Ya tenemos fecha para la dedicación del templo parroquial. Quedan unos pocos meses y hay que poner en marcha unas cuantas cosas…, y terminar las obras. Como párroco tengo que decidir bastantes cosas, pero gracias a Dios en la parroquia hay un buen número de laicos que saben de muchos temas (cada uno en su especialidad), y dejo que me aconsejen y me fío plenamente de sus sugerencias, pues las hacen con dedicación y cariño. Los curas no tenemos que saber de todo y es bueno que nos dejemos aconsejar.

«Señor, tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál de los dos has elegido para que, en este ministerio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio.» Escuchamos hoy la elección de Matías como miembro del colegio apostólico. Por supuesto los apóstoles piden la asistencia del Espíritu Santo para elegir bien. Ese “por supuesto” a muchos les puede sonar chirriante pues no se creen la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia. Lo más curiosos es que en muchas ocasiones lo ponen en duda personas que se declaran católicas. Comprendo que quien no crea en Dios dude de la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia, pero que quien crea en Dios se piense que la Iglesia existe gracias a nuestra buena planificación, estupendos recursos y nuestra sabiduría es un verdadero ingenuo.

“No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure”. Es el mismo Dios es el que, por pura gratuidad, asiste a la Iglesia y da a cada uno lo necesario para cumplir la vocación a la que ha sido llamado. Es cierto que podemos usar mal nuestra libertad y escucharnos a nosotros mismos, pero en un Obispo no se busca un buen gestor sino un hombre de Dios, ni en un sacerdote un animador sociocultural sino quien nos haga levantar la mirada y el corazón a lo alto, ni en un laico a alguien que haga muy bien las lecturas de Misa (aunque se agradece), sino quien trasforme el mundo según el corazón de Cristo.  La fe no es para decir palabras bonitas ni para buscar consuelo en algunas circunstancias. La fe se vive y da sentido a todo lo que vivimos. La asistencia del Espíritu Santo en la Iglesia es palpable para cualquiera que haya vivido la realidad de la providencia, mire con sinceridad su vida o se de cuenta de las maravillas que Dios está haciendo ahora en este momento. Y Dios lo hace porque nos quiere, por nada más. La asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia es una muestra más del amor a sus hijos.

La Virgen nuestra Madre nos anima a confiar siempre en Dios y a abrir el corazón y el alma para darnos cuenta que todo es gracia.