entendemos y nos fiemos de la Iglesia. Al enemigo le encanta sembrar la confusión, no caigamos en su juego.

Que nuestra Madre la Virgen nos ayude a tener la misma claridad de juicio que ella, que estuvo toda la vida en la escuela del Espíritu Santo.