Esto de tener delante de la puerta una obra da mucho juego, también en sentido espiritual. Si uno mira ahora ve un gran agujero. Para los que no tenemos demasiada “visión espacial” todavía nos cuesta identificar el por qué hacen en un sitio un murete, en otro echan hormigón, una zona es más baja que otra. Parece todo un caos, pero todo tiene su orden. Hace unas semanas hicieron el primer muro de contención. No habían fijado bien en la tierra las maderas que sujetarían los puntales que sujetaban las tablas que contendrían el hormigón hasta que fraguase. Consecuencia: con el peso del hormigón una madera cedió, se movió el puntal, se movió la tablas y el muro quedó mal. Hubo que traer una máquina, picar y destruir un muro de 6 metros de alto y 12 de largo y perder tres días de trabajo. Todo por una madera que el entonces encargado no se había dado cuenta que estaba mal puesta. Esto es como aquello de “por un clavo se perdió una herradura, por una herradura un caballo, por un caballo un caballero, por un caballero la batalla, por una batalla…, la guerra”.  Tirar el muro le ha costado más dinero a la empresa y el estar en la obra al encargado. Todo por una tablas mal puesta.

“Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.” Tal vez a frase (e idea consiguiente), que más daño hace en esta sociedad es la de que “cada uno haga con su vida lo que quiera”. Puede parecer un grito a la libertad, a la democracia, al respeto. Esa frase sería estupenda si fuésemos seres autónomos completamente, independientes los unos de los otros, aislados en nuestra burbuja y cada uno en su mundo, a años luz del mundo más cercano con otra persona, y si Dios no existiese. Yo soy muy amigo de la libertad, y comprendo que la gente se equivoque. Lo que ya no entiendo es que no se le diga que se está equivocando. Simplemente en lo humano si uno hace uno un trabajo mal hecho influye en la sociedad. Si el mecánico aprieta mal un tornillo y se cae el motor de mi coche a los 45.000 Km. y provoco un accidente en el que pierdo las dos piernas y se queda en coma el conductor del coche que venía detrás, (futuro descubridor de una vacuna contra el cáncer), todo empezó por un tornillo mal puesto y por el jefe de taller que decidió no exigir demasiado el chico que apretaba tornillos.

En la vida espiritual puede parecer menos evidente, lo hemos convertido en un “coto” de intimidad, que parece que no influye ni en la sociedad y, en ocasiones, ni en nuestra vida. Si un hijo (o hija) tuyo se va a vivir con su novio (pareja se llama ahora, como con las ovejas) y tu no le dices nada por “respeto y que los tiempos son así”, él se siente que no está haciendo algo bien porque ha oído que eso a la Iglesia no le gusta, luego deja de ir a Misa y de confesarse pues no puede comulgar ni piensa cambiar de vida pues a él no le parece que haga nada malo. Poco a poco va dejando las oraciones (tal vez rutinarias, pero oraciones a fin de cuentas), que aprendió de niño, hasta el punto de olvidar el Padrenuestro  (bueno, con ayuda le sale). Si tiene un hijo y decide que ya se bautizará cuando sea mayor para que sea más consciente de lo que hace, y le educa en un ambiente espiritualmente aséptico, donde la trascendencia brilla por su ausencia. Y si ese niño crece, la vida le va bien pero como lo que más le importa en la vida es el ganar dinero no le importa explotar a sus empleados y dar salarios injustos, y así hunde en la miseria a un buen grupo de familias, y entonces…, podríamos seguir hasta la eternidad., pero todo empezó por no hablar unos padres con su hijo. El juicio eterno se lo dejo a Dios.

“A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.” Comprendo que corregir no es fácil, cuesta más al que corrige que al que es corregido. Pero si amas a alguien quieres lo mejor para él, y lo mejor no es que tire su vida a la basura (aunque es muy libre para hacerlo, pero sabiéndolo). No podemos hacer con nuestra vida lo que queramos, influimos en mucha gente.

La providencia de Dios es más fuerte que nuestros errores. La oración de dos pueden cambiar el mundo entero y el corazón más duro. Pero Dios también cuenta con nosotros.

Que la Virgen nos ayude a saber decir la verdad, a no negársela a nadie, con toda caridad y claridad. No sea que hagamos el trabajo más pesado y todo se venga abajopor no haber puesto bien la tabla al principio.