Ser acercala Jornada Mundialdela Juventuden la que el Papa Benedicto XVI visitará Madrid para reunirse con jóvenes de todo el mundo y confirmarlos en la fe. Como es sabido antes de cada Jornada peregrina, en este caso por diócesis españolas, una cruz que Juan Pablo II en el año 1984, al final del Año Santo dela Redención, y después de cerrarla PuertaSanta, entregó a los jóvenes. El Papa tenía esta cruz, como símbolo de la fe, cerca del altar mayor dela Basílica de San Pedro, donde todos pudiesen verla.

Al entregar la cruz, que mide casi cuatro metros, dijo Juan Pablo II: «Queridos jóvenes, al clausurar el Año Santo os confío el signo de este Año Jubilar: ¡la Cruzde Cristo! Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención«.

En el Evangelio de hoy leemos estas palabras de Jesús: “el que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Sin embargo, como señalan las palabras del Papa antes citadas, no podemos entender la cruz sólo como una carga pesada que arrastramos porque es inevitable, sino que se trata de un signo de amor. En ese sentido nos iluminan también las palabras del Señor en las que se alude a entregar la vida para poder salvarla.

A menudo nos referimos a la cruz para referirnos al dolor o al sufrimiento que no podemos evitar. Pero del evangelio y de la vida dela Iglesiase sigue que la cruz va íntimamente unida al amor. En la cruz nos negamos y nos afirmamos a un tiempo. Negamos lo que nos gusta y afirmamos el amor. El modelo que siempre hay que mirar es el de Cristo. Ayer, en el evangelio, se sorprendía Pedro del anuncio que Jesús hacía de su pasión. No entendía que su pasión y muerte no eran un fracaso y el triunfo de sus enemigos sino la prueba del amor de Dios, que entrega a su Hijo por la salvación de los hombres. Más tarde lo comprendería y él mismo podría compartir la muerte de su Redentor.

Llevar la cruz, como nos indicaba Juan Pablo II es también un anuncio de que “hay salvación y redención”. Podemos negarnos, ante los demás, en la propia limitación o en la contrariedad, precisamente porque sabemos que el amor de Dios vence en la cruz. Por eso en el horizonte de nuestra vida siempre estála Cruzde Cristo de la que brotó la vida por todos nosotros. En el misterio de la cruz parece que todo se pierde y, sin embargo, es donde se gana. Evitar continuamente la cruz equivale a querer ganarlo todo pero, a cambio, como dice el evangelio de hoy, se pierde el alma.

Para llevar bien la cruz es preciso también seguir a Jesús. Es lo que indica el mandato completo. Si viviéramos aplastados pero sin seguir al Señor, sería un dolor inútil. Por eso debemos mirar continuamente si las negaciones que hacemos van acompañadas del seguimiento de Cristo. Sólo así aprendemos el verdadero camino del amor y podemos, en toda circunstancia, experimentar la alegría.

Que Nuestra Señora de los Ángeles, cuya fiesta se celebra también hoy, interceda por todos nosotros para que comprendamos el amor de su Hijo por nosotros y sepamos agradecerlo.