El otro día leía un estudio sobre si la publicidad en televisión debería durar seis o tres minutos para ser más efectiva y no saturar. La verdad es que a mi me satura un solo anuncio, ni suelo tener dinero para comprar lo que me ofrecen y ya tengo bastante experimentado que ninguno de esos productos me hará feliz. hace unos años esperábamos con ilusión el primer anuncio del año, no por ser un producto estrella sino porque sabíamos que era el más caro. Un anuncio puede durar veinte segundos o dos minutos, pero lo importante es el efecto que ese anuncio tiene. Si anuncian los números de la lotería y no me han tocado el efecto de ese anuncio es nimio, si son los números que juego el efecto será bastante duradero. (Trabajo para casa, buscar la palabra “nimio” en el diccionario y descubriréis que significa una cosa y su contraria). Con eso se juega bastante, lo que no se anuncia no existe. Anteayer hubo en Madrid una manifestación por la vida y en mucho periódicos de papel o digitales ni tan siquiera existió, pero si salen cuatro a dar gritos contra el Papa y hay una cámara cerca, seguro que ese anuncio repercute creando el ambiente de lo malísima que es la Iglesia.

El ángel le dijo: -«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» Esas últimas palabras estamos pensando ponerlas en el frente de la cripta de la nueva parroquia. Este anuncio sí que vale la pena leerlo y contemplarlo con atención. Quedan nueve meses menos un día para la navidad y contemplamos el misterio de la Anunciación, que es el de la encarnación. No es un anuncio para la Virgen, es un anuncio para toda la humanidad. Y no es de algo que pasó, sino que está pasando pues el hombre no es el mismo desde que Dios se hizo hombre.

Puede parecer un contrasentido -como la palabra nimio-, peor hoy sería bueno contemplar la escena de la Encarnación y la escena de la Cruz. Pero unidos uno y otro tienen pleno significado. El que muere en la Cruz es Cristo encarnado, la segunda persona de la Santísima Trinidad que se hizo carne en las entrañas purísimas de María. Hasta hoy no lo había pensado, pero en la parroquia que estamos construyendo en el altar mayor estará un descendimiento, Cristo muerto a punto de ser colocado en los brazos de su Madre. En la Cripta estará la imagen de la Anunciación, la Madre que se prepara a acoger una nueva vida en sus manos.Y ala lado el Sagrario, con Cristo resucitado en las especies de pan y vino, realmente presente. La Encarnación culmina todas las promesas del Antiguo Testamento y anuncia el Nuevo, del que hoy todos -lo acojamos o no-, vivimos.

Este anuncio sí me gusta, lo veré una y otra vez, haré la oración con las palabras del ángel y las palabras de María que abren paso a la Palabra de Vida. Bendito anuncio.