No hay nada como estar preso para apreciar la libertad. Cuando hablo con chicos que están en los centros de reclusión de menores y les quedan pocas semanas o días para salir suelen estar bastante contentos…, y sin embargo inquietos. Las primeras veces que han salido algunos han tenido incluso mareos de ver tanta gente por la calle, están cambiando su pequeño mundo de unos cuantos meses por el mundo real con sus prisas y ajetreos. Pero eso se pasa rápidamente, lo peor es preguntarse qué hacer desde que salgan. Ya no van a tener esa rigidez de horarios, de disciplina, ese tiempo fijo de descanso, de trabajo, de estudio… ahora todo pasa a ser responsabilidad suya. Y temen (los más sensatos), volver a las andadas. Saben que la libertad tiene sus riesgos.

“Había una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.  Al verla, Jesús la llamó y le dijo: -«Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios”. A muchos les cuesta entender que la fe nos hace libres pues es abrazar la verdad. Y otros que lo entienden perfectamente quieren presentar la fe como una esclavitud o alienación para que los demás sigan presos y por lo tanto se les pueda manipular. Sí, justo lo contrario de lo que suelen decir. San Pablo nos vuelve a decir hoy: “de inmoralidad, indecencia o afán de dinero, ni hablar; es impropio de santos. Y nada de chabacanerías, estupideces o frases de doble sentido; todo eso está fuera de sitio. Lo vuestro es alabar a Dios. Meteos bien esto en la cabeza: nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con argumentos especiosos; estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos; porque en otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz”. ¡Cuántos negocios cerrarían si hiciésemos caso!. Una persona de fe es una persona libre y no encuentra cortapisas para denunciar las injusticias, cambiar las estructuras de pecado y darse a los demás como Cristo se entregó por nosotros. Y una persona libre es peligrosa para los intereses de los que se aprovechan del hombre como si fuera un simple consumidor o productor.

Es normal que se ataque a la fe y a la Iglesia, no interesan hombres libres. Por eso este año de la fe tenemos que anunciar a los hombres la libertad. Los hombres de fe tenemos que vivir nuestra libertad. Libertad frente a las cosas abrazando libremente la carencia a veces de lo necesario, pues sólo Uno es necesario. Libertad frente a las críticas pues sólo hay un juicio que nos interesa, el de Dios. Libertad ante las modas pues sólo tenemos un modelo: Cristo. Libres incluso frente a nosotros mismo, pues somos templos del Espíritu Santo.

Ojalá muchos, con la ayuda de la Virgen María, escuchen este año las palabras de Cristo: “Quedas libre”