Este sábado me han fallado mis dos mini-rosales (de momento aquí todo es mini), y no han salido rosas para ponerle a la Virgen. A cambio han salido dos flores grandes de otra planta que no tengo ni idea de cómo se llama, así que ahora las pondré en un mini-jarrón.Un buen jardinero sabría que las plantas floreciesen como tiene que florecer, los que no sabemos lo dejamos ala improvisación natural, un poco de agua y florecerá lo que quiera.

«¿Qué significa esa parábola?» La parábola del sembrador puede ser de las más comentadas en la historia, comenzando por el propio Jesús que la explica a sus discípulos. Claro que uno puede preguntarse: Si el sembrador es un buen sembrador ¿Por qué no hace que toda la semilla caiga en tierra buena y de fruto, en vez de malgastar semilla entre piedras, al borde del camino o entre zarzas? Al precio que están ahora las semillas seguro que los agricultores ponen un cuidado exquisito en no perder ninguna ¿Por qué el Señor es tan descuidado?

Dios no es descuidado, es sobreabundante. Podríamos pensar como los gnósticos que sólo algunos elegidos e iluminados son capaces de llegar a conocer los misterios de Dios. Así sólo algunos escogidos, los “pata negra” los podríamos llamar en una referencia jamonera, darían fruto y los demás se pierden. Pero Dios no actúa así. Dios siembra su palabra con generosidad, para todos, sea cual sea nuestra situación. Las grandes conversiones existen porque han recibido la Palabra y han sabido acoger la fuerza del Espíritu Santo. Para ser de Cristo no hace falta vivir en un sitio especial, ni tan siquiera haber tenido una historia impoluta. Lo único que hay que hacer es dar muerte en nosotros al hombre viejo. Dice San Pablo refiriéndose a la resurrección: “¡Necio! Lo que tú siembras no recibe vida si antes no muere”. Al igual que la buena tierra es la que más humus tiene (es decir esa: ‘Capa superficial del suelo, constituida por la descomposición de materiales animales y vegetales’), en la vida el que es capaz de acabar en sí con el egoísmo, la soberbia, el amor propio, la maledicencia, el orgullo y todo tipo de pecado se convierte en buena tierra. Y somos capaces de dar muerte a todo eso desde que el Señor envío al Espíritu Santo. El Señor puede sacar de lo peor lo mejor. Dios es sobreabundante y no siembra con tacañería. En tu vida y en la mía hemos recibido la Palabra de Dios, ahora hay que dejara crecer y preparar un buen terreno.

La Virgen María es el terreno perfecto donde creció la Palabra de Dios encarnada en su seno, dejemos que hoy ella haga de jardinero de nuestra vida. Voy a poner las flores, si no son rosas serán otras.