En la parroquia hay muchísimos niños. Bueno, ahora en verano menos, pero siendo menos son muchos. Los domingos al acabar la Misa ponemos unas piruletas en la entrada para los niños (la verdad es que también toman caramelos los padres), y aunque insistimos que es una por cabeza parece que en esta parroquia hay niños bicéfalos, tricéfalos y tetracéfalos. Cuando ves a uno con cinco caramelos en las manos le preguntas y te cuenta que es para sus hermanos, primos…, sólo les falta añadir a los cuñados, suegras y yernos. La verdad es que muchos se los llevan a sus hermanos (otros  son los futuros amigos de los dentistas). En la puerta de la parroquia hay verdaderos discursos de padres a hijos sobre el compartir…, que se repiten domingo tras domingo. A veces el ser generosos no es fácil, parece que nos meten el “ES MÍO” desde el seno materno. Sin embargo cada día me convenzo mas que soy más libre cuanto menos tengo (eso lo puedo decir yo que no tengo responsabilidades familiares).

“El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios.” Cuando ya estamos rematando la parroquia quisiera agradecer desde aquí a los que la hacen posible. Los cuatro centenares de suscriptores que desde cinco euros hasta cincuenta cada mes colaboran con la parroquia. No hemos tenido grandes donantes, ni hemos heredado nada, ni tan siquiera han colaborado las grandes empresas que hay en este barrio. Todo se ha hecho con muchos pocos y con mucha generosidad. Varias veces venían (y vienen) a bajar un poco la cuota o a darse de baja pues se han quedado los dos en paro o están pasando un momento difícil. Ahora tenemos 18 años por delante para devolver el crédito, esperemos que la crisis haya pasado antes. Pero ante la generosidad de tanta gente ¿Cómo puedo ser yo tacaño con mi tiempo, mi entrega, mi presencia y en el ejercicio del sacerdocio? No me lo podría permitir.

“Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas. Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta.»” Si nos paramos a pensar en la generosidad de Dios con todos nosotros ¿Cómo vamos a ser tacaños con Dios? Y sin embargo a veces nos cuesta darle nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestra vida. Nos sale otra vez el “ES MÍO” de la infancia y se lo negamos a Dios.

“Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna.” Todo lo hemos recibido y sólo dándolo todo llegamos a ser felices. El hombre no es egoísta por naturaleza, está hecho para ser generoso, pero a veces no nos damos cuenta.

Vamos a pedirle hoy a la Virgen la generosidad de decir siempre sí y darlo todo.