Las Misas en mi parroquia son una alegría por la cantidad de niños que hay. Los niños son niños, lo sé, pero son elementos ciertamente estresantes. Hay uno -al que bauticé yo, creo que la parte del exorcismo la hice sin demasiado interés-, que con sus dos años tiene amenazado al perro de muerte (y eso que el perro pesa tres veces más que él), al salir de Misa tiró una valla (y él debajo) y a continuación se puso a cruzar la calle por en medio pensando que eso de mirar hacia los lados era un invento de los ingleses. Todo esto en un ratito al salir de Misa. La abuela dice que tiene una legión de ángeles de la guarda, yo pienso que tiene una legión y los tiene a todos asustados (por ser finos en la expresión). Así es el tercero de cuatro hijos y los padres parecen felices. Es una prueba más de que la gracia de estado existe y el Espíritu Santo ayuda a cada uno según su estado, yo al segundo día así iría probando distintos métodos de suicidio personal o colectivo.

“Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.” En ocasiones reducimos la fe a un simple discurso lógico y creemos que los que no creen es simplemente por maldad, cerrazón de corazón o cabezonería. No es así, para creer hace falta la gracia del Espíritu Santo y hay que pedirla con humildad para nosotros y para otros, si no no seremos capaces de creer, se nos hará insoportable, no podremos cargar con las exigencias de la fe.

Hace tiempo conocí a un sacerdote que por distintas causas le mandaron a un psicólogo. El psicólogo no tenía fe, ni sabía exactamente lo que era un sacerdote. Lo mejor que pudo hacer ese sacerdote es dejar de ir y buscarse a un psicólogo católico. Si alguien intenta entender la vida del sacerdote sin fe, sin la confianza en la acción de la gracia y con una idea clara de lo que es la vocación seguramente colija que es un reprimido sexual, un solitario, un  voluntarista o un exagerado. Sin la acción del Espíritu santo es muy difícil entender la iglesia.

“Al oír «resurrección de muertos» unos lo tomaban a broma, otros dijeron: – «De esto te oiremos hablar en otra ocasión.»” El discurso de Pablo fue impecable en su lenguaje, articulación y en la cercanía a la mentalidad de los oyentes… quería convencer y fue vencido, pues no contó con pedir la gracia del Espíritu Santo sobre los que le escuchaban. Así, según se dirigía a los de Corinto, cayó en la cuenta y sólo pudo decir “solo precio de conocer a Cristo y este crucificado”.

Cuando tengas dudas de fe: reza. Antes de comenzar tu apostolado: reza. Al comenzar y acabar el día: reza. Cuando tengas que hacer una gestión: reza. Cuando vivas: reza.

La Virgen María es la Esposa del Espíritu Santo, que ella nos consiga esa intimidad conÉl para poder cargar hasta con las cargas de los otros.