Muchas veces conocemos a gente apasionada por algo: muchos por los deportes (el fútbol, el motociclismo, el baloncesto, el badminton a la pata coja y un largo etc.). Otros están apasionados por su trabajo, por su familia, por la política. No es lo mismo ser apasionado que estar obsesionado. El apasionado busca saber cada vez más del objeto de su pasión, el tiempo se le pasa sin sentir cuando está disfrutando de ella y le gusta compartirlo con sus amigos. Son capaces de cambiar sus planes y el de su familia o amigos por disfrutar de lo que le apasiona. (La verdad, son un poco plastas.) Pero es algo bueno ser apasionados, siempre que la pasión se dirija a un buen fin. hay algunos que parece que tienen horchata en las venas, todo les parece indiferente y hasta el camino del sillón a la nevera se les hace interminable.

“El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido, a una perla preciosa…” Tal vez una de las crisis más graves de nuestro tiempo es haber perdido la pasión por el Reino de  los cielos. Muchas veces ni nos preocupa la salvación: “Ya llegará”. “Dios es bueno”… y un largo etcétera que nos hace trabajoso el traslado del sillón al Sagrario. Sin embargo la historia de Salvación que relata la Biblia y nuestra propia historia de salvación es apasionante. Al igual que uno se sabe de memoria la alineación del Titulcia Club de Fútbol debería conocer la historia de la Salvación. Y tendríamos que ver nuestra propia historia como esa cantidad infinita de caricias de Dios que nos van dirigiendo, suave pero firmemente, a  el reino de los cielos.

“Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que habla escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.” Todo nos sirve para el bien. Si lo miras bien es apasionante. El que ahora esté en el hospital enfermo (como Raimundo, al que haremos referencia varías veces para que se entretenga su esposa), el que ha perdido su fortuna, el que pasa algo de hambre, el que ha perdido a un ser querido…, estés en la situación en que estés puede servir para el bien. Muchos se quedan hundidos en su mala suerte o su poca fortuna. Los cristianos no. En cada situación nos podemos preguntar ¿Qué quiere ahora Dios de mi? Y descubrirlo y vivirlo. La vida es como una gymkana llena de pistas del amor de Dios hasta llegar al reino de los cielos. Nosotros solos seríamos incapaces de llegar hasta el final, pero tenemos de compañeros a Cristo, al Espíritu Santo y a la Iglesia entera que nos ayuda a descubrir en cada momento dónde está Dios con nosotros y haca donde vamos. De su mano, seguro que a buen puerto.

Quien prefiera quedarse sentado en su sillón…, pues él se lo pierde.

Nuestra Madre la Virgen reúne a los peces buenos en la cesta, no seas besugo y anímate a seguirla a ella en la maravillosa aventura de vivir por Cristo, con Cristo y en Cristo.