Ya hemos llegado al límite de descarga con nuestra conexión a Internet. Dentro de X tiempo tendremos una conexión rapidísima y buenísima, pero de momento en unos cuantos días nos dicen que hemos superado el límite de descargas y empezamos a ir a pedales. El ordenador se pone a buscar redes y todas están protegidas, ningún vecino comparte sus bienes con los necesitados. Sé que se puede acceder a ellas de una forma relativamente sencilla, pero me parece robar y no quiero hacerlo. Mientras, el ordenador, que quiere buscar la mejor red, venga a buscar y buscar. “Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: -«Todo el mundo te busca.» Él les respondió: -«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»” Así como el ordenador busca la mejor conexión posible, la gente buscaba a Jesús, al Jesús de los milagros y las curaciones. A la hora de la pasión no le buscarán tantos ni tanto. Buscar a Cristo. La realidad es que Jesús ya nos ha encontrado, pero tenemos que buscarle en cada momento de nuestra vida, descubrir las huellas de lo divino escondidas en todos los aspectos y situaciones de nuestra vida. Podemos buscar a Dios cuando tenemos problemas, para que nos vayan mejor las cosas, o cuando estamos enfermos para recuperar la salud- Eso no está mal, es un acicate en la búsqueda de Dios. Pero poco a poco debemos purificar nuestra búsqueda, indexar nuestra mirada y nuestro corazón, y descubrir a Dios en todo. Buscarle solamente porque es Dios, por nada más. Y descubriremos a Dios en las dificultades, en los problemas, en los gozos y esperanzas de cada día. Buscaremos a Dios entre nuestros enemigos y entre la gente que no nos acaba de caer bien. Buscaremos a Dios aunque eso nos lleve a la incomodidad, nos desestabilice nuestras seguridades o suponga esfuerzo. Buscar a Dios porque es Dios, por nada más. Ni por consuelos, ni por fortuna… Sólo Dios basta. Y sin duda encontraremos consuelo: “Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.” Peor no será el consuelo que nos imaginamos, sino el abrazar gozosamente las dificultades. María nuestra Madre encontró al Hijo de Dios desnudo en su regazo, no tenía nada que darle en lo humano y se lo dio todo. Que como ella busquemos a Cristo, nos encontremos con Cristo, amemos a Cristo y anunciemos a Cristo.