Comentario Pastoral
DIVERSOS NIVELES DE HAMBRE

En este decimoséptimo domingo ordinario se interrumpe la lectura del evangelista San Marcos que es el que corresponde al año en curso, y se comienza a leer el célebre capitulo sexto del evangelio de San Juan, texto largo y fundamental que será dividido en perícopas para la celebración litúrgica durante varios domingos sucesivos. Todo el capítulo es una gran catequesis eucarística y cristológica, que se abre con el milagro de la multiplicación de los panes.

A Jesús le seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. y esta multitud curiosa, que busca milagros y situaciones extraordinarias hoy va a ser testigo y destinataria de un gran «signo». El pueblo siempre está hambriento y es importante descubrir sus diversos niveles de hambre.

Existe hambre física. Los gritos de los pobres, de los que no tienen nada siguen soñando hoy con la misma fuerza y dramatismo que en tiempos de Cristo. Es escandaloso que en la mesa del mundo los alimentos mejores y la abundancia pertenecen a los pueblos llamados cristianos, mientras que la gran mayoría, como nuevos Lázaros, están sentados a la puerta sin tener que comer. Son muchos miles los que diariamente mueren de hambre.

Existe hambre espiritual. Hambre de paz, de unidad, de salvación. Es el hambre último de la fe, que es precedido del hambre penúltimo de la justicia y del progreso. Por ese compromiso social y compromiso espiritual no son dos cosas distintas, ya que no puede existir unidad en la fe, sin unidad en el amor.

Para multiplicar el pan hay que poner una base, debe existir la colaboración humana. Sin cinco panes de cebada no hubiesen podido comer cinco mil hombres. Siempre es sorprendente constatar que Dios multiplica con más generosidad y por encima de sus cálculos humanos. Lo importante es que el cristiano colabore en la acción de Cristo, aunque su contribución no baste para solucionar todos los problemas.

El milagro de dar de comer a tanta gente con tan pocos recursos es una invitación al descubrimiento de Cristo, de su misterio, de su fuerza salvifica, de su presencia sobrenatural y escatológicas. Ojalá encontremos a Cristo en la eucaristía, verdadera multiplicación de gracia.

Andrés Pardo

 

Palabra de Dios:

Reyes 4, 42-44 Sal 144, 10-11. 15-16. 17-18
san Pablo a los Efesios 4, 1-6 san Juan 6,1-15

Comprender la Palabra

El relato de la Multplicación de los Panes tuvo un lejano precedente en el ciclo de tradiciones hagiográficas de Eliseo, que fueron recogidas por los continuadores de su escuela de profetismo y pasaron a la Biblia en el Libro de los Reyes. Era tiempo de hambre y, por encima del escepticismo humano, la Palabra de Dios y la fe de Eliseo hizo el milagro de que un poco de pan saciase muchas bocas. Aquella alforja de veinte raciones fue generosidad de un hombre sencillo, que la trajo como ofrenda de sus primicias al Señor. Discípulo predilecto y heredero espiritual de Elías, Eliseo fue un «hombre de Dios» dotado de excepcional capacidad de influjo, árbitro irresistible de la vida pública de Israel durante la segunda mitad del s. IX a.C.

Después de exponer la teología de la Iglesia como realización del ideal de Dios, el apóstol pasa a la sección de consejos y exhortaciones morales en su Carta a los fieles de Éfeso. El pensamiento moral de Pablo no es más que pura armonía del obrar con el ser. Lógica viva de quien ha visto claro que su existencia personal es gracia de Dios, transparencia de Cristo, responsabilidad de la Iglesia. El prisionero por Cristo, al saber que entre las comunidades efesinas se percibían síntomas de discordia, les interpela a la unidad. Unidad que es horizonte de Dios, único Padre, Señor y Espíritu. Horizonte de Iglesia, único Cuerpo de Cristo con una sola fe y un mismo camino sacramental. Ser unidad exige, desde dentro, vivir y actuar bajo el signo de la paz.

La lectura semicontínua del evangelio de san Marcos, es reemplazada, en este domingo y en los cuatro siguientes, por la del capítulo sexto del evangelio de san Juan, que empieza con el relato de la Multiplicación de los Panes, y sigue con una reflexión teológica sobre el Pan de la Vida eterna. El texto evangélico recuerda un momento crítico de la Misión de Jesús en Galilea. Maestro incomprendido, busca el desierto. Pero el aura popular le llena el desierto de multitud. Pastor condescendiente se da al pueblo y en abundancia de cena fraternal. Una vez más incomprendido, vuelve a la soledad.

La Multiplicación de los Panes por parte de Jesús es presentada por el evangelista como la presignificación de la nueva Pascua y del nuevo Éxodo. El pueblo peregrino por el desierto, recibe de Jesús el nuevo «maná» que es su Pan. Jesús es presentado como Pastor, el gran Profeta esperado (superior a Eliseo). Ante todo, presenta la imagen de la gran asamblea del pueblo de Dios (o Ekklesia) en torno a la mesa del nuevo «Moisés», el Mesías: Cristo. «Cinco mil» es cifra de una gran multitud; la Iglesia de los apóstoles tenía el gozo de sentirse ya inmensa. La actitud
y gestos de Jesús son trasunto de los de la Cena eucarística, centro de convergencia e irradiación de la fraternidad eclesial. El regalo de Dios no es creación de la nada sino multiplicación de la generosidad de un niño. La desidia humana no debe echar a perder ningún fragmento de la generosidad de Dios.

La Iglesia, cuya misión es, en medio del mundo, transmitir el mensaje definitivo de salvación, debe cuidar con esmero dos cosas: ofrecer gestos convincentes de comunión y solidaridad con el hombre, pero advirtiendo que sólo son gestos de una oferta mucho más importante, a saber, el anuncio del evangelio como respuesta a las necesidades más profundas del hombre.

 

al ritmo de las celebraciones

La Comunión (3)

 

El Padrenuestro (final(:

c) También puede verse en todo este bloque de la preparación a la comunión y en concreto en el Padrenuestro y su embolismo, un sentido escatológico: la Eucaristía la celebramos en tensión de espera «hasta que venga» el Reino definitivo. El pan eucarístico es pan de camino y de peregrinación, prenda de la vida futura.

En el embolismo o glosa que sigue al Padrenuestro («líbranos…») decimos explícitamente: «mientras esperamos la gloriosa venida…». En el rito de la paz también podemos notar que se trata de una paz dinámica, escatológica, como meta a conseguir.

El canto del «Cordero de Dios» y, sobre todo, la invitación a la comunión, «dichosos los llamados a la Cena del Cordero» (según el texto original latino), tienen también un color escatológico: el banquete de bodas del Cordero, del que habla el Apocalipsis, y al que somos invitados ya desde ahora, con la garantía de esta celebración eucarística.

En concreto, el embolismo del Padrenuestro, que dice el celebrante, concluye, desde la última reforma conciliar, con una aclamación doxológica: «Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre Señor» (1Crón 29,10s).

Esta doxología aparece ya, a finales del siglo I en la Didaché de los apóstoles, añadida al Padrenuestro, así como en algunos de los códices del evangelio de san Mateo precisamente como conclusión de la oración del Señor. Lo probable es que se añadiera esta doxología -si es que no era originaria de la enseñanza de Jesús, por el deseo de que la oración tan central no acabara con una invocación negativa «líbranos del mal», sino con una alabanza a Dios, en el mejor estilo bendicional de los judíos, y además escatológica.

Sea cual sea el motivo determinante de la inclusión del Padrenuestro en la preparación a la comunión, ciertamente es una oración educativa para la comunidad que se dispone a participar del Cuerpo y Sangre de su Señor.


Ángel Fontcuberta

Para la Semana

Lunes 30:
Jer 13,1-11. El pueblo será como ese cinturón, que ya no sirve para nada.

Mt 13,31-35. El grano de mostaza se hace un arbusto, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.
Martes 31:
San Ignacio de Loyola (1491-1556), presbítero, fundador de la Compañía de Jesús; influyó notablemente en la espiritualidad de la Iglesia con sus Ejercicios.

Jeremías 14,17-22. Recuerda, Señor y no rompas tu alianza con nosotros.

Mateo 13,36-43. Lo mismo que se arranca]a cizaña y se quema, así será al fin del tiempo.
Miércoles 1:
Alfonso Mª de Ligorio, ob y dr. Memoria.

Jeremías 15.10.16-21. ¿Por qué se ha vuelto crónica mi llaga? Si vuelves, estarás en mi presencia.

Mateo 13,44-46. Vende todo lo que tienes y compra el campo.
Jueves 2:
Jeremías 18, 1-6. Como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano.

Mateo 13,47-53. Reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Viernes 3:
Jeremías 26,1-9. El pueblo se juntó contra Jeremías en el templo del Señor.

Mateo 13,54.58. ¿No es el hijo del carpintero? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?
Sábado 4:
San Juan-María Vianney (1786-1859), humilde cura de aldea, sobresalió por su predicación, ascetismo y don de consejo en el sacramento de la reconciliación.

Jer 26,11-16.24. Ciertamente me ha enviado el Señor a vosotros, a predicar estas palabras.

Mt 14,1-12. Herodes mandó decapitar a Juan y sus discípulos fueron a contárselo a Jesús.