Comentario Pastoral
REALEZA CRISTIANA

El tema «real» es una de las analogías más comunes en toda la teología del Antiguo Oriente para representar el misterio de Dios que, sobre los tronos de los cielos, guía y gobierna el universo entero. Se trata de un modo de pensar que debe actualizarse acomodándose según las coordenadas culturales y sociales. Este simbolismo está presente en todas las lecturas de esta solemnidad reciente, instituida por Pío XI en 1925, y está también en la base de una categoría esencial de la predicación de Jesús: el Reino de Dios.

La señoría de Dios sobre el universo contiene muy sintéticamente estas tres afirmaciones: la trascendencia absoluta de Dios, que no es objeto manipulable por los hombres; su inmanencia o presencia en la creación y en la historia, que nosotros llamamos salvífica; el sentido escatológico de la realidad, delineado por Dios según un proyecto unitario.

Es evidente que la cultura contemporánea, fuertermente antropocéntrica, no favorece la celebración de esta solemnidad, ya que desde instancias diferentes se predica el silencio de Dios o el absurdo de un mundo sin esperanza, lleno de dolores y crímenes.

El creyente es invitado hoy a recuperar el sentido profundo de la historia y de la materia a través de la revelación que se nos parece de Dios como «pastor” que da su vida por el rebaño, y que, al final de los tiempos, actuará como juez que separará las ovejas de las cabras».

En el solemne escenario en que el evangelista Mateo sitúa el juicio final, que será un examen total sobre el amor al prójimo, Dios se identifica y encarna en los pobres, en los hambrientos, en los forasteros, en los enfermos, en los encarcelados. El discípulo de Jesús lo sabe y actúa consecuentemerite, conformando su vida a las exigencias del Reino. En el amor gratuito y universal hacia los más pequeños y pobres se vive la relación vital, con Cristo, que es lo más especifico de la fe cristiana. Los actos de amor durante la existencia terrena son garantía de vida eterna.

Contra los desequilibrios devocionales, por encima de las supersticiones, frente a una creencia teórica y desencarnada, hay que buscar siempre la autenticidad de la fe en la centralidad del ministerio de Cristo celebrado en la liturgia, en la aceptación del evangelio, en el bien obrar.

La clausura del año litúrgico se hace patente en esta solemnidad de Cristo Rey, que es semejante a un ábside dominado por la figura del Pantocrator. Delante de su mirada somos invitados a hacer un balance de nuestra existencia, a un examen de nuestras miserias y de nuestros esplendores, a un juicio sobre nuestras obras o nuestras omisiones.

Andrés Pardo

 

Palabra de Dios:

Ezequiel 34, 11-12. 15-17 Sal 22, 1-2a. 2b-3. 5. 6
san Pablo a los Corintios 15, 20-26. 28 san Mateo 25, 31-46

Comprender la Palabra

Las lecturas de este último domingo del Año litúrgico abren al espíritu la perspectiva del último momento de la historia en la tierra. Cuadro del Juicio Final en el Evangelio. Visión impresionante, capaz de liberarnos, si fuera preciso, de toda fácil frivolidad. Al comparar la página evangélica con la profecía de Ezequiel (primera lectura) se advierte cómo los evangelistas aplicaban a Jesucristo lo que el Antiguo Testamento decía de Dios, el Pastor o Rey que ha de juzgar a su Pueblo.

En todo el capítulo 15 de la primera carta a los Corintios el apóstol expone extensamente el misterio de la resurrección universal. En el fragmento que leemos, la presenta como última y decisiva. Victoria del progresivo dominio teológico de Cristo en el devenir de la humanidad. Más allá, el universo de los justos recapitulado en el Hijo de Dios, será plenitud de vida eterna en la comunión santificante del Padre.

Los oráculos y comparaciones de Ezequiel intentan buscar una explicación al desastre de la destrucción de Jerusalén y atisbar signos de esperanza: la promesa de una futura reunificación y reunión de todas las tribus de Israel, se convierte en fundamento de una gran esperanza. Esta futura reunión es interpretada como una poderosa acción salvadora del Dios de Israel que cumple su palabra en fidelidad. En última instancia la reunión de los hijos de Dios dispersos es una expresión y profecía de la reunión escatológica de toda la humanidad por obra del Pastor al final de los tiempos: el Pastor discernirá con justicia entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío. En la visión de Ezequiel esta tarea del Pastor y Juez la realiza Dios mismo. En el Nuevo Testamento esta doble misión se la entrega al Hijo que será el Buen Pastor (Jn 10) y el Juez universal (Mt 25).

La presencia de Jesús en la historia de los hombres tiene como finalidad, según san Pablo, mostrar que el proyecto de Dios de la vida sigue vigente. Todos somos invitados a vivir en la esperanza firme de un final definitivamente feliz para todos. Este proyecto tiene un proceso y un orden: el primero en experimentar la fuerza de este poder vivificador fue Jesús mismo. Él es la primicia y, a través de él, alcanzará a toda la humanidad. Después de Jesús resucitarán también todos los cristianos, pero cuando Él vuelva. También, finalmente, resucitarán todos los hombres, pues el proyecto de vida es universal y sin excepción alguna. Así, Dios lo será todo para todos.

El fragmento evangélico que proclamamos hoy, bajo una forma narrativa muy viva y sugerente, revela lo que sucederá al final de los tiempos. La perspectiva escatológica y de futuro invade todo el relato. La dramatización literaria del fin se compone, por tanto, de tres elementos esenciales y consecutivos: resurrección, juicio y posesión de la gloria para siempre. Y para el encuentro con el Juez universal se nos anticipan las preguntas de su interrogatorio. De una manera plástica se presenta ante el hombre y le propone lo que debe hacer para ser colocado a la derecha del Juez, es decir, para poseer y disfrutar con Él la gloria: se le invita a interesarse eficazmente por todos aquellos necesitados del amor misericordioso de Dios, móvil principal de la salvación. Se encuentran con la sorpresa de que lo estaban haciendo con el propio Jesús escondido misteriosamente y realmente en todos ellos.

Ángel Fontcuberta

 

sugerencias litúrgicas

Sobre algunos gestos del inicio de la Plegaria Eucarística

 

La Plegaria Eucarística se inicia propiamente con lo que hoy se denomina Prefacio (prefari o proclamación solemne). Todos los ritos que preceden son simple introducción secundaria a la gran Plegaria de Jesús, ritos que, con el paso del tiempo, se han añadido y han ido variando, y que a veces son expresivos y otras defectuosos, y que pueden incluso obscurecer el sentido mismo de la Eucaristía. En la práctica litúrgica hay que subrayar, para que se perciba fácilmente, que la parte eucarística de la Misa se inicia propiamente con la Plegaria Eucarística, es decir, con el Prefacio. El nuevo Ceremonial de Obispos ha omitido el gesto de que los acólitos o monaguillos rodeen el altar durante la parte central de la Misa (consagración y elevación), por parecer poco expresiva. La parte culminante de la Eucaristía no es únicamente la consagración, menos aún la elevación, sino toda la Plegaria Eucarística. Se ha de destacar la unidad y la importancia de toda la Anáfora que se inicia con el Prefacio.

mejorar la celebración de la Eucaristía


SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

Con la solemnidad de Cristo Rey cerramos el Año litúrgico y nos disponemos a comenzar otro nuevo con la celebración del Adviento. Esta celebración es de las más recientes del Calendario litúrgico y alguno podrá preguntarse qué sentido tiene. Efectivamente, ya hemos celebrado el Viernes Santo la realeza de Cristo, rey de la verdad y del amor. Lo hicimos en Pascua y Ascensión, cuando el Padre lo exaltó como Señor de lo creado y Cabeza de su Iglesia.

Esta fiesta introducida por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925 con la Encíclica Quas Primas, no estaba exenta de cierta connotación político-social en un momento en que la vida moderna culminaba su proceso de laicización. La fiesta fue una llamada a los creyentes para que revitalizaran la conciencia cristiana de la sociedad y, al mismo tiempo, una insinuación a los Estados para que no marginaran a la Iglesia en la decisión de los grandes conflictos que aquejaban al mundo.

Esta celebración no es la exaltación de un patriotismo católico o de cierto fanatismo religioso, sino más bien al contrario, es la exaltación del reinado del amor sobre todas las cosas. Que se haya hecho de «Cristo Rey» la bandera para ciertos actos de violencia y para un fraticida derramamiento de sangre, nos dice hasta qué punto hemos olvidado esta página del Evangelio, que no es única, sino que corrobora toda la temática del Evangelio.

Esta solemnidad es una buena oportunidad para cerrar un año de reflexiones centrado toda la atención en quien es el eje de nuestra fe: Jesucristo Salvador. El Evangelio nos invita a mirar la historia desde su final, ese punto omega en que cada hombre se encontrará en completa desnudez consigo mismo y con sus obras, espejando su vida en la de Cristo. Ese momento arroja luz sobre el significado de nuestra vida, y éste es el motivo por el cual la liturgia nos enfrenta hoy con un texto lleno de imágenes antiguas hoy caídas en desuso. La que se narra en el texto es como la clave para que leamos nuestra vida sin temor a equivocarnos.

Delante de nosotros está Jesús, el Hijo del Hombre, sentado para el Juicio. Es nuestro espejo, por lo que no hace falta un largo proceso judicial: simplemente cada uno presentará sus obras. Y esas obras son el dictamen final.


Ángel Fonrcuberta

Para la Semana

Lunes 21:

Daniel 1,1 6.8 20. No se encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarias.

Lucas 21,1 4. Vio una viuda pobre que echó dos reales,

Martes 22:
Santa Cecilia, virgen y mártir, patrona de la música,

Daniel 3,31 45. Dios suscitará un reino que nunca será destruido, sino que acabará con todos los demás reinos.

Lucas 21,5 11. No quedará piedra sobre piedra.
Miércoles 23:
San Clemente (s,J), tercer papa y mártir. 0 San Columbano (+615), abad monje irlandés, fundador del monasterio en Francia e Italia.


Daniel 5,1 6.13 14.16 17,23 28, Aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo.

Lucas 21,12 19, Todos os odiarán por causa mía, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.

Jueves 24:
San Andrés Dung Lac y compañeros, mártires. 117 vietnamitas canonizados por Juan Pablo II en 1988.

Daniel 6,12 18. Dios envió su ángel a cerrar las fauces de los leones.

Lucas 21,20 28. Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.

Viernes 25:

Daniel 7,2 14. Vi venir en les nubes del ciclo como un hijo de hombre.

Lucas 21,29 33. Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios.
Sábado 26:

Daniel 7,15 27. El poder real y el dominio será entregado al pueblo de los santos del Altísimo.

Lucas 21,34 36. Estad siempre despiertos, para escapar de todo lo que está por venir.