Sigo con los problemas de Internet, pero se puede vivir sin él.

Hoy sábado celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. Viviendo este Adviento miramos a María y descubrimos toda su pureza, su mirada limpia, su corazón generoso, su prontitud en la caridad, su alegría y optimismo, su esperanza inquebrantable, su fidelidad a Dios. La fiesta de hoy nos recuerda lo que el hombre debe ser si el pecado no reina en él, nos retrotrae a los orígenes de la creación. Por los méritos de Cristo María es preservada del pecado desde el momento de su concepción y, por ello, el pecado que a nosotros se nos aparece tan atrayente no tiene para ella ninguna bondad.

Había una novela corta -no me acuerdo el título-, en que el protagonista tenía la capacidad de ver el verdadero rostro de los otros cuando les miraba por encima del hombre. Al avaro le veía con cara de cuervo, al lujurioso con cara de cerdo, al egoísta con los ojos vueltos hacia dentro…, era un suplicio conocer la verdadera cara de la gente y decide irse a vivir a una isla desierta. El que le acerca en barca, una vez que conoce su historia, le deja en la isla. El protagonista tenía la esperanza de llevarse el recuerdo de una cara humana y procuró, durante todo el trayecto, no mirarle por encima del hombre. Cuando el barquero se alejaba vio que al protagonista le podía más la curiosidad y le miró por encima del hombro cuando se alejaba y, aunque el barquero se consideraba buena persona y sin grandes defectos, vio que ponía una cara de asco y desagrado y se internaba solo en la isla.

Ese sería el mundo si hubiera triunfado el pecado, y tenemos muchas veces de que realmente es así. Pero hoy miramos a María, podríamos mirarla por encima de nuestro hombro, y descubrir entonces el rostro de Cristo, hermosos, resplandeciente, profundamente humano y divino. El hombre según salió de las manos de Dios. Y el rostro de María, el rostro de Cristo, es nuestro auténtico rostro. Hace un tiempo tuve la ocasión de rezar por y con una chica infectada por el diablo. Os aseguro que el rostro que presentaba era de dolor, sufrimiento e inhumano. Esos son los “regalos” del pecado. Sin embargo, al estar con Dios, podemos asegurar: “Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor”.

La fiesta de hoy, celebrando a María, nos recuerda que nuestro autentico ser es de Dios, y todos queremos ser auténticos.

“No temas, Maria, porque has encontrado gracia ante Dios”. No temas cristiano, pues en Cristo han sido redimido y salvado. Aferrémonos a la salvación, a la gracia, huyamos y rechacemos el pecado. Es posible, en María es una realidad y, por la misericordia de Dios, es una realidad en nosotros.